Vivimos en tiempos difíciles. El actual clima político, el impacto del calentamiento global y los continuos retos de salud física y mental derivados del COVID-19 están hacen mella en nuestra sensación de seguridad en el mundo, además de nuestra calidad de vida. A la hora de encontrar momentos de tranquilidad y alejar temporalmente nuestros pensamientos de las difíciles noticias diarias, para muchas personas, la música puede contribuir a ese cambio, aunque sea de forma gradual.
Recientemente, un grupo de investigadores alemanes analizó el impacto de las intervenciones musicales en la calidad de vida relacionada con la salud, y trató de responder a la pregunta sobre cuál es la mejor manera de ayudar a hacer ese cambio hacia la liberación, la relajación y la rehabilitación.
Esta reciente revisión sistemática y meta-análisis (es decir, un estudio de estudios) demostró que el uso de intervenciones musicales (escuchar música, cantar y la musicoterapia) puede crear mejoras significativas en la salud mental, y beneficios, aunque menores, en la calidad de vida relacionada con la salud física.
Aunque los investigadores encontraron un impacto positivo en la calidad de vida psicológica, no hallaron ninguna intervención o “dosis” de música que funcione mejor para todas las personas.
“Como seres humanos complejos de una gran variedad de culturas, con diversas experiencias vitales y necesidades de salud mental y física, nuestra conexión con la música es muy personal. Nuestra relación con la música puede ser una danza muy hermosa, vulnerable y a menudo complicada que cambia de un momento a otro en función de nuestro estado de ánimo, nuestras preferencias, nuestra situación social y nuestras experiencias anteriores”, aseveró Lorrie Kubicek, musicoterapeuta certificada en el Hospital General de Massachusetts de la Facultad de Medicina de Harvard.
Para Kubicek, también codirectora del Programa de Terapias Integrativas Katherine A. Gallagher y directora del programa de terapias expresivas en el Centro Oncológico del MGH y en el Hospital Infantil del Mass General, existen algunos momentos en los que la música puede tener un impacto claro e inmediato en nuestro bienestar. Algunos ejemplos son:
- Facilitar la transición al sueño con una lista de reproducción relajante.
- Encontrar motivación para hacer ejercicio escuchando música de baile alegre.
- Ayudar a expresar las emociones cantando.
- Conectar con los demás asistiendo a una actuación musical en directo.
“Hay otras ocasiones en las que un musicoterapeuta certificado puede ayudar a una persona a establecer esa conexión con la música y a encontrar la mejor intervención y ‘dosis’ que pueda repercutir positivamente en su salud y proporcionarle una forma de curación”, añadió la experta.
¿Cómo puede utilizarse la música como herramienta terapéutica?
Según la académica de Harvard, la musicoterapia es una profesión sanitaria establecida que utiliza intervenciones musicales basadas en la evidencia para abordar objetivos terapéuticos de atención sanitaria. La misma se lleva a cabo entre un paciente (y posiblemente sus cuidadores y/o familiares) y un musicoterapeuta certificado que ha completado un programa acreditado de musicoterapia de grado o postgrado.
Los musicoterapeutas utilizan intervenciones activas (canto, exploración de instrumentos, composición de canciones, movimiento, creación de música digital, etc.) y receptivas (audición de música, creación de imágenes guiadas con música, creación de listas de reproducción o conversación y reminiscencia musical), y crean objetivos para mejorar la salud y el bienestar.
Algunos de esos objetivos pueden ser disminuir la ansiedad, cambiar el estado de ánimo, disminuir la percepción del dolor durante el cáncer u otro tratamiento médico, aumentar la expresión, encontrar la motivación y muchos otros. El enfoque del uso de la música para alcanzar este tipo de objetivos -y para mejorar la calidad de vida en general- puede cambiar de un momento a otro, y un musicoterapeuta puede ayudarte a encontrar lo que mejor funciona en una situación concreta.
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