Falafel no hay solo uno, hay muchos. Dentro de la categoría de ‘falafel’ se incluyen diferentes elaboraciones, que presentan una gran diversidad dependiendo de dónde se preparan, de quien lo haga o con qué ingredientes lo elabore. Como norma general, entendemos falafel como una croqueta o albóndigas elaborada a base de legumbres, normalmente garbanzos o habas. Servidas habitualmente con salsas o dentro de un delicioso pan de pita, es una de las recetas más conocidas de la gastronomía de Oriente Medio.
Los orígenes del falafel no están documentados y son todo un misterio gastronómico. Nadie puede asegurar que este plato naciera en un lugar y momento concretos, si bien la mayoría de expertos sitúan su origen en India. Es una receta muy popular en Oriente Medio y el Magreb, habiéndose convertido en uno de los estandartes gastronómicos y seña de identidad de la cocina árabe. En la actualidad, el falafel es parte de la dieta habitual en países como Egipto, Siria, Palestina, Irak, Turquía, Líbano o Irán.
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Lo que diferencia al faláfel de cualquier otra albóndiga es que, en esta receta, las habas o garbanzos no se cuecen, sino que simplemente se remojan en agua hasta que se ablandan, normalmente durante toda la noche, y luego se trituran junto con ajo, cebolla, perejil y cilantro, además de especias como comino y cilantro molido. La mezcla se forma en pequeñas bolitas o discos, que luego se fríen hasta dorarse.
Tradicionalmente, el falafel se sirve en pan pita acompañado de ensaladas frescas, tahini o salsa de yogur, y encurtidos. En países de Oriente Medio, esta receta es tan popular que ha conquistado incluso las cartas de restaurantes de comida rápida; en Egipto, por ejemplo, el McDonald’s sirve “McFalafel”, trozos de falafel con guarnición de tomate, lechuga, cebolla, pepinillos y salsa tahini, todo ello envuelto en una tortilla recién hecha.
Estas deliciosas albóndigas se pueden disfrutar como entrante, formando parte un meze, una combinación de alimentos fríos y calientes, como verduras, carne, salsas y panes. Además, el falafel queda delicioso acompañado con salsa de yogur, como ingrediente de ensaladas y boles con mezclas de verduras frescas y otros elementos. Hacerlo en casa es muy sencillo y es un plato perfecto para aprovechar los garbanzos que tenemos en la despensa o para hacer un picoteo de aires mediterráneos en cualquier momento del año.
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Receta de falafel casero
Tiempo de elaboración: 1 hora (8 horas de remojo)
Raciones: 4-6 personas
Ingredientes:
- 250 g de garbanzos secos
- 1 cebolla mediana, picada
- 3 dientes de ajo, picados
- 1 taza de perejil fresco, picado
- 1 taza de cilantro fresco, picado
- 1 cucharadita de comino molido
- 1 cucharadita de cilantro molido
- 1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio
- 2-3 cucharadas de harina de trigo (opcional)
- Sal
- Pimienta al gusto
- Aceite para freír
Elaboración:
- Remojar los garbanzos: Coloca los garbanzos en un bol grande y cúbrelos con agua. Déjalos en remojo durante al menos 8 horas o toda la noche.
- Preparar la mezcla: Escurre y enjuaga los garbanzos. En un procesador de alimentos, mezcla los garbanzos con la cebolla, el ajo, el perejil y el cilantro. Procesa hasta obtener una pasta gruesa.
- Añadir especias: Incorpora el comino, el cilantro molido, el bicarbonato de sodio, la sal y la pimienta a la mezcla de garbanzos. Procesa hasta que todo esté bien mezclado. Si la mezcla está demasiado húmeda, puedes añadir 2-3 cucharadas de harina.
- Formar las bolitas: Con las manos ligeramente humedecidas, forma pequeñas bolitas o discos con la mezcla de garbanzos.
- Freír: Calienta el aceite en una sartén profunda a fuego medio-alto. Fríe los falafel en tandas, asegurándote de no sobrecargar la sartén. Cocina hasta que estén dorados y crujientes por fuera, aproximadamente 3-4 minutos por cada lado. Escurre sobre papel absorbente.
- Servir: Sirve los falafel calientes en pan pita con ensalada fresca, tahini o salsa de yogur, y encurtidos.