Paul Mescal interpretó a Lucius Verus en el “Gladiator II”, el personaje principal. La historia se desarrolla 16 años después de los sucesos mostrados en la primera película. Un hombre que, tras ser capturado por los soldados romanos, inicia su camino como gladiador.
El filme destaca cómo Marcinus, personificado por Denzel Washington, teje conspiraciones para derribar a los emperadores Caracalla y Geta, interpretados por Fred Hechinger y Joseph Quinn respectivamente.
Para poder estar a la altura de un papel tan importante y para la secuela de una película histórica, Mescal sabía que tendría que haber mucho trabajo. Pero no por una cuestión actoral, más bien por llegar físicamente como un verdadero gladiador romano de época.
La transformación para convertirse en gladiador
Cuando Ridley Scott, director de la película, llamó a Mescal para ofrecerle el papel principal en “Gladiator 2″, el actor irlandés apenas tenía doce semanas para moldear su físico al de un guerrero del Coliseo. A pesar del poco tiempo que le quedaba por delante, asumió el desafío.
Se contactó a Tim Blakely, entrenador personal y ex marino conocido por preparar a figuras como John Boyega y Gerard Butler. La conexión fue inmediata, y juntos trazaron un plan que equilibrara las exigencias de las tablas con el rigor físico del cine épico.
El objetivo era claro: dotar a Mescal de una apariencia atlética y funcional, alejada de la exageración que caracteriza a los héroes de acción actuales. Según Blakely explicó a la revista para hombres GQ, se inspiraron en la figura de un jugador de rugby de élite: “El objetivo era que ganara en tamaño y se pusiera más fuerte. Pensamos en un jugador de rugby de segunda línea; fuerte, en forma y ágil como un decatleta”.
La base deportiva previa de Mescal, desarrollada durante años de práctica de fútbol gaélico, fue un pilar para diseñar el entrenamiento. Blakely recuerda cómo el actor ya contaba con una fortaleza natural que facilitó los primeros pasos del programa, que arrancó con rutinas de empuje y tracción de alta intensidad. Con repeticiones cortas pero intensas.
El entrenamiento lo exigía por cinco o seis días a la semana con ejercicios compactos pero demandantes. Una vez libre para dedicarse exclusivamente al proyecto cinematográfico, el plan evolucionó hacia sesiones enfocadas en grupos musculares específicos.
Cada jornada incluía trabajo exhaustivo para pecho, hombros o espalda, intercalando técnicas avanzadas como series descendentes, que llevaban al actor al límite físico con cada repetición. “Obviamente había cosas que se solapan. Los hombros se trabajaban los días de pecho, los tríceps los días de hombros y pecho, y los bíceps los días de espalda”, explicó el entrenador a CQ.
Hubo algunas sesiones de entrenamientos en las que apuntaron a un enfoque distinto para llegar al fallo muscular y exigir al máximo a Mescal. De esa manera, lograría mayor ganancia muscular. “Es posible que de vez en cuando añadiéramos series descendentes”, afirmó Blakely.
Como buscaban un cuerpo completamente atlético, también el entrenamiento de piernas tenía mucha importancia en la preparación. “Si luchas en un teatro, necesitas unas piernas grandes y potentes. También por los andares. Queríamos que entrara en la arena caminando con fuerza, y lo hizo”, afirmó el preparador físico.
Sin embargo, a pesar del cuerpo atlético y de la imagen que querían mostrar de Mescal en “Gladiator 2″, decidieron no entrenar cardio. Como explicó antes Blakely, el actor tenía un previo entrenamiento por decisión propia que le permitió desistir de entrenar esta condición.
La dieta, la otra parte fundamental
La preparación física de Mescal no dependió solamente de horas de entrenamiento intenso. El enfoque disciplinado en su alimentación también era una pata vital para lograr la transformación y el físico que se requería para el papel.
Desde el principio, el actor dejó claro a Blakely que su estilo de vida incluía hábitos como el consumo de alcohol y fumar, lo que podría haber complicado un programa nutricional estricto.
Sin embargo, en lugar de eliminarlos por completo, ambos acordaron buscar un equilibrio funcional que permitiera resultados óptimos sin sacrificar del todo los placeres cotidianos del actor. “Si estás dispuesto a sacrificarte por otro lado, creo que podremos hacer algo”, fue exactamente lo que le dijo el entrenador, según GQ.
Blakely adoptó un enfoque práctico. Ajustó la ingesta de calorías de Mescal según sus actividades y hábitos diarios. En un gesto de honestidad poco común, Mescal no solo informaba cuántas pintas había consumido entre entrenamientos, sino que incluso consultaba a su preparador cuánto podía permitirse antes de comprometer el progreso de sus sesiones.
El plan dietético se centró en alimentos básicos y efectivos: huevos, pollo, carne vacuna, pescado y arroz, elementos clave para proporcionar la energía y los nutrientes necesarios para ganar masa muscular magra y mejorar el rendimiento físico.
“Su cuerpo absorbía la comida. Estaba ganando tejido magro a la vez que adelgazaba”, aseguró el entrenador. Esta parte era fundamental, ya que al fin y al cabo era el objetivo de todo el entrenamiento.
“Había una negociación de cinco minutos sobre qué íbamos a hacer y cuánto íbamos a hacer en cada sesión, y cuando lo asimilaba, se ponía manos a la obra y lo cumplía todo”, cerró Blakely.