El proyecto de ley de promoción de una alimentación saludable, etiquetado informativo visible y la prohibición de publicidad de bebidas envasadas (gaseosas, jugos, aguas saborizadas, entre otras) que contengan sello de advertencia se sancionó en la Cámara de Senadores en octubre pasado, y a fines de abril se debatió en Diputados. Su objetivo primordial es combatir el sobrepeso y la obesidad, considerados un grave problema de salud pública.
Si bien se trata de una realidad global –la obesidad se duplicó entre 1980 y 2014 en el mundo–, según datos de la ONU, en Latinoamérica y el Caribe es especialmente crítica y afecta a uno de cada cuatro adultos. Se calcula que más de 600.000 personas mueren al año por enfermedades relacionadas con la alimentación deficiente, como por ejemplo diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.
Por esta razón, diversos organismos internacionales, entre ellos la OPS/OMS y UNICEF, pidieron a los países que buscasen soluciones para enfrentar el aumento de la malnutrición, que afecta sobre todo a las personas de menos recursos, porque la comida no saludable suele ser más económica.
Argentina no escapa a estos números alarmantes. La Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud determinó que, en nuestro país, el 41,1 por ciento de los menores de entre 5 y 17 años presenta exceso de peso, porcentaje que llega al casi el 68 por ciento en los mayores de 18 años.
“El proyecto contempla un sistema de etiquetado frontal en alimentos y bebidas que advierta a los consumidores el exceso de determinados nutrientes críticos como azúcar, sodio y grasas saturadas”, explica la doctora Busnelli, directora del Centro de Endocrinología CRENYF (MN110351), y agrega: “Una de las metas principales es disminuir la obesidad infantil mediante un cambio en los hábitos de compra y de consumo, por lo que se podría decir que los niños adquieren un especial protagonismo”.
ENTRE LA COMPRENSIÓN DEL CLIENTE Y EL FORTALECIMIENTO DE LA LIBRE ELECCIÓN
-La mayoría de los alimentos envasados tiene una tabla con la información nutricional. ¿Qué cambiará el etiquetado frontal, más allá de facilitar el acceso a esta información?
-La realidad es que la tabla nutricional actual no es un gran aliado en la comunicación alimentaria, por varias razones. Primero, porque no todos saben leerla. En segundo lugar, porque, después de leer, es necesario comprender y, por último, porque hace falta entender no solo para uno mismo, sino para una persona distinta del resto. El etiquetado frontal busca facilitar la comprensión del cliente y fortalecer la libre elección como derecho de los consumidores, pero para tomar decisiones inteligentes tenemos que tener información y no solo advertencias.
-¿Considerás que, para el consumidor, basta con saber si un producto tiene excesos de sodio, grasas, azúcares o calorías?
-No. Centralizar la educación alimentaria en los excesos es un error, nos lleva a pensar que hay alimentos prohibidos y que en no consumirlos está la solución al exceso de peso y la consecuente enfermedad de la obesidad. Parece simple, ¿no? La calidad de los productos que consumimos es un aspecto central en nuestra salud, de allí la importancia de una ley de etiquetado que permita saber cuáles son los ingredientes de los productos. Sin embargo, al focalizarnos en los nutrientes que en exceso pueden no ser saludables y, a su vez, dejar de lado la información sobre la presencia de nutrientes protectores, no ayudamos al consumidor a realizar una buena elección, solo fomentamos la prohibición de alimentos, y prohibir nunca es la solución.
-Los alimentos ya son aprobados antes de su comercialización. ¿Por qué entonces impactaría tanto esta norma?
-Porque la connotación negativa que otorga el etiquetado a numerosos alimentos va a modificar su elección. Y sabemos que la industria trabaja y produce a demanda de la población.
EL IMPACTO EN LA SALUD
-¿Qué indicadores de salud podrían modificarse?
-Un objetivo de la presente ley es colaborar con la prevención de la malnutrición en la población y la reducción de enfermedades no transmisibles. Por lo tanto, se esperaría que, a largo plazo, se modifiquen nuestros patrones de consumo y, por ende, las estadísticas de sobrepeso y obesidad.
-La ley apunta a combatir el alto índice de obesidad que se da en Argentina, con una alarmante cifra en menores de cinco años. ¿Cómo impactaría en el marketing de los productos destinados a los niños?
-La ley explicita que no se pueden publicitar aquellos alimentos y bebidas que, dirigidos en especial a niños y adolescentes, contengan al menos un sello de advertencia. A su vez, aclara que, en esos productos y en aquellos donde la leyenda mencione que contienen edulcorantes, no se podrán incluir personajes infantiles, animaciones, dibujos animados, celebridades, deportistas o mascotas, la entrega de premios, regalos o cualquier otro elemento, como así tampoco la participación en concursos, juegos, eventos de cualquier índole.
Con relación a los establecimientos educativos, la ley especifica que es responsabilidad del Consejo Federal de Educación el promover actividades didácticas y de políticas que establezcan contenidos mínimos de educación alimentaria nutricional en las escuelas de todo el país. Aclara también que, en esos espacios, no se podrán comercializar ni ofrecer alimentos que contengan algún sello de advertencia.
-La Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) se manifestó a favor de la ley, pero destaca la importancia de “informar y no demonizar”. ¿Qué opinión te merece ese comentario?
-Creo que de esto se trata. La gran herramienta de las famosas dietas restrictivas es justamente eso: la restricción. ¿Por qué? Porque esto hace que las personas centren toda su atención en aquello que sí y que no deben comer, hecho que puede provocar numerosos trastornos y aumento de peso con un gran impacto metabólico. El sistema de advertencia es un modelo punitivo que provoca temor y genera la sensación de que la solución al sobrepeso y obesidad, objetivo de la presente ley, es la restricción de aquellos productos con al menos un octógono negro.
UNA OPORTUNIDAD PARA MEJORAR LA CALIDAD NUTRICIONAL
-¿Sirve esta herramienta por sí sola, si no está acompañada por otras, como por ejemplo, educación o política de precios?
-Tenemos que trabajar mucho más, fundamentalmente en la educación alimentaria del consumidor, facilitándole opciones y estrategias para manejarse en un mundo obesogénico, pero no solo por la abundancia de alimentos sino también por expresiones genéticas, estrés, factores favorecedores del sedentarismo, ausencia de regulación de precios en alimentos saludables y falta de conciencia acerca de que la obesidad es una enfermedad. El etiquetado frontal es una herramienta con la que no hay que descansar. El trabajo sigue y es mucho.
-¿Creés que tendrá impacto en la industria en cuanto a la elaboración de productos más saludables?
-No podría afirmar que eso vaya a pasar. El sello incita a la negación de compra de algunos productos, pero las causas por las cuales accedemos a los alimentos son múltiples, no solo por su etiqueta. De todos modos, espero que sí. Si bien la prohibición de alimentos no es el camino, ¿qué mejor que abunden productos en los cuales haya cada vez mejor calidad nutricional?
-En tu opinión, ¿cuál es el paso siguiente a la aprobación de la ley?
-Creo que urge que se discuta en el Senado la declaración de la obesidad como enfermedad.
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