El empresario Bryan Johnson ha llevado el concepto de longevidad a un nivel completamente nuevo, convirtiéndose en el protagonista de su propio experimento para revertir los efectos del envejecimiento. Conocido por su enfoque metódico y su disposición a implementar tecnología de punta en su vida diaria, Johnson protagoniza el documental No te mueras: El hombre que quiere vivir para siempre, donde detalla un régimen compuesto por más de 100 acciones diarias para optimizar su cuerpo y mente.
Su obsesión por reducir su edad biológica lo ha llevado a adoptar una rutina exhaustiva que combina suplementación, terapias avanzadas y alimentación rigurosamente controlada. Este enfoque radical plantea preguntas fundamentales sobre los límites de la ciencia y el verdadero costo, físico y emocional, de perseguir la inmortalidad. “Uno de los objetivos clave es lograr la edad biológica más baja posible”, afirma Johnson en su documental.
Optimización desde el primer minuto
El día de Bryan Johnson comienza con precisión quirúrgica. Apenas se despierta, enciende una luz específica en su baño, diseñada para simular la exposición a la luz solar. Según el propio Johnson, este es el primer paso para “colocar al cuerpo en su estado ideal”. A continuación, toma tres pastillas mientras mide su temperatura corporal mediante un termómetro en el oído interno.
El enfoque en su sistema nervioso es otra prioridad matutina. Johnson se coloca un pequeño electrodo en el oído que estimula su sistema nervioso autónomo. Este procedimiento, según su perspectiva, busca promover un estado más parasimpático, ayudando a que su cuerpo alcance un estado de calma y equilibrio.
La dieta de Johnson es estricta, pero también es innovadora en su implementación. Cada día consume un brebaje llamado “El gigante verde”, que complementa con la ingesta de 54 pastillas por la mañana y 34 más antes de finalizar su día. Estas píldoras, diseñadas bajo supervisión médica, contienen vitaminas, minerales y otros compuestos supuestamente seleccionados para combatir el envejecimiento.
En cuanto a su alimentación sólida, las verduras ocupan un lugar central. Las comidas de Johnson están cuidadosamente calculadas, con horarios fijos y nutrientes específicos para maximizar los beneficios metabólicos. El límite de su última comida diaria es a las 11, un horario que forma parte de su estrategia para regular los ritmos circadianos.
Terapias y tratamientos diarios
La rutina diaria de Bryan Johnson incluye un conjunto de terapias y procedimientos que resaltan su enfoque tecnológico y su inversión en innovación médica. Durante una hora, realiza ejercicios físicos diseñados para mantener su cuerpo en una forma óptima. Complementa esta actividad con una estimulación electromagnética de alta frecuencia aplicada en el abdomen, que supuestamente contribuye al fortalecimiento muscular y la regeneración celular.
Además, dedica 12 minutos a una terapia de luz cercana y roja, utilizada con fines regenerativos para acelerar la curación de los tejidos. Otro de los tratamientos destacados en su día a día es la radioterapia, que forma parte de su plan de regeneración auditiva. A estos procedimientos se suma el uso de una gorra con 312 diodos láser, que busca estimular el crecimiento del cabello.
“No es ciencia”, dice el Dr. Vadim Gladyshev, profesor de medicina en Harvard, que es entrevistado en el documental. “Es solo atención”. Pero el consultor de longevidad de Johnson, Oliver Zolman afirma: “Es el mejor conejillo de indias que cualquiera podría pedir”.
Filosofía de Blueprint: la lucha por la juventud biológica
El proyecto de Johnson, conocido como Blueprint, tiene un objetivo claro: lograr la edad biológica más baja posible. El empresario trata de “colocar el cuerpo en un estado ideal para frenar y, eventualmente, revertir el envejecimiento”. Aunque su régimen puede parecer extremo, Johnson lo defiende como una estrategia para empujar los límites de la ciencia y la tecnología en beneficio de la humanidad.
A pesar de sus esfuerzos, la figura de Bryan Johnson y su régimen de vida han suscitado críticas significativas. En el documental, expertos y observadores señalan que el enfoque de Johnson se basa en un único estudio: él mismo. Este modelo, si bien es interesante desde una perspectiva personal, limita el alcance científico de sus hallazgos.
Por otro lado, se cuestiona la viabilidad y la ética de su régimen. La cantidad de recursos financieros, médicos y tecnológicos que requiere hace que sea inalcanzable para la mayoría de las personas. Además, hay numerosas personas que critican su visión del cuerpo humano como una máquina que puede ser optimizada tecnológicamente, argumentando que esta perspectiva ignora la diversidad de objetivos y realidades humanas. También añade: “La mente consciente está desesperada por aferrarse al poder”.
El documental plantea interrogantes sobre el impacto emocional de un régimen tan intensivo. Johnson, descrito por algunos como un “individuo solitario con una obsesión por la longevidad”, parece ejemplificar los riesgos de reducir toda una vida a la búsqueda de un único propósito.