Los niños necesitan dormir. Y la manera entrecortada en que muchas veces lo hacen dificulta no sólo su descanso sino también el de sus padres, con todo lo que eso implica. Por eso expertos de la Universidad de Harvard elaboraron una sencilla guía de cuatro puntos para ayudar a los pequeños a conciliar el sueño de manera eficiente.
Es que así como en los adultos, la falta de sueño está asociada con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, depresión, diabetes, hipertensión y mortalidad general, en los niños, durante las horas de descanso se producen nuevas conexiones cerebrales, se consolida lo aprendido durante el día, se producen diferentes hormonas importantes para el desarrollo, entre otras funciones.
Para empezar, es bueno conocer que “el sueño es un proceso madurativo que se va modificando a lo largo del desarrollo infantil. No es uniforme, sino que va cambiando desde el sueño fetal hasta la adultez y se ve influenciado por la manera de adaptación del niño al medio que lo rodea, sumado a la constante maduración cerebral y al aprendizaje de las rutinas familiares, que para el bebé significan una novedad”. La médica pediatra, psiquiatra infanto juvenil y psicoanalista de niños y familias Marisa Gandsas (MN 78223) comenzó a explicar a Infobae que “el dormir no es solo una función corporal durante la cual el cuerpo se relaja por completo sino por lo contrario es un momento donde el cerebro continúa trabajando”.
Y amplió: “El consumo de oxígeno cerebral es aún mayor que en estado de vigilia, ya que es en este momento cuando la neurona se recupera de su actividad diurna, aumentando la síntesis proteica, además, otras de las funciones más importantes que ocurren durante el sueño son regeneración y restauración orgánica, estímulo del sistema inmunitario, de las defensas del organismo y crear espacio a nivel cerebral para nuevas adquisiciones”.
En una reciente publicación de la Universidad de Harvard, expertos resaltaron que “los estudios demostraron que no dormir lo suficiente puede contribuir a la obesidad. Pero aún más preocupante, los estudios muestran que los niños que no duermen lo suficiente pueden terminar con problemas de comportamiento y aprendizaje que persisten durante años y afectan la vida de un niño para siempre. Los adolescentes que no duermen lo suficiente corren un mayor riesgo de depresión y problemas de aprendizaje, y es más probable que tengan accidentes automovilísticos y otros accidentes”.
Y enumeraron cuatro maneras de ayudarlos a conciliar el sueño.
1- Hacer del sueño una prioridad
Así como se organizan las comidas de la semana, el tiempo para la tarea, los deportes y otras actividades, los expertos recomendaron programar el tiempo para dormir.
Para eso, aconsejaron comenzar de atrás para adelante: desde la hora en que el niño necesita levantarse por la mañana, calcular la cantidad de horas que necesita dormir, y establecer así una hora de acostarse.
En el caso de los preadolescentes y adolescentes, esto puede llevar a algunas conversaciones con ellos y decisiones en conjunto que pueden resultar difíciles, tales como reducir algunas actividades, hacer la tarea antes y trasladar algunas actividades de ocio exclusivamente a los fines de semana.
2- Preparar el momento de irse a la cama
Nadie puede pasar directamente de una actividad intensa física o mental a dormir. Así, si la hora establecida son las 21, por ejemplo, eso significa que el niño debe comenzar a relajarse entre las 20 y las 20.30 para estar preparado para conciliar el sueño a la hora señalada.
3- Nada de pantallas
Si de preparar el terreno para el buen descanso se trata, los padres deben saber que la luz azul emitida por las pantallas puede despertar el cerebro y hacer que sea más difícil conciliar el sueño. Esto es particularmente así para las “pantallas pequeñas”, como teléfonos o tabletas, que se sostienen más cerca de la cara.
En este punto, los expertos de Harvard recomendaron apagar los dispositivos electrónicos una hora antes del horario en que se quiera que el niño se duerma.
Asimismo, señalaron que los teléfonos deben cargarse fuera de la habitación o, como mínimo, ponerse en modo “no molestar”.
4- Mantener las rutinas los fines de semana y las vacaciones
Si bien, algunos días puede flexibilizarse un poco la rutina, y por ejemplo, permitirles quedarse despiertos una hora más tarde, o dejarlos dormir un rato más tarde en la mañana, los especialistas en sueño destacaron que no es recomendable cambiar mucho los horarios de descanso.
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