El estrés ante circunstancias hostiles o desafíos de la vida cotidiana no necesariamente tiene que ver con repercusiones negativas en la salud. Para los expertos, de hecho, se trata de una respuesta natural del organismo. Sin embargo, cuando este mecanismo se activa en exceso, puede traer consecuencias, especialmente en lo relacionado al envejecimiento.
En ese sentido, recientemente, un estudio realizado por especialistas de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, planteó que “la edad biológica (NdeR: un indicador que releva la salud del organismo con el paso del tiempo) sufre un rápido aumento en respuesta a diversas formas de estrés”. El trabajo fue publicado en la revista Cell Metabolism y contó con la colaboración de investigadores de la Universidad Duke.
Para los autores, la edad biológica no está indeleblemente ligada a la edad cronológica, que es el clásico recuento de los años de vida más allá del estado de salud del individuo. “Las personas pueden ser biológicamente mayores o más jóvenes de lo que implica su edad cronológica. Además, la creciente evidencia en modelos animales y humanos indica que la edad biológica puede verse influenciada por eventos estresantes como enfermedades, un tratamiento farmacológico, cambios en el estilo de vida, y exposiciones ambientales, entre otros factores”, revelaron los científicos.
En ese tono, en el estudio observaron que la edad biológica “puede modificarse y revertirse total o parcialmente si se alivia el estrés”, con cambios que se pueden producir “en periodos de tiempo relativamente cortos, de días o meses. Por lo tanto, esta investigación revela que la edad biológica de los humanos no es estática ni aumenta constantemente”.
Uno de los expertos a cargo de este trabajo, James White, valoró: “Este hallazgo de una edad biológica fluida, fluctuante y maleable pone en tela de juicio la antigua concepción de que es una trayectoria ascendente y unidireccional a lo largo de la vida”.
En tanto, Vadim Gladyshev, de la Facultad de Medicina de Harvard, aportó: “A pesar del reconocimiento generalizado de que la edad biológica es al menos algo maleable, se desconoce hasta qué punto este indicador sufre cambios reversibles a lo largo de la vida y los eventos que desencadenan tales cambios”. Es que si bien anteriormente otros estudios habían postulado la posibilidad de modificaciones a corto plazo en la edad biológica, hasta el momento no se habían analizado los factores desencadenantes y si se trataba de cambios reversibles”.
Para llegar a estos resultados, los autores estudiaron la actividad molecular de los organismos de ratones y humanos que fueron expuestos a situaciones estresantes en un laboratorio, en pos de cuantificar con precisión la metilación del ADN, que es un proceso biológico asociado al envejecimiento.
“Identificamos cambios transitorios en la edad biológica durante dificultades o eventos desafiantes como una cirugía, un embarazo y cuadros de COVID-19 grave. Juntos, estos datos de laboratorio mostraron que esta edad sufre un rápido aumento en respuesta a diversas formas de estrés, y que se revierte después de que se atraviesan o recuperan esas situaciones”, plantearon.
En el caso de los ratones, se les realizó un procedimiento quirúrgico conocido como parabiosis heterocrónica, que vincula las circulaciones sanguíneas de dos ejemplares, uno joven y otro longevo. “Ambos ratones experimentaron un fuerte y rápido aumento de la edad biológica, pero en los días posteriores este proceso se revirtió y la edad se restableció a los valores basales”, revelaron.
En el mismo sentido, al analizar a mujeres embarazadas, los investigadores observaron “una recuperación posparto de la edad biológica a ritmos y magnitudes variables, mientras que un fármaco inmunosupresor mejoró la recuperación del mismo indicador en los pacientes convalecientes de COVID”. Por lo tanto, “el equipo planteó la hipótesis de que otras situaciones naturales también podrían desencadenar cambios reversibles en la edad del organismo”.
El estrés de los eventos traumáticos
Anteriormente, otro estudio científico realizado por expertos de la Universidad del Sur de California, en Estados Unidos, encontró que el estrés, en forma de eventos traumáticos como tensión laboral o discriminación, entre otros, acelera el envejecimiento del sistema inmunitario. ¿De qué forma? Según el hallazgo, porque en aquellas circunstancias puede aumentar el riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares o infecciones como el COVID-19.
La investigación, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), estuvo a cargo de Eric Klopack, becario postdoctoral y profesor en la Escuela de Gerontología Leonard Davis.
“A medida que aumenta la población mundial de adultos mayores, es esencial comprender las disparidades en la salud relacionada con la edad. Los cambios en el sistema inmunitario relacionados con la edad juegan un papel fundamental en el deterioro de la salud. Estos resultados ayudan a aclarar los mecanismos involucrados en el envejecimiento inmunológico acelerado“, explicó Klopack.
Y sumó: “Las personas que experimentan más estrés tienden a tener una dieta y hábitos de ejercicio más pobres, lo que explica en parte por qué tienen un envejecimiento inmunológico más acelerado”.
Para llegar a estas conclusiones, los especialistas consultaron y compararon datos del Estudio de Salud y Jubilación de la Universidad de Michigan, una encuesta longitudinal nacional sobre la economía, la salud, el estado civil, la situación familiar y los sistemas de apoyo público y privado de los estadounidenses. Aquí se incluyeron las respuestas de una muestra de 5744 adultos mayores de 50 años.
Los convocados respondieron un cuestionario diseñado para evaluar las experiencias con el estrés. Posteriormente, se realizaron análisis de sangre de los participantes mediante citometría de flujo, una técnica de laboratorio que cuenta y clasifica las células sanguíneas a medida que pasan una por una en una corriente estrecha frente a un láser.
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