En España y otros países de América Latina es tradición despedir el año y dar la bienvenida al nuevo comiendo 12 uvas, una práctica que se cree que trae la buena suerte. Pero para que esa buena suerte venga acompañada de buena salud no debemos dejarnos atrás una de las partes más importantes de esta fruta: sus pepitas.
Muchas personas optan por quitar las semillas de uva, pero estas poseen propiedades que las convierten en un auténtico tesoro para la salud. La nutricionista María del Pilar Cancela describe la riqueza de estas frutas en compuestos bioactivos como flavonoides, vitamina C, vitamina E y resveratrol, que aportan múltiples beneficios al organismo.
Propiedades antiinflamatorias
Uno de los beneficios más destacados de las semillas de uva es su potente efecto antiinflamatorio, pues sus compuestos pueden ayudar a reducir la inflamación en una variedad de afecciones, como dermatitis, artritis, gastritis y sinusitis. La inflamación es un proceso natural del cuerpo para combatir infecciones y reparar tejidos, pero cuando se vuelve crónica, puede contribuir al desarrollo de enfermedades degenerativas.
El consumo regular de semillas de uva, ya sea en su forma natural o en extractos, puede ayudar a mitigar estos procesos inflamatorios, mejorando significativamente la calidad de vida de las personas que padecen estas condiciones.
Propiedades depurativas
El contenido en fibra de las semillas de uva es otro de sus grandes aportes para la salud, como recogen los informes de la Fundación Española de Nutrición (FEN). La fibra es fundamental para el buen funcionamiento del sistema digestivo, ya que estimula el peristaltismo intestinal, facilitando la eliminación de residuos acumulados en el intestino.
La fibra presente en las pepitas de uva no solo mejora la digestión y previene el estreñimiento, sino que también contribuye a una mejor absorción de nutrientes y a la desintoxicación del organismo. Por ello, incorporar estas semillas en la dieta puede ser una forma natural y eficaz de mantener un sistema digestivo saludable.
Fortalecimiento de los vasos sanguíneos
Las semillas de uva son ricas en flavonoides, unos compuestos antioxidantes que desempeñan un papel crucial en la salud cardiovascular. Estos antioxidantes ayudan a prevenir la formación de placas de grasa en las paredes internas de las arterias, lo que a su vez reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares como la arteriosclerosis.
Además, los flavonoides de las uvas mejoran la tonicidad de las arterias y venas, fortaleciendo las paredes de los vasos sanguíneos, según la nutricionista. Esto es especialmente beneficioso para personas que sufren de problemas circulatorios, como varices o insuficiencia venosa, ya que contribuyen a mantener la elasticidad y el buen funcionamiento de los vasos sanguíneos.
Potente acción antioxidante
Las semillas de uva destacan por su elevada capacidad antioxidante, gracias a su contenido en vitamina C, vitamina E, flavonoides y resveratrol. Los antioxidantes son sustancias que combaten los radicales libres, moléculas inestables que pueden dañar las células y contribuir al envejecimiento prematuro y al desarrollo de enfermedades degenerativas.
Al reducir el daño oxidativo, las semillas de uva ayudan a proteger el organismo frente a enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Mejora de la circulación sanguínea
La acción antioxidante de las semillas de uva también tiene un impacto positivo en la circulación sanguínea. Al prevenir la formación de trombos y placas de grasa en las arterias, favorecen un flujo sanguíneo adecuado.
Esto no solo reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares graves, como infartos o accidentes cerebrovasculares, sino que también mejora la oxigenación y nutrición de los tejidos. Para personas con problemas circulatorios o que buscan mantener una buena salud cardiovascular, las semillas de uva son un aliado natural y eficaz.
Refuerzo del sistema inmunológico
Candela explica que el alto contenido de vitaminas y antioxidantes en las semillas de uva también fortalece el sistema inmunológico. Las vitaminas C y E, en particular, son esenciales para mantener una defensa fuerte contra infecciones y enfermedades. Estas vitaminas estimulan la producción de células inmunitarias y protegen las membranas celulares frente a agresiones externas.