A pesar de ser originaria de Asia, la avellana europea es hoy la más consumida en todo el mundo. Este fruto seco es rico en grasas y energía, bajo en agua y está repleto de proteínas de calidad, como recoge la Fundación Española de Nutrición (FEN). Y aunque su consumo puede ser una experiencia deliciosa para muchos, para ciertas personas las avellanas pueden representar algunos riesgos para la salud.
Uno de los grupos más destacados incluye a las personas alérgicas a los frutos secos, pues las avellanas son conocidas por desencadenar reacciones alérgicas graves en algunos individuos sensibles. Estas reacciones pueden variar desde síntomas leves, como picazón y erupciones cutáneas, hasta efectos más severos como dificultad para respirar, hinchazón de la garganta y anafilaxia, una reacción alérgica potencialmente mortal que requiere tratamiento médico inmediato. Por lo tanto, los alérgicos a las avellanas deben evitarlas por completo, así como otros frutos secos, para prevenir cualquier riesgo de reacción alérgica adversa.
Otro grupo de riesgo incluye a las personas con historial de cálculos renales o piedras en los riñones. Las avellanas, al igual que otros frutos secos, contienen oxalatos, compuestos químicos naturales que pueden contribuir a la formación de cálculos renales en individuos susceptibles, según un artículo publicado en el New England Journal of Medicine. Para aquellos con antecedentes de cálculos renales, los médicos a menudo recomiendan limitar la ingesta de alimentos ricos en oxalatos, como las avellanas, para reducir el riesgo de desarrollar este problema de nuevo.
Además, las avellanas son una fuente notable de grasas saludables, especialmente ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, como expresa la FEN. Si bien estas grasas son beneficiosas para la salud cardiovascular en cantidades moderadas, las personas que necesitan controlar su ingesta de grasas, como aquellas con enfermedades cardíacas o que están bajo supervisión médica para reducir el colesterol, deben ser conscientes de la cantidad de avellanas que consumen. Un consumo excesivo de este fruto seco podría contrarrestar los beneficios para la salud cardiovascular debido a su alto contenido calórico y en grasas.
Las avellanas también contienen naturalmente ácido fítico, un compuesto que puede interferir con la absorción de minerales como el hierro y el zinc en el tracto digestivo, como demostró un estudio de la Kansas University Medical Center (Estados Unidos) publicado en la Journal of Nutrition. Esto podría ser preocupante para personas que tienen deficiencias de hierro o que dependen de una absorción eficiente de minerales para mantener su salud óptima. En tales casos, los profesionales de la salud pueden recomendar estrategias para reducir el contenido de ácido fítico en las avellanas, como remojarlas antes de consumirlas.
Otro aspecto importante a considerar es que, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), las avellanas a menudo se encuentran contaminadas con aflatoxinas, sustancias tóxicas producidas por ciertos hongos que pueden crecer en condiciones de almacenamiento inadecuadas. La exposición a aflatoxinas está relacionada con un mayor riesgo de enfermedades hepáticas y ciertos tipos de cáncer. Aunque las normativas de seguridad alimentaria son estrictas, las personas con sistemas inmunitarios comprometidos, como aquellos con VIH/SIDA o que se están sometiendo a tratamientos inmunosupresores, pueden ser más susceptibles a los efectos negativos de las aflatoxinas.