Tan solo entre enero y mayo de 2024, los establecimientos del Ministerio de Salud del Perú (Minsa) registraron 7.474 casos de demencia, de los cuales 4.705 (63 %) correspondieron a mujeres, lo cual demuestra que la población femenina es la más afectada. Entre los diferentes tipos de demencia, el Alzheimer es el más común. Su etapa inicial suele ser asintomática, ya que los síntomas se presentan cuando la enfermedad está avanzada, afectando completamente la autonomía de la persona en sus actividades diarias.
Es por ello que resulta fundamental considerar ciertos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas. Entre ellos, en el caso de las mujeres, se destaca la presencia de la menopausia, ya que aquellas que ya vivieron esta etapa de su vida tienen más probabilidades de sufrir demencia, especialmente Alzheimer.
Cada 18 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Menopausia, una fecha que es la oportunidad perfecta para conocer un poco más sobre este proceso natural en la vida de las mujeres. En este caso, entender la relación entre la menopausia y la salud mental puede ser útil para tomar medidas preventivas y asegurar así una mejor calidad de vida en la población femenina.
La relación entre la menopausia y la demencia o Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer, en cuanto a su aparición y progresión, presenta mayor prevalencia en mujeres, quienes suelen padecerla a edades más tempranas que los hombres y esto se relaciona directamente con la menopausia. La menopausia ha sido asociada a esta demencia y desempeña un papel crucial en su aparición, debido a la deficiencia de estrógenos durante esta etapa de la vida de las mujeres.
El cese de la producción de las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona) durante la menopausia, junto con el aumento de las hormonas gonadotropinas (FSH y LH) encargadas de estimular los ovarios, provoca la pérdida de mecanismos neuroprotectores, lo que podría explicar el mayor riesgo de deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer en mujeres.
El estradiol, el principal estrógeno activo durante los años reproductivos de las mujeres, es conocido por sus efectos neuroprotectores, regulando la plasticidad sináptica y la memoria. Las neuroprotección implica proteger el sistema nervioso central de daños provocados por trastornos neurodegenerativos, tanto agudos (como traumatismos o accidentes cerebrovasculares) como crónicos (como demencia, Parkinson, Alzheimer, epilepsia, entre otros). Este es el motivo por el cual las mujeres posmenopáusicas se encuentran en mayor riesgo de sufrir la enfermedad de Alzheimer que los hombres.
Consejos para prevenir el Alzheimer
Según el Instituto de la Menopausia, aunque los cambios hormonales no pueden evitarse durante la menopausia, existen algunos consejos que ayudan a prevenir el Alzheimer en las mujeres:
- Mantener una dieta saludable para el cerebro, incluyendo nutrientes esenciales como ácidos grasos omega 3, zinc, magnesio y colina, fundamentales para su buen funcionamiento.
- Reducir el consumo de azúcar y almidón, ya que estos aumentan la inflamación y pueden dañar el cerebro.
- Evitar el alcohol, una sustancia neurotóxica que provoca diversos daños en el sistema nervioso.
- Realizar ejercicio físico de manera regular para preservar la juventud del cerebro.
- Fomentar las relaciones sociales, puesto que la soledad incrementa el riesgo de demencia senil.
- Manejar el estrés, dado que el cortisol, la hormona del estrés, agrava los daños cerebrales.
- Dormir al menos 7 horas, ya que la falta de sueño está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar Alzheimer.
- Estimular el cerebro con nuevos retos y aprendizajes para mantenerlo activo.
- No fumar, ya que el tabaco daña y restringe el flujo sanguíneo en los pequeños vasos que recorren el cerebro.
La menopausia y sus efectos en la salud mental
Es fundamental identificar los síntomas psicológicos de la menopausia, los cuales se dividen principalmente en dos niveles: cognitivo y emocional.
En el nivel cognitivo, pueden surgir dificultades para recordar y concentrarse, problemas con el lenguaje y alteraciones en la regulación del sueño y el ciclo de vigilia, entre otras.
A nivel emocional, los síntomas pueden incluir cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, disminución del deseo y disfrute sexual, fatiga, baja tolerancia a la frustración, nerviosismo, o trastornos de la salud mental como estrés, ansiedad o incluso depresión.