¿Son realmente beneficiosos los baños con leche de burra que tomaba Cleopatra?

Aunque no hay evidencia científica de que estos baños fueran reales, lo cierto es que la leche de burra cuenta con múltiples propiedades beneficiosas para la piel

Elizabeth Taylor en 'Cleopatra' dándose un baño (1963)

Es uno de los personajes históricos más admirados, criticados y, sin duda, estudiados. La figura de Cleopatra está envuelta en un aura de misterio en el que realidad y ficción se mezclan hasta quedar difuminados los límites de una y otra. La reina de Egipto es conocida por su increíble astucia y belleza sin igual, aunque esta última quizás responda más a la romantización de su personaje a través de los libros y películas.

Hablar de Cleopatra es pensar, de forma casi automática, en los supuestos baños de leche de burra, a los que se les atribuye el secreto de su belleza. Sin embargo, no existe ninguna evidencia científica de que estos baños fueran reales, aunque es cierto que en Egipto no conocían el jabón, por lo que utilizaban aceites, ungüentos y cenizas para lavarse.

No obstante, en caso de que estos baños de leche de burra hubieran sido reales, lo cierto es que Cleopatra podría haberse beneficiado de sus propiedades. La leche de burra cuenta con nutrientes como los ácidos grasos omega-3 y las vitaminas A, B, C, D y E que han demostrado desempeñar un papel muy positivo en la salud de la piel, manteniéndola hidratada, protegida y joven.

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Los ácidos grasos omega-3 son conocidos por sus propiedades antiinflamatorias y su capacidad para mejorar la hidratación de la piel. Estos nutrientes son esenciales para mantener la barrera lipídica de la dermis, ayudando a retener la humedad y evitar la sequedad. Así, una piel bien hidratada es más elástica y menos propensa a arrugas y líneas finas. Además, los omega-3 tienen efectos antiinflamatorios que resultan útiles para quienes padecen condiciones como el acné, la rosácea o la dermatitis, al reducir el enrojecimiento y la irritación.

Qué vitaminas tiene la leche de burra

La vitamina A es vital para la renovación celular y la reparación de la piel. Su forma activa, los retinoides, promueve la regeneración de nuevas células cutáneas, lo que ayuda a mantener una tez fresca y joven. Además, la vitamina A es conocida por estimular la producción de colágeno, una proteína esencial para la firmeza y elasticidad de la piel.

Por su parte, las vitaminas del complejo B, especialmente la biotina (B7) y la niacina (B3), son cruciales para la salud de la piel, pues la niacina fortalece la barrera protectora de la piel, lo que ayuda a retener la humedad y prevenir la sequedad. Además, la niacina tiene propiedades antiinflamatorias que pueden aliviar irritaciones y enrojecimientos en la piel. También mejora el tono cutáneo, reduciendo manchas y decoloraciones, lo que da lugar a una piel más uniforme y luminosa.

A las bacterias problemáticas les gustan estas 3 regiones de la piel más que otras.

La vitamina C es un poderoso antioxidante que combate los radicales libres y favorece la producción de colágeno, esencial para mantener la firmeza y elasticidad de la piel, previniendo la formación de arrugas y manteniendo una textura juvenil. Además, la vitamina C ayuda a proteger la piel del daño causado por factores ambientales como la radiación UV y la contaminación.

Por su parte, la vitamina D que se produce en la piel con la exposición al sol, es crucial para la salud del sistema inmunológico y la piel. Fortalece las defensas inmunológicas de la piel, ayudando a combatir infecciones y condiciones inflamatorias como el acné o la psoriasis. También favorece la regeneración celular, ayudando a prevenir el envejecimiento prematuro.

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