La gran mayoría de las dietas actuales, con altos niveles de productos industrializados y procesados, impactan de manera negativa en el medio ambiente.
Es que, según un reciente estudio investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) publicado en la revista Science of The Total Environment, reducir el consumo de alimentos ultraprocesados, no sólo beneficia a la salud, sino que, además, ayuda a reducir la huella de carbono y tiene un impacto positivo en la sostenibilidad del medio ambiente.
Esto debido a que las bebidas azucaradas, los snacks y las comidas rápidas -todos bajos en nutrientes y elevados en aditivos, conservantes, grasas, azúcares y sodio- desde que se producen hasta que llegan al consumidor final, tienen un impacto significativo en el medio ambiente.
Ahora, investigadores de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard agregaron que, además, comer más alimentos amigables con el planeta podría ayudar a las personas a vivir una vida más larga y saludable.
Para ser exactos, los expertos descubrieron que las personas que seguían una dieta más sostenible desde el punto de vista ambiental tenían un 25% menos de probabilidades de morir prematuramente durante un período de seguimiento de más de 30 años en comparación con aquellas con una dieta menos sostenible.
Los hallazgos se basaron en los resultados de salud de más de 100.000 personas en los EEUU, que los investigadores siguieron entre 1986 y 2018, y de las cuales más de 47.000 murieron durante el período de seguimiento.
Según el trabajo, aquellos que obtuvieron la puntuación más alta en el “índice de dieta de salud planetaria”, que mide qué tan bien las personas se adhieren a la ingesta diaria recomendada de alimentos que son buenos para el planeta, tenían un 15% menos de probabilidades de haber muerto de cáncer o enfermedad cardíaca.
Además, también tenían un 20% menos de posibilidades de morir por enfermedades neurodegenerativas, y su riesgo de muerte por enfermedades respiratorias se redujo a la mitad.
En general, una dieta “verde” redujo el riesgo de muerte prematura en una cuarta parte, según vieron los expertos. Los hallazgos del trabajo se presentaron en Nutrition 2023, la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición en Boston.
“Siempre me ha preocupado mitigar los impactos humanos en el medio ambiente -señaló Linh Bui, estudiante de doctorado en el Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard-. Un patrón dietético sostenible no solo debe ser saludable, sino también consistente dentro de los límites planetarios para las emisiones de gases de efecto invernadero y otros parámetros ambientales”.
Y destacó que los resultados del estudio confirmaron la hipótesis “de que una puntuación más alta en la Dieta de Salud Planetaria se asoció con un menor riesgo de mortalidad”.
Cuáles son los alimentos que más perjudican la salud y el medio ambiente
El estudio se basó en investigaciones anteriores que habían identificado alimentos que son beneficiosos tanto para la salud como para el medio ambiente, como cereales integrales, frutas, verduras sin almidón, nueces y aceites insaturados, así como alimentos que podrían ser perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana, como los huevos y las carnes rojas y procesadas.
De acuerdo con la evidencia existente, los alimentos de origen vegetal se asocian con un menor riesgo de enfermedades crónicas, como enfermedades cardíacas, cáncer colorrectal, diabetes y accidentes cerebrovasculares, y con impactos reducidos en el medio ambiente en términos de factores como el uso del agua, el uso de la tierra, la contaminación por nutrientes y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Para crear su Índice de Dieta de Salud Planetaria (PHDI), los investigadores revisaron la investigación existente sobre las relaciones entre varios grupos de alimentos y los resultados de salud basados en la dieta de referencia EAT-Lancet que explica los impactos ambientales de las prácticas de producción de alimentos. Luego aplicaron el índice para analizar los resultados entre los participantes.
Bui advirtió que el PHDI no refleja necesariamente todos los alimentos y sus relaciones con todas las principales enfermedades en todos los países. Las personas con condiciones de salud específicas, restricciones religiosas o acceso diferente a los alimentos debido al estado socioeconómico o la disponibilidad de alimentos pueden enfrentar desafíos para adherirse a un patrón de dieta más sostenible.
Otro estudio realizado en 2019 en Brasil y cuyos resultados se publicaron en el American Journal of Preventive Medicine estimó que alrededor de 57.000 brasileños, entre 30 y 69 años, murieron ese año como consecuencia del consumo de alimentos ultraprocesados. La cifra equivale a más del 10% de las muertes prematuras anuales del país entre ese grupo de edad, según los investigadores.
Para los autores del trabajo, “tener una herramienta para estimar las muertes atribuibles al consumo de ultraprocesados puede ayudar a los países a estimar la carga de los cambios dietéticos relacionados con el procesamiento industrial de alimentos y diseñar opciones de políticas alimentarias más efectivas para promover entornos alimentarios más saludables”.
Los expertos de Harvard creen que más investigación adicional podría ayudar a dilucidar y abordar tales barreras.
“Esperamos que los investigadores puedan adaptar este índice a culturas alimentarias específicas y validar cómo se asocia con enfermedades crónicas e impactos ambientales como la huella de carbono, la huella hídrica y el uso de la tierra en otras poblaciones”, concluyó Bui.
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