Pocas cosas en la cocina más difíciles y tediosas de limpiar que el horno, especialmente por la variedad de alimentos que se cocina en su interior. Más aún, las altas temperaturas que alcanza hace que toda mancha termina quemándose y adhiriéndose con fuerza a la superficie.
Cada cocinero, tanto profesional como amateur, tiene su técnica para enfrentarse con la suciedad: con el horno encendido o apagado, a baja o alta temperatura, usar productos químicos o solo agua, estropajo o paño. Todas son válidas, pero las hay que son más eficientes que otras.
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El chef Karlos Arguiñano tiene un truco infalible para para llevar a cabo esta agotadora tarea de una manera sencilla que -casi- no supone esfuerzo alguno. El famoso cocinero vasco emplea una mezcla de productos que todo el mundo tienen en la despensa de su casa: agua, bicarbonato de sodio y vinagre. Arguiñano asegura que la sustancia resultante es imbatible para eliminar la grasa y los residuos de alimentos que se pegan en el horno.
Pasos a seguir
1. En un bol -puede ser ese viejo de plástico que tienes en el fondo de la cajonera- mezclaremos un chorrito de vinagre, un vaso de bicarbonato y otro vaso de agua. Revolveremos hasta que se integren bien los tres ingredientes.
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2. Una vez que tenemos la mezcla hecha de la manera correcta, procederemos a aplicarla sobre la superficie del horno. Para ello hay que extenderla cuidadosamente, con la ayuda de un estropajo, por las zonas que queremos limpiar. Es muy importante no frotar.
3. Cuando la sustancia esté bien esparcida por toda la superficie del horno, lo que tenemos que hacer es introducir en el mismo un recipiente -que soporte el calor por supuesto- lleno de agua. Acto seguido, pondremos en funcionamiento el horno a una temperatura de 100 grados. Lo dejaremos actuar durante una hora.
4. Pasado los 60 minutos reglamentarios -hay que tener paciencia y no apurar el proceso- la mezcla habrá actuado el tiempo suficiente para ablandar las manchas. Así, emplearemos un paño húmedo para retirar toda la suciedad, que se quitarán como si se tratara de un acto de magia.
Con este truco, nos quedaremos sin excusas para que nuestro horno se parezca a un cuadro de Jackson Pollock. ¡Gracias, Arguiñano!
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