Es difícil resistirse al placer de una onza de chocolate. Ya sea con leche, con un alto porcentaje de cacao o incluso blanco, una buena tableta de chocolate es una de esas cosas que nunca falta en las cestas de la compra de los amantes del dulce. Sin embargo, comprar una de estas tabletas y guardarla en casa también tiene su truco, puesto que son muchos los que cometen algunos errores que pueden afectar a su sabor o incluso a su textura.
Los chocolates son alimentos altamente sensibles y su calidad puede empeorar drásticamente en determinadas condiciones. Les afecta el calor (sol, fuentes de luz, calentadores, hornos o ventilación), así como la humedad, las variaciones drásticas de temperatura y los de otros alimentos olores. Es por ello que, sobre todo para aquellos amantes del chocolate más gourmet, saber cómo conservar esta delicia dulce es clave.
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Son muchos y muy diversos los estudios, publicaciones y consejos que corren por la web hablando sobre el tema. Todos ellos coinciden en una cosa: no debemos conservar el chocolate en la nevera o en el congelador. Lo cierto es que, al guardar el chocolate a temperaturas más bajas de 15 °C, el frío impide el desarrollo del aroma característico del cacao.
Además, la humedad y el frío propios de la nevera blanquean la superficie del chocolate y generan en él una capa áspera. “Si la temperatura es demasiado baja y la humedad elevada, la grasa y el azúcar pueden cristalizar sobre la superficie: adquiere aspecto blanquecino y sin brillo y textura desagradable”, aseguraba el tecnólogo de alimentos Miguel A. Lurueña a través de su cuenta de X (Twitter). Además, otros peligros de conservar el chocolate en el refrigerador incluyen la transferencia de sabor y olor de otros alimentos contiguos al chocolate.
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El chocolate no se guarda en el frigo. Si la temperatura es demasiado baja y la humedad elevada, la grasa y el azúcar pueden cristalizar sobre la superficie: adquiere aspecto blanquecino y sin brillo y textura desagradable.Mejor: lugar fresco (15-18°C) y seco #gominolasdepeseta pic.twitter.com/gyHlElXAWv
— Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) September 13, 2021
Pero tampoco el calor favorece al chocolate. A temperaturas más altas, especialmente superiores a 20 °C, el aroma dulce propio de los azúcares y grasas añadidos destacan por encima del sabor a cacao. Además, el calor excesivo favorece la cristalización de la grasa sobre la superficie, podría también derretirlo y alterarlo en aspecto.
Cómo conservar y degustar el chocolate
Entonces, ¿cuál es la solución? La temperatura ideal de conservación del chocolate se encuentra entre los 16 y los 19 °C, y debe ser en un lugar fresco y seco, alejado de olores fuertes de la luz directa del sol. La despensa sería, por lo tanto, un lugar perfecto para guardar nuestro chocolate, especialmente en los meses fríos y templados del año. Otra de las opciones más adecuadas para guardar las tabletas y bombones es una nevera de vino, que conserva una temperatura estable de entre 14 y 20 grados.
Solo hay un caso en el que el frigorífico puede ser la ubicación “menos mala” para guardar el chocolate: cuando las temperaturas durante el verano superan los 30 grados y el calor puede echar a perder por completo el chocolate. En estos casos, la solución sería guardar el chocolate en la nevera, aunque envuelto en un papel que absorba la humedad.
Además de conservarlo bien, es imprescindible cuidar la degustación de nuestro chocolate, siendo crucial seguir ciertos pasos para apreciar al máximo su sabor y aroma. La chocolatería Chocolates Artesanos Isabel comparte con sus clientes los consejos para disfrutar al máximo de este producto.
Si hemos decidido guardarlo en un lugar frío, es conveniente, antes de consumirlo, mantenerlo a temperatura ambiente durante una media hora para así poder apreciar todos sus matices. Hay que tener en cuenta que el chocolate frío solo nos aporta el 20% de los sabores que podemos encontrar al degustarlo a la temperatura correcta.
Para comprobar que nuestro chocolate está en perfectas condiciones, debe mostrar una superficie brillante, y su rotura debe ser seca y limpia. Para disfrutar y apreciar todos sus matices, al ponerlo en la boca debemos dejarlo fundir despacio y masticarlo en pequeños trocitos, paladeándolo lentamente.