Licor de madroño, la bebida más madrileña que se sirve en chupitos de barquillo y chocolate

Arbutus unedo es el nombre científico que recibe el popular madroño, un árbol frutal perteneciente a la familia de las ericáceas que es también el icono más popular de la ciudad de Madrid. Se trata de un árbol que puede crecer tanto en zonas costeras como en el interior, siempre que el frío no sea intenso, y que cuenta con un tronco rojizo, una corteza con escamas en tonos grisáceos y unas flores similares a las de los brezos en otoño.

Además de todo ello, el madroño es un símbolo para los madrileños, pues forma parte desde hace siglos del escudo que les representa. La presencia del madroño en las armas heráldicas de Madrid surge ante una disputa entre la Villa de Madrid y la Iglesia en el año 1222 por la propiedad de unas tierras próximas a la ahora capital. Finalmente, se concluyó que la Villa se quedaría con las zonas arboladas y la Iglesia con los pastos, de ahí que se incluyera el madroño, árbol habitual en la zona, para acompañar al oso en el escudo.

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De este árbol nace un fruto de lo más curioso: una baya, de color rojo cuando está madura, que crece cubierta de púas. Pero, sin duda, una de las características más llamativas del fruto del madroño es que su composición cuenta con un 0,5% de alcohol cuando están muy maduros, pues sus azúcares pasan por un proceso de fermentación natural. De este pequeño porcentaje surge el producto del que hablamos hoy, un licor elaborado a partir de este fruto y que se convierte en un icono líquido de la ciudad de Madrid.

El licor de madroño cuenta con un sabor bastante dulce, ya que se elabora con anís u orujo dulce, canela, miel y los madroños. Para elaborarlo, se unen todos estos ingredientes y se dejan macerar varias semanas. Cuando el líquido ha adquirido un color pardo, se cuela y ya está listo para consumir.

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Ya en el siglo XIV se conocía que el rey Felipe IV hacía uso de las propiedades curativas de este fruto tan característico. Por aquel entonces, después de cada comida tomaba una copa a base de machacar el madroño y añadirle alcohol de vino. Peor no fue hasta mucho después, finales del siglo XX, que comenzó a degustarse este fruto como bebida espirituosa.

El licor que conocemos a día de hoy nació gracias al famoso confitero Cruz Palomo, quien a mediados de los años 40 del siglo pasado creó esta receta por absoluto error. Tal y como el repostero contó en una entrevista para El País en 1984, todo empezó a raíz de una “sobredosis” de madroño. “Pensé que se trataba de una fuerte subida de tensión y me fui al médico, quien me aclaró que lo que yo tenía era una gran borrachera producida por los madroños. Empecé entonces a utilizarlo y preparé un licor para rellenar los bombones, que luego decidí embotellarlo y ofrecérselo como homenaje a la villa del oso y el madroño”, apuntó Cruz Palomo en ese momento.

Hoy en día su consumo es popular en Madrid, tanto comprando directamente la botella como pidiéndolo en algún bar o restaurante. De hecho, existe un local llamado El Madroño, en el que, entre otros platos típicos de la capital, se puede tomar un chupito de licor de madroño en un pequeño vaso hecho de barquillo y chocolate. Ubicado muy cerca de la plaza Mayor, en el número 10 de la calle Latoneros, se trata de uno de los locales con más historia de la zona.

El Madroño abrió sus puertas en 1947 y, desde entonces, se ha dedicado a servir tapas y platos tradicionales de la cocina madrileña, siempre acompañados de una buena caña de cerveza, un vino o, como no, un chupito de su madroño. Gracias a su decoración, podemos contemplar cómo ha ido variando el diseño del escudo de Madrid, desde sus orígenes, allá a fines del siglo XII, hasta nuestros días, cuando ya se puede apreciar el característico oso y su árbol como acompañante.

Este curioso chupito puede ser el culmen perfecto para una comida basada en algunas de las tapas y platos más conocidos y deliciosos de la gastronomía española, entre ellas los huevos rotos con jamón, el cocido, el bacalao rebozado o unos callos a la madrileña. A todo ello se le suman postres como el generoso gofre de chocolate, su bien preparado flan y sus sabrosas torrijas. El Madroño también es sitio de desayunos, por lo que en sus mesas se pueden disfrutar desde unas tostadas de tomate con jamón hasta unos buenos churros o porras con chocolate o café.