“Me comí 720 huevos en un mes y estos han sido los efectos en mi nivel de colesterol”: el experimento de un estudiante de Harvard

El joven quería demostrar que pese al alto contenido de este lípido en el alimento, sus niveles se mantendrían o incluso descenderían a lo largo de las cuatro semanas

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Nick Norwitz explicando en un vídeo los efectos de haber ingerido una gran cantidad de huevos durante un mes. (@nicknorwitzPhD/YouTube)
Nick Norwitz explicando en un vídeo los efectos de haber ingerido una gran cantidad de huevos durante un mes. (@nicknorwitzPhD/YouTube)

El huevo es un alimento básico en la dieta de la mayoría de las personas. A su rico sabor, hay que añadirle su valor nutritivo y su alta cantidad en proteínas. No obstante, también es un alimento en más de una ocasión señalado por su alto contenido en colesterol. 100 gramos de huevo hervido contendrían hasta 375 miligramos de colesterol.

Esto ha hecho que desde muchas instituciones se haya recomendado limitar el consumo de huevo, si bien también hay estudios que han desmentido que una gran ingesta de este provoque altos niveles de colesterol en el cuerpo. Es en esta misma línea en la que un joven llamado Nick Norwitz, doctor en fisiología en Oxford y actualmente estudiante de Harvard, ha querido demostrar que, efectivamente, podemos comer más huevos de los que pensamos. Claro que, en su caso, quizá se le haya ido de las manos.

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Un experimento extremo con resultados sorprendentes

“Comí un huevo por hora cada hora durante un mes entero”, empieza diciendo en un vídeo que ya se ha vuelto viral. 24 huevos cada día durante 30 días, lo que hizo que al término de dicho mes hubiera ingerido 720 huevos. “Por qué hice esto?”, se pregunta, y luego asegura que hubo varias razones para ello, si bien todo partía de una idea que había que comprobar: “Mi hipótesis que consistía en que comer 720 huevos en un mes, lo que equivale a 133.200 mg de colesterol, no aumentaría mi colesterol, concretamente, no aumentaría mi colesterol LDL -conocido como ‘colesterol malo’-”.

133 gramos de colesterol, en total, que sin embargo, no elevaron en ningún momento sus cifras en las analíticas. “De hecho, mi colesterol LDL bajó un 2% durante las dos primeras semanas, y luego bajó un 18% más durante las dos semanas siguientes”, añade. “Desde hace un tiempo se sabe que el colesterol de nuestra dieta tiene muy poco impacto en los niveles de colesterol de las personas normales”.

Un juego de equilibrios y desequilibrios

El motivo de esto, asegura, también se descubrió no hace mucho. “Cuando comes colesterol, el colesterol se une a los receptores en las células intestinales y eso estimula la liberación de una hormona llamada cohesina”, explica. La cohesina se dirige hasta el hígado y se pega a este órgano, concretamente a un receptor llamado “GR 146″. Al hacerlo, hace que el hígado entienda que no debe fabricar más colesterol. “Así que las cosas se equilibran en una homeostasis”.

Cabría preguntarse también entonces por qué bajó de una manera tan notoria, algo que se debe, según el propio Nick, a una dieta con carbohidratos. “Si añades carbohidratos de cualquier tipo, ya sean Oreo, fruta o almidones, es suficiente para reducir las LDL en el llamado fenotipo del híper respondedor de masa magra”.

De este modo, este tipo de personas, que siguen dietas bajas en hidratos de carbono, suelen ver cómo los niveles del colesterol aumentan como parte de una “tríada lipídica”, producida por la quema de grasa -al no haber carbohidratos que quemar-. “Las partículas VLDL exportadas desde el hígado se vuelcan en el tejido graso y muscular, lo que lleva a un salto en LDL, un salto en HDL, y triglicéridos bajos”, explica el joven. Así, “la adición de carbohidratos de nuevo puede hacer caer el LDL, al menos en estos hiper respondedores de masa magra”. Y, en efecto, cualquier hidrato podría servir para ello.

Desmentir las creencias populares

Nick escogió, en este acaso, ingerir 60 gramos de carbohidratos netos al día con diferentes frutas: plátanos, arándanos, fresas y algunas cerezas “que, honestamente”, confiesa, “mojé en mantequilla de nuez de macadamia”. “Elegí esta dosis de 60 gramos por curiosidad”, dice, porque “sabía que 60 gramos al día no sería suficiente para revertir totalmente mi fenotipo de hiper-respuesta de masa magra y bajar mi colesterol LDL”. Quería, por lo tanto, ver solo un pequeño efecto, que finalmente fue mayor del esperado.

Con todo, el joven estudiante destaca que, una vez más, se demuestra cómo la ciencia muchas veces desmonta lo que habitualmente se cree debido a la “sabiduría popular”. “Entre la ingesta de mucho colesterol a través de una tonelada y solo un poco de frutas, la dosis de carbohidratos fue dominante”.

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