Dos chicas: María Gómez Jiménez y Nerea García Lucas; un proyecto: Madwine; y un objetivo en común: acercar el vino a los jóvenes. Estas dos sumilleres comenzaron su aventura hace año y medio tras conocerse en un bar de vinos en Madrid, en el que Gómez trabajaba. García explica que no tardaron en darse cuenta de la “sinergia” que tenían ambas y comprendieron que debían cumplir con una misión: “Enfocar un poquito más el mundo del vino” a gente de su edad y, sobre todo, que se “atreviese a probar cosas nuevas”. ¿Cómo lo hacen? A través de catas dinámicas y divertidas en las que el participante aprende pero, sobre todo, disfruta.
“No es sólo de mayores y pijos”
“Queremos que aprendan cosas que a lo mejor no encuentran en supermercados y que tengan algo de ambición”, apunta María Gómez. “Igual que la gente se interesa por las cervezas artesanas, pues también queríamos hacer ver que el mundo del vino no es sólo de mayores y pijos”, añade. Nerea García explica que Madwine ha sido un cambio en su vida. Ella era profesora de formación y daba clases a niños, pero lo de ser sumiller era algo que tuvo “siempre ahí”. Hace un año y pico decidió mandarlo todo “a tomar por saco” y seguir formándose en el vino, ya que “no es sólo el producto en sí”.
Ambas creen que es importante saber qué hay detrás de la bebida, cuáles son los proyectos o los cuidados de la tierra. Sus catas nunca superan los 20 euros porque, como afirman, su finalidad no es hacer dinero, sino provocar un cambio en las generaciones más jóvenes. Tratan de acercarles a esta cultura vinícola a través de un “lenguaje sencillo y ameno, ofreciendo productos de calidad, desde el conocimiento, que muchas veces es lo que falta para este perfil de público”. Como aseguran, a menudo “se ofrecen vinos de muy mala calidad”.
“Cuando tú bebes una cerveza no buscas ser un gurú de la malta”
“Cuando tú bebes cerveza no buscas ser un gurú de la malta”, apunta García Lucas. “Lo que buscas es disfrutar y eso es lo que queremos, generar el disfrute en torno al sector para que aumente el consumo, pero desde el disfrute”, añade. Asimismo, considera que lo que más aleja a los jóvenes del vino es que consideran que está “más relacionado con los padres” o “la idea errónea en muchos casos, y por culpa de la hostelería, de que es un producto caro”. Primero, porque se comparte, y segundo, porque “a nada que te tomes tres cervezas, el precio va a ser mayor”.
Con cariño y entre risas explican que, normalmente, todo el entendimiento que tenemos de este alimento es el producto que compramos en el supermercado por no más de tres euros, cuando en realidad hay otros vinos de gran calidad y baratos. “Si preguntásemos y perdiésemos un poco la vergüenza, encontraríamos vinos de nuestro perfil que nos puedan gustar a un precio económico”, asegura.
“Cambiar de registro las catas”
Las Madwiners han tenido la oportunidad de realizar esta cata en el local De Vinos de Yolanda Moran, una sumiller que lleva haciendo degustaciones en su bar desde hace más de 12 años, y que en esta ocasión ha decidido apostar por María y Nerea. “Esta vez lo que quería era la frescura que tienen ellas, que son chicas jóvenes y traen a un público más joven”, explica. Asegura que ella también busca “cambiar un poco de registro y de estilo” en las catas para atraer a otro tipo de participantes.
“Hay que preguntar y probar”
A aquellas personas que quieran sumergirse en este mundo, las sumilleres les recomiendan “preguntar y probar”, porque “hay que perder el miedo a preguntar”. A largo plazo desconocen dónde les llevará este proyecto. En muchas ocasiones han meditado hacer ciertos cambios, como poner un menú de un perfil más alto o más caro, pero eso les alejaría de su objetivo, que no es otro que el de llegar a la gente joven, algo que llevan atado a la raíz. Por ello, su aspiración para el futuro es “seguir con este ambiente distendido en el que todo el mundo acaba participando” y descubrir a dónde les lleva el loco mundo de Madwine, bajo el lema: “Pass me the fucking vino”.