Un grupo internacional de científicos ha concluido que los niños y adolescentes pueden obtener beneficios de salud similares a los adultos al adoptar la dieta mediterránea. En un esfuerzo conjunto, investigadores de la Universidad de Las Américas en Ecuador, el Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra en España y la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard en Estados Unidos, han realizado la investigación y publicaron los resultados en JAMA Open Network.
El trabajo se basa en un metanálisis de datos procedentes de nueve ensayos clínicos. El equipo de investigación revisó datos de 577 niños, con una edad media de 11 años, quienes participaron en estos ensayos. Aproximadamente el 60% de los voluntarios eran niñas. Seis de los estudios se centraron en niños con sobrepeso, uno en niños con prediabetes, y los otros dos incluyeron a niños sin sobrepeso ni diabetes como grupo de control. Todos los participantes siguieron una dieta mediterránea durante el seguimiento.
Antes que nada, cabe recordar la definición de prediabetes: “Una afección de salud grave en la que los niveles de azúcar en sangre son más altos de lo normal, pero aún no lo suficientemente altos como para diagnosticarlo como diabetes tipo 2″, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
“La dieta mediterránea (MedDiet) ha ganado reconocimiento por sus beneficios para la salud entre varios patrones dietéticos saludables”, escribieron los autores en el estudio.
Y ampliaron: “Este patrón de alimentación se caracteriza por el uso de aceite de oliva como la grasa dietética principal y el consumo abundante de frutas de temporada, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos, con una ingesta baja de carnes rojas y procesadas, alimentos ultraprocesados dulces, confites y bollería. También implica una ingesta moderada de carnes blancas o magras y pescado. Existe evidencia de que la MedDiet reduce el riesgo de enfermedades no transmisibles, como el cáncer, el síndrome metabólico, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares”.
Los resultados indicaron que aquellos niños que siguieron la dieta mediterránea durante al menos ocho semanas experimentaron mejoras en la presión arterial, los triglicéridos, el colesterol total y los niveles de colesterol LDL. Además, se observó un aumento en el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL). Estos beneficios sugieren que la dieta mediterránea puede ser una herramienta eficaz para mejorar ciertos biomarcadores de salud cardiometabólica en los jóvenes según los expertos.
Sin embargo, el estudio también reveló que la dieta no condujo a mejoras significativas en la resistencia a la insulina o el metabolismo de la glucosa. Los investigadores plantearon la hipótesis de que estos cambios podrían requerir más tiempo para manifestarse. A pesar de este hallazgo, los autores concluyeron que la dieta mediterránea representa una opción saludable para la mayoría de los niños y adolescentes, ya que promueve la salud cardiometabólica desde una edad temprana.
El metanálisis realizado por el equipo de investigación incluyó datos de nueve ensayos clínicos en diferentes regiones y contextos. Cada estudio se diseñó para evaluar el impacto de la dieta mediterránea en varios parámetros de salud entre niños y adolescentes. La diversidad de los estudios analizados proporciona una visión más completa y robusta de los efectos potenciales de la dieta en esta población.
En términos de implicaciones prácticas, los científicos plantearon que los padres y los profesionales de la salud deben considerar la dieta mediterránea como una opción viable para mejorar la salud de los niños. Incorporar más alimentos frescos y menos procesados en la dieta diaria podría tener efectos positivos a largo plazo, ayudando a prevenir enfermedades crónicas desde una edad temprana según los especialistas.
A pesar de los hallazgos positivos, los autores del estudio reconocieron ciertas limitaciones. La duración relativamente corta de los ensayos y la variabilidad en las poblaciones estudiadas podrían influir en los resultados. Futuros estudios longitudinales serían valiosos para confirmar los beneficios a largo plazo de la dieta mediterránea en niños y adolescentes, plantearon.
“La prevención de las enfermedades cardiovasculares (ECV) debe comenzar en las primeras etapas de la vida, ya que hay evidencia sustancial que vincula la ateromatosis y los factores de riesgo cardiovascular durante la infancia y la edad adulta con la aparición posterior de ECV más adelante en el curso de la vida”, enfatizaron en la publicación.
“Los factores relacionados con el estilo de vida, en particular la dieta, parecen ejercer un papel importante en la salud cardiometabólica. Los patrones alimentarios poco saludables se han relacionado con alteraciones cardiometabólicas en niños y adolescentes. Por el contrario, consumir una dieta rica en alimentos no procesados o mínimamente procesados podría tener resultados positivos para la salud cardiometabólica futura en los niños, incluido un menor peso corporal y grasa corporal, una circunferencia de cintura más pequeña, una presión arterial más baja y niveles séricos de insulina más bajos”, analizaron