El mundo se enfrenta a un desafío inminente: alimentar de manera sostenible a una población mundial de 10.000 millones de personas para 2050, generando el mínimo impacto ambiental posible para hacer posible la vida en la Tierra.
Los alimentos son la palanca más potente para optimizar la salud humana y la sostenibilidad ambiental en la Tierra. Sin embargo, la comida está amenazando a las personas y al planeta. Un inmenso desafío al que se enfrenta la humanidad es proporcionar a una población mundial en crecimiento dietas saludables de sistemas alimentarios sostenibles.
Aunque la producción global de calorías de alimentos ha seguido el ritmo del crecimiento de la población, casi 1000 millones de personas carecen de alimentos suficientes y 2 billones consumen alimentos de baja calidad que causan deficiencias de micronutrientes y contribuyen a un aumento sustancial de la incidencia de obesidad y la aparición de enfermedades no transmisibles relacionadas, incluidas las coronarias, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes.
Las dietas poco saludables representan un mayor riesgo para la morbilidad y la mortalidad que el sexo inseguro y el consumo combinado de alcohol, drogas y tabaco. Debido a que gran parte de la población mundial está mal alimentada y muchos sistemas y procesos ambientales son empujados más allá de las fronteras seguras por la producción de alimentos, es que se necesita con urgencia una transformación global del sistema alimentario.
La ausencia de objetivos científicos para lograr dietas saludables a partir de sistemas alimentarios sostenibles ha obstaculizado los esfuerzos coordinados a gran escala para transformar el actual sistema alimentario mundial.
Es por ello que en los últimos 3 años, la Comisión EAT-Lancet formada por 19 expertos y 18 coautores -en total, 37 científicos de primer nivel- de 16 países en diversos campos de la salud humana, la agricultura, las ciencias políticas y la sostenibilidad ambiental, comenzó a trabajar a fin de desarrollar objetivos científicos mundiales basados en la mejor evidencia disponible para dietas saludables y producción sostenible de alimentos.
Tres de estos 37 científicos hablaron en exclusiva con Infobae mediante una teleconferencia mundial y explicaron cuáles son los objetivos globales a alcanzar y lo más importante: el plan de acción para concretarlos.
Walter Willett, profesor de Epidemiología y Nutrición, en la escuela de Medicina de Harvard, Johan Rockström, profesor de Ciencias Ambientales, del centro de Resiliencia de Estocolmo y la Universidad de Estocolmo y Jessica Fanzo, profesora en la escuela de Nitze de Estudios Internacionales Avanzados y de la Escuela Bloomberg de Salud Pública en la Universidad Johns Hopkins fueron los científicos entrevistados.
Los científicos se preguntaron: ¿Cómo definimos los objetivos científicos globales para lograr una dieta saludable y asegurarnos de que sean alcanzables? ¿Cómo podría una adopción global de estos objetivos evitar potencialmente entre 10,9 y 11,6 millones de muertes prematuras al año? ¿Qué compromisos para transformar las dietas, mejorar la producción de alimentos y reducir el desperdicio de alimentos se pueden cumplir de manera realista?
"Los objetivos globales definen un espacio operativo seguro para los sistemas alimentarios que nos permite evaluar qué dietas y prácticas de producción de alimentos ayudarán a garantizar que se alcancen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y el Acuerdo Mundial de París 2015", explicó Walter Willett por teléfono a Infobae.
Y agregó que las mayores amenazas de la producción mundial de alimentos es la estabilidad del clima y la resistencia del ecosistema, lo que constituye el principal impulsor de la degradación ambiental y la transgresión de las fronteras planetarias. "En conjunto, el resultado es terrible. Se necesita urgentemente una transformación radical del sistema alimentario mundial", aseguró.
Johan Rockström indicó que el trabajo de esta comisión se centra en la elaboración de un nuevo e importante reporte que describe los primeros objetivos científicos para una dieta y un sistema de producción de alimentos saludables a nivel mundial. "Una adopción global de la dieta podría tener importantes beneficios para la salud y evitar un impacto ambiental devastador para nuestro planeta", precisó el experto.
Según destaca la doctora Jessica Fanzo, la literatura indica que las dietas llamadas "ganar-ganar" en el sentido de que son buenas tanto para las personas como para el planeta, no tienen un consenso mundial sobre lo que constituye ser saludable y tener una producción sostenible de alimentos.
"Al evaluar la evidencia científica existente, la Comisión desarrolló metas científicas globales para dietas saludables y producción sostenible de alimentos e integró estas metas científicas universales en un marco común, el espacio operativo seguro para los sistemas alimentarios, de modo que las dietas para la salud planetaria (tanto saludables como ambientalmente sostenibles) podrían ser aplicadas. Este espacio operativo seguro está definido por objetivos científicos para la ingesta de grupos de alimentos específicos (por ejemplo, 100 a 300 g / día de fruta) para optimizar la salud humana y objetivos científicos para la producción sostenible de alimentos para garantizar un sistema terrestre estable", precisó Fanzo.
Según la experta, los límites del espacio operativo seguro se colocan en el extremo inferior del rango de incertidumbre científica, estableciendo un "espacio seguro" que, si se transgrede, empujaría a la humanidad a una zona de incertidumbre con riesgos crecientes.
"Operar fuera de este espacio para cualquier proceso del sistema de la Tierra (por ejemplo, altas tasas de pérdida de biodiversidad) o grupo de alimentos (por ejemplo, una ingesta insuficiente de vegetales) aumenta el riesgo de dañar la estabilidad del sistema de la Tierra y la salud humana. Cuando se ven juntos y se integran en una agenda de salud y sustentabilidad, los objetivos científicos que definen un espacio operativo seguro para los sistemas alimentarios permiten evaluar qué dietas y prácticas de producción de alimentos en conjunto permitirán el logro de los ODS y el Acuerdo de París 2015", advirtió Fanzo.
Según el trabajo de los expertos, la transformación hacia alimentos saludables para 2050 requerirá cambios sustanciales en la dieta. Esto incluye duplicar el consumo de alimentos saludables como frutas, verduras, legumbres y frutos secos y reducir en un 50% en el consumo mundial de alimentos menos saludables como los azúcares agregados y la carne roja (es decir, principalmente mediante la reducción del consumo excesivo que se da en los países más ricos).
"Sin embargo, algunas poblaciones en todo el mundo dependen de los medios de vida agropastorales y de las proteínas animales del ganado", precisa el informe. Además, muchas poblaciones continúan enfrentando cargas significativas de desnutrición y obtener cantidades adecuadas de micronutrientes a partir de alimentos de origen vegetal solo puede resultar más difícil. "Dadas estas consideraciones, el papel de los alimentos de origen animal en las dietas de las personas debe considerarse cuidadosamente en cada contexto y dentro de las realidades locales y regionales", agrega el estudio.
La adopción generalizada de la dieta mejoraría la nutrición en todo el mundo: aumentaría la ingesta de ácidos grasos mono y poliinsaturados sanos, y reduciría el consumo de grasas saturadas insalubres, al tiempo que aumentaría la ingesta de micronutrientes esenciales.
La dieta también reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles compatibles con el Acuerdo de París sobre el cambio climático, al tiempo que disminuiría la pérdida de biodiversidad y el uso de fósforo, y limitaría la demanda de tierras, agua y nitrógeno por parte de la agricultura.
El Acuerdo de París, aunque se centra en el cambio climático a nivel global, también aborda los efectos en la salud humana. Además, no es posible alcanzar el Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a menos de 2 ° C, con el objetivo ideal de 1,5 ° C, solamente descarbonizando el sistema energético mundial.
El informe de la comisión destaca que "la transición a los sistemas alimentarios que pueden proporcionar emisiones negativas y proteger los sumideros de carbono en los ecosistemas naturales es necesaria para alcanzar este objetivo. Un cambio revolucionario en los sistemas alimentarios para apoyar la salud humana y la sostenibilidad ambiental es esencial para el Acuerdo de París, que debe comenzar a regir en 2020. Dado el efecto desproporcionado de los sistemas alimentarios actuales en la salud humana y la sostenibilidad ambiental, estas agendas globales brindan una oportunidad sin precedentes para catalizar el cambio y transformar el actual sistema alimentario global".
Cinco estrategias para una gran transformación alimentaria
Según destaca el informe de la comisión EAT-Lancet, "la humanidad nunca antes se había propuesto cambiar radicalmente el sistema alimentario a la escala o velocidad prevista por la Comisión. No hay soluciones de "bala de plata" a los problemas. Se requiere trabajo duro, voluntad política y recursos suficientes. Los opositores advertirán de las consecuencias no intencionadas o argumentarán que el caso de acción es prematuro o debería dejarse a la dinámica existente. Esta comisión no está de acuerdo".
Para los 37 científicos firmantes del trabajo, los datos son suficientes y lo suficientemente sólidos como para justificar una acción inmediata. Retrasar la acción solo aumentará la probabilidad de consecuencias serias, incluso desastrosas. También está claro que no se producirá una Gran Transformación Alimentaria sin una acción generalizada de múltiples niveles y múltiples sectores, que debe guiarse por objetivos científicos.
Las 5 estrategias claves a seguir
1.- Buscar el compromiso internacional y nacional para cambiar hacia dietas saludables: Los objetivos científicos establecidos por esta Comisión proporcionan orientación para el cambio necesario, que consiste en aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal y reducir sustancialmente el consumo de alimentos de origen animal. La investigación ha demostrado que este cambio reducirá los efectos ambientales y mejorará los resultados de salud. Este compromiso concertado se puede lograr invirtiendo en información de salud pública y educación para la sostenibilidad, y mejorando la coordinación entre los departamentos de salud y medio ambiente.
2.- Reorientar las prioridades agrícolas de producir altas cantidades de alimentos a producir alimentos saludables: Esta producción debe centrarse en una amplia gama de alimentos nutritivos que mejoren la biodiversidad, en lugar de aumentar el volumen de unos pocos cultivos, la mayoría de los cuales hoy se utilizan para la producción animal.
3.- Intensificar de forma sostenible la producción de alimentos de alta calidad: El sistema alimentario global actual es insostenible y requiere una revolución agrícola que se base en la intensificación sostenible e impulsada por la sostenibilidad y la innovación del sistema. Este cambio implicaría reducir las brechas de rendimiento en las tierras de cultivo, mejoras radicales en la eficiencia del uso de fertilizantes y agua, redistribuir el uso global de nitrógeno y fósforo, implementar opciones de mitigación del clima, incluidos cambios en la gestión de cultivos y mejorar la biodiversidad dentro de la agricultura sistemas.
4.- Gobernanza fuerte y coordinada de la tierra y los océanos: Dicha gobernanza incluye la implementación de una política de expansión cero de nuevas tierras agrícolas en ecosistemas naturales y bosques ricos en especies, políticas de gestión destinadas a restaurar y forestar las tierras degradadas, establecer mecanismos de gobernanza internacional del uso de la tierra y adoptar una estrategia para la biodiversidad, la conservación para salvaguardar la resiliencia y la productividad en la producción de alimentos. Los océanos del mundo deben gestionarse eficazmente para garantizar que las pesquerías no afecten negativamente a los ecosistemas. Y que las poblaciones de peces se utilicen de manera responsable y la producción mundial de acuicultura se expanda de forma sostenible dado su efecto y vinculación con los ecosistemas terrestres y oceánicos.
5.- Reducir al menos a la mitad las pérdidas y el desperdicio de alimentos, en línea con los objetivos globales de desarrollo sostenible: La reducción sustancial de la cantidad de alimentos perdidos y desperdiciados en la cadena de suministro de alimentos, desde la producción hasta el consumo, es esencial para que el sistema alimentario mundial se mantenga dentro de su espacio operativo seguro. Las soluciones tecnológicas deberán aplicarse a lo largo de la cadena de suministro de alimentos e implementar políticas públicas para lograr una reducción del 50% en la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Existe la oportunidad de integrar los sistemas alimentarios en los marcos de políticas internacionales, nacionales y empresariales que buscan mejorar la salud humana y la sostenibilidad ambiental. Establecer objetivos científicos claros para guiar la transformación del sistema alimentario es un paso importante para aprovechar esta oportunidad.
Conclusiones del trabajo
El informe EAT-Lancet, concluye en que la adopción global de dietas saludables a partir de sistemas alimentarios sostenibles salvaguardaría nuestro planeta y mejoraría la salud de miles de millones.
La forma en que se producen los alimentos, lo que se consume y cuánto se pierde o se desperdicia influye en la salud tanto de las personas como del planeta. La Comisión EAT-Lancet presenta así un marco global integrado y, por primera vez, proporciona objetivos científicos cuantitativos para dietas saludables y la producción sostenible de alimentos.
De esta manera, se muestra que es posible y necesario alimentar a 10 mil millones de personas con una dieta saludable dentro de los límites planetarios seguros para la producción de alimentos para 2050.
También advierte que la adopción universal de una dieta de salud planetaria ayudaría a evitar la degradación ambiental grave y evitaría aproximadamente 11 millones de muertes humanas al año.
Sin embargo, para salvaguardar los sistemas y procesos naturales de los que depende la humanidad y que, en última instancia, determinen la estabilidad del sistema de la Tierra, se requerirá nada menos que una gran transformación de los alimentos.
La Comisión solicita una acción generalizada de múltiples sectores y niveles incluyendo: un cambio global sustancial hacia patrones dietéticos saludables; grandes reducciones en la pérdida y desperdicio de alimentos, junto a grandes mejoras en las prácticas de producción de alimentos. Los datos son claros y lo suficientemente sólidos como para justificar una acción inmediata.
La comida será un tema definitorio del siglo XXI. Existe una oportunidad sin precedentes para desarrollar sistemas alimentarios como un hilo común entre muchos marcos de políticas internacionales, nacionales y empresariales que buscan mejorar la salud humana y la sostenibilidad ambiental.
Establecer objetivos científicos claros para guiar la transformación del sistema alimentario es un paso importante para aprovechar esta oportunidad.
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