Cocinar alimentos al carbón es una actividad común entre los mexicanos, principalmente en regiones del norte del país donde se acostumbra a realizar carnes asadas para festejar algún evento importante como cumpleaños, reuniones familiares o con amigos.
Sin embargo, esta actividad puede tener efectos negativos en la salud en las personas que preparan sus alimentos de esta forma. Así lo informó la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
En la Revista del Consumidor del mes de marzo, la Profeco incluyó un artículo donde pidió a la población reducir el consumo frecuente de alimentos cocinados en esta modalidad, ya que los productos quemados o tostados generan sustancias químicas que, en grandes cantidades, pueden propiciar al desarrollo de células cancerígenas.
La publicación detalló que los modos de cocción a altas temperaturas mayores a los 150 grados Celsius -como asar en una parrilla a fuego directo o freír en un sartén a fuego alto- afectan la composición química de los alimentos, principalmente de las carnes frías.
Una de las sustancias generadas en la cocción con carbón es la acrilamida. Es un compuesto orgánico que se produce en la cocción de los alimentos debido a la reacción de aminoácidos y azúcares, principalmente en aquellos que contienen altos índices de carbohidratos. En la medida en que aumente la temperatura y el tiempo de cocción, suben los niveles de este compuesto químico.
De acuerdo con estudios compartidos por la Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido (FSA por sus siglas en inglés), el proceso de tostado excesivo sube el nivel de acrilamida que, según sus estudios en animales, causa tumores.
Por otra parte, una investigación del American Heart Association (AHA por sus siglas en inglés) concluyó que el consumo frecuente de carne a la parrilla puede causar un riesgo elevado de tener hipertensión arterial.
Su estudio descubrió que las personas que consumieron carne asada en altas temperaturas, con una frecuencia de 15 veces o más al mes, tuvieron un 17% de probabilidad de sufrir presión alta en contraste con aquellas personas que no consumieron el alimento en esa misma frecuencia.
Ante esta situación, la Profeco emitió una serie de recomendaciones para reducir los niveles de acrilamida en alimentos tostados, fritos o quemados. La primera de ellas fue reducir la regularidad con la que se consume alimentos así, la poca periodicidad de esta modalidad de cocinar no afecta a la salud.
Una exposición prolongada a fuego lento no genera alteraciones químicas, es una forma saludable de prepara los alimentos. Marinar o preparar salsas para sazonar la carne protege la liberación de jugos que interactúan con el fuego y causan las sustancias químicas, también la eliminación de las grasas de la carne es benéfico para su cocción al carbón.
La Profeco recalcó que las partes calcinadas o carbonizadas de los alimentos son las zonas con mayor concentración de acrilamida, por lo que es mejor no comerlas y retirarlas del producto final. Por último, cocinar en exceso los alimentos los predispone a soltar más niveles de la sustancia química.
La Revista del Consumidor hace publicaciones mensuales donde comparte información de diversos productos para que las personas conozcan el contenido real de los productos, en el mes de febrero descifraron el contenido verdadero de la “miel de maple” y concluyeron que dicho nombre es engañoso a los consumidores.
También vigila el cumplimiento de servicios, como la calidad del internet en México. El mes pasado el servicio Izzi sufrió una caída del sistema que afectó a miles de usuarios, por lo que la Profeco pidió un informe de los motivos de sus fallas.
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