Las uvas esconden una serie de beneficios potenciales para la salud gracias a su contenido en antioxidantes y otros compuestos bioactivos, como recoge la Fundación Española de Nutrición (FEN). Sin embargo, hay circunstancias en las que ciertas personas deberían evitar su consumo o limitarlo significativamente debido a posibles riesgos para la salud.
Las reacciones alérgicas a las uvas son poco frecuentes pero pueden ocurrir. Algunas personas pueden experimentar síntomas como urticaria, picazón en la boca o hinchazón de los labios, lengua o garganta después de consumir uvas frescas o secas y, en casos más graves, podría desencadenar una reacción anafiláctica. Para aquellos con antecedentes de alergias alimentarias, es crucial evitar las uvas y sus derivados para prevenir tales reacciones.
Las uvas contienen potasio, un mineral importante pero que puede ser problemático para quienes tienen problemas renales, según un estudio de 2020 de la National Kidney Foundation. En pacientes con insuficiencia renal crónica, el consumo excesivo de potasio puede provocar niveles elevados en la sangre (hiperpotasemia), lo que a su vez puede ser peligroso y requerir una restricción dietética estricta. Por lo tanto, las personas con enfermedad renal avanzada deben moderar su consumo de uvas y consultar a un profesional de la salud para determinar pautas dietéticas seguras.
Para algunas personas, las uvas pueden ser difíciles de digerir, especialmente si se consumen en grandes cantidades o si tienen problemas digestivos crónicos como síndrome del intestino irritable (SII) o enfermedades inflamatorias del intestino. Las pieles y semillas de las uvas también pueden desencadenar síntomas como hinchazón, gases o malestar estomacal, según un estudio de la Universidad de Bergen (Noruega) publicado en la World Journal of Gastroenterology. En estos casos, es recomendable consumir uvas en cantidades moderadas y optar por variedades sin semillas si se toleran mejor.
Aunque esta fruta es naturalmente dulce y tiene un índice glucémico relativamente alto, su contenido de fibra y antioxidantes puede moderar la respuesta glucémica en personas sanas. Sin embargo, para quienes tienen diabetes o prediabetes, el consumo de uvas debe ser controlado debido a su impacto en los niveles de azúcar en sangre, según reveló un estudio de la Sociedad Americana de la Diabetes de 2020. La cantidad y frecuencia de consumo deben ser supervisadas por un dietista o médico para evitar picos de glucosa no deseados.
Algunas variedades de estas frutas, especialmente las uvas rojas maduras, pueden contener niveles significativos de histamina, un compuesto involucrado en reacciones alérgicas y que puede desencadenar síntomas en personas sensibles a esta sustancia según MedlinePlus. Aquellos con intolerancia a la histamina pueden experimentar síntomas como migrañas, urticaria o problemas digestivos después de consumir uvas, especialmente si son sensibles a otros alimentos ricos en histamina.
Por otra parte, debido al tamaño y la textura de las uvas, existe un riesgo de asfixia significativo en niños pequeños, ya que si son enteras y grandes, pueden obstruir la garganta de los niños fácilmente si se ingieren sin masticar adecuadamente. Por lo tanto, se recomienda cortar las uvas en trozos pequeños o aplastarlas para reducir este riesgo.