El sueño también importa en niños, esta es la conexión que existe con el desarrollo de su cerebro

Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos examinó cómo la falta de sueño afecta el desarrollo cognitivo de los niños y descubrió que una de las consecuencias es un rendimiento escolar deficiente

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El estudio descubrió las consecuencias
El estudio descubrió las consecuencias de un mal hábito de sueño en los infantes (Imagen Ilustrativa Infobae)

El sueño es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de los niños, y aunque a veces pueda parecer un aspecto simple de la rutina diaria, su impacto va mucho más allá de lo visible.

El estudio del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos demostró cómo, durante las horas de sueño, los cerebros en desarrollo no solo descansan sino que activan procesos fundamentales para su crecimiento y bienestar.

La conexión entre un sueño adecuado y un cerebro saludable es más fuerte de lo que podríamos imaginar, lo que subraya la importancia de establecer rutinas de sueño adecuadas desde una edad temprana.

El sueño y los niños

Se recomienda que los niños
Se recomienda que los niños duerman de 10 a 12 horas (Imagen Ilustrativa Infobae)

El sueño es un proceso biológico complejo donde, a pesar de estar dormido, las funciones del cerebro y el cuerpo permanecen activas para mantener la salud general. La falta de un sueño de calidad puede ocasionar daños a la salud mental y física, afectando el pensamiento y la vida cotidiana.

Según el Instituto de Salud para el Bienestar de México, las horas recomendadas de sueño varían según la edad: recién nacidos deben dormir alrededor de 18 horas, niños entre 10 y 12 horas, adolescentes entre 8 y 9 horas, y adultos entre 7 y 8 horas.

A pesar de las recomendaciones del tiempo de sueño de los niños muchos duermen mucho menos, lo que puede tener implicaciones importantes en su desarrollo cognitivo, de acuerdo con la investigación Efectos de la duración del sueño en el desarrollo neurocognitivo en adolescentes tempranos en los EE. UU: un estudio observacional longitudinal emparejado por puntuación de propensión del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos.

El estudio analiza cómo la falta de sueño afecta la salud mental, cognición, función cerebral y estructura cerebral en niños durante un período de dos años. Se obtuvieron datos de participantes de 9 a 10 años de edad de 21 centros de estudio en los EE. UU. dentro del programa “Desarrollo Cognitivo del Cerebro del Adolescente” (ABCD). Los participantes fueron clasificados según si dormían lo suficiente o no, utilizando un límite de 9 horas diarias de sueño.

Los hallazgos de la investigación mostraron que los niños con sueño insuficiente presentaban diferencias significativas en medidas conductuales y neuronales en ambos puntos temporales comparados con los que dormían lo suficiente.

En particular, el sueño insuficiente se asoció con mayores niveles de depresión, problemas de pensamiento y menor inteligencia cristalizada en los adolescentes tempranos.

La inteligencia cristalizada, según el texto, se refiere al conocimiento adquirido a través de procesos culturales y educativos. Está más relacionada con el nivel de escolarización y aprendizaje de un individuo, de acuerdo con el artículo Neuropsicología de la Inteligencia de la revista científica multidisciplinar Ciencia Latina.

Este tipo de inteligencia representa la capacidad de aplicar habilidades y conocimientos previamente adquiridos en la resolución de problemas y en la utilización de información aprendida. La inteligencia cristalizada, junto con la inteligencia fluida, forma parte de la teoría bifactorial del psicólogo inglés Raymond B. Cattell y se desarrolla a lo largo de la vida de una persona mediante la acumulación de experiencias y la educación.

Además, el cerebro de los adolescentes está en una fase importante de desarrollo y es especialmente sensible a la falta de sueño. Cuando los adolescentes jóvenes no duermen lo suficiente, su capacidad para pensar y aprender puede verse afectada.

Esto se refleja en un peor rendimiento escolar y en dificultades para manejar sus emociones y relacionarse con los demás, en comparación con aquellos que sí duermen lo necesario.

¿Qué hacer para mejorar los hábitos de sueño?

Limitar el tiempo de siestas
Limitar el tiempo de siestas durante el día puede ayudar a tener un descanso de mejor calidad por la noche (Imagen Ilustrativa Infobae)

Para que una niña o niño desarrolle la capacidad de conciliar el sueño de manera independiente, es esencial que asocie el acto de dormir con ciertos “elementos externos” que le brinden seguridad y familiaridad, de acuerdo con el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia de México (SNDIF).

Estos elementos pueden incluir su cama, un peluche, un chupete, o cualquier objeto decorativo en su habitación que le resulte reconfortante. En este proceso, la actitud de los padres es crucial, ya que son quienes transmiten la sensación de seguridad y confianza.

Si los padres muestran una actitud serena y firme, el niño o niña, al repetir la misma rutina una y otra vez, aprenderá gradualmente a dormir por sí solo de manera adecuada. Este aprendizaje, como ocurre con otros hábitos, requiere repetición y consistencia.

El SNDIF recomienda seguir estas pautas para fomentar un ambiente propicio para el sueño:

  1. Reservar la cama y el dormitorio únicamente para dormir, evitando cualquier otra actividad en ese espacio.
  2. Establecer una hora fija para despertarse cada día, sin importar cuántas horas se haya dormido o a qué hora se haya acostado el niño o niña.
  3. Limitar el tiempo de siesta durante el día a lo estrictamente necesario según la edad del niño, entre 0 y 2.5 horas.
  4. Asegurarse de que la habitación esté en un entorno tranquilo, alejado de ruidos que puedan interrumpir el sueño.
  5. Evitar que los niños consuman bebidas estimulantes que puedan dificultar el descanso.
  6. Fomentar la realización de actividades estimulantes durante el día para favorecer un sueño reparador por la noche.
  7. Utilizar un muñeco de trance o algún objeto simbólico que señale de manera clara el momento de ir a dormir, ayudando al niño a asociar ese objeto con la acción de descansar.
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