El síndrome de la segunda víctima (SVS) es un fenómeno que afecta a los profesionales de la salud después de una complicación o error médico. Aproximadamente la mitad de los profesionales de la salud enfrentarán este síndrome al menos una vez en su carrera, y hasta el 20% de los pacientes hospitalizados pueden experimentar complicaciones. Especialidades como cirugía, anestesia, pediatría y obstetricia-ginecología están especialmente expuestas al SVS.
Las consecuencias del SVS pueden ser diversas, como recoge el doctor Joël Pitre en un artículo para Medscape, abarcando desde aspectos psicológicos y cognitivos hasta sociales, culturales, espirituales y físicos. Aunque existen principalmente datos cuantitativos sobre la frecuencia del SVS, la investigación cualitativa sobre este tema es limitada. Los sentimientos negativos más comunes entre los cirujanos después de una complicación incluyen culpa, depresión, ansiedad, frustración y vergüenza, unos sentimientos pueden tener consecuencias sociales, personales y profesionales, como la autorrestricción de actividades de ocio e insomnio.
La culpa es especialmente pronunciada en casos de muerte de pacientes y puede persistir en el tiempo, a menudo acompañada de síntomas depresivos. Por otra parte, la ansiedad también es común y puede manifestarse como ira, frustración o mala educación hacia los pacientes o el equipo quirúrgico. Los errores o complicaciones pueden afectar el juicio y la confianza en uno mismo, llevando a la reflexión y el cuestionamiento sobre lo que podría haber evitado la complicación.
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El SVS puede tener repercusiones en el desempeño profesional, conduciendo a conductas de evitación y teniendo implicaciones médico-legales o disciplinarias. Muchos cirujanos sienten que su comportamiento profesional no ha sido óptimo después de una complicación, lo que a menudo resulta en que dejan de realizar ciertas actividades o tipos de intervenciones.
Los cirujanos, debido a las situaciones estresantes y desafíos técnicos que enfrentan a diario, son particularmente susceptibles al SVS. A menudo, la aparición de una complicación quirúrgica se aborda únicamente desde un punto de vista técnico, sin considerar adecuadamente sus consecuencias emocionales. Estos profesionales también se vuelven más meticulosos en mantener registros médicos y rastrear el consentimiento después de una complicación, pues están preocupados por su reputación y pueden experimentar insatisfacción profesional debido a la crítica y la condena en un entorno altamente competitivo.
A pesar de los desafíos, las complicaciones quirúrgicas pueden ser oportunidades para el crecimiento y la mejora. Algunos cirujanos se vuelven más cautelosos y vigilantes, ya que comprenden mejor los problemas de seguridad. A nivel de servicio e institucional, se observan mejoras en los procedimientos y protocolos, así como una mejor comunicación con la administración.
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La respuesta individual al SVS depende de la personalidad y la experiencia del cirujano, lo que puede resultar en una variedad de reacciones que contribuyen a la intensidad del SVS. Muchos cirujanos admiten una falta de habilidades para manejar las complicaciones desde un punto de vista no técnico, especialmente entre los más jóvenes. Por ello, cada vez son más los sanitarios que abogan por programas de formación y un cambio cultural dentro del entorno quirúrgico para abordar el SVS de manera más efectiva.