La pandemia por el coronavirus implicó un cambio abrupto en la vida cotidiana y una tragedia que aún no se ha frenado: hubo más de 4,4 millones de muertes en el mundo. En ese contexto, la mente humana empezó a enroscarse por la pérdida de la “normalidad” del pasado o por la preocupación excesiva hacia el futuro, y ya se advirtió que la emergencia tendrá un impacto a largo plazo sobre la salud mental. A más de un año y medio del inicio, hay estudios que demuestran que las técnicas de meditación permiten surfear mejor la pandemia.
Las técnicas de meditación son una de las contribuciones que Oriente le hizo al mundo Occidental. Permiten principalmente aquietar a la mente. Que se enfoque en el momento presente, y que deje de amarrarse en un pasado que ya no existe o en un futuro que aún no llegó. En el campo científico en Occidente, recién empezaron a estudiar las técnicas de meditación en la década del 60´ y se han corroborado múltiples beneficios para la salud mental y para llevarse mejor con los demás.
Antes de la pandemia, se había realizado una revisión de 47 ensayos clínicos aleatorizados con 3.515 participantes. Había sido publicada en la revista JAMA Internal Medicine: se encontró que las personas que practican la técnica de atención plena (“mindfulness”) experimentan una mejoría de entre el 5 y el 10 por ciento en los síntomas de ansiedad en comparación con los que no ejercían la meditación. En personas con depresión, hubo una mejoría de hasta el 20 por ciento de los síntomas en comparación con el grupo placebo.
Llegó la pandemia, y hubo profesionales de la salud que salieron a recordar que ante semejante crisis global también se podía acudir a la práctica de la meditación, y creció el uso de aplicaciones en el teléfono celular para meditar y de clases virtuales en vivo.
Caragh Behan, médica psiquiatra del Departamento de Psiquiatría del Colegio Real de Cirujanos de Irlanda e instructora de meditación, escribió en un artículo: “Crisis como la de la pandemia de COVID-19 han demostrado que el cambio es la única constante”. Y les recomendó a los médicos que la meditación era una forma útil para atravesar ese cambio continuo. Puede “ayudarnos a sentarnos con nuestros miedos y nuestras circunstancias y a observar que, al igual que nuestros pensamientos, este período de nuestras vidas también pasará”.
En la Argentina, el grupo del científico Enzo Tagliazucchi, profesor de la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Adolfo Ibañez en Chile, y director del Laboratorio de Conciencia, Cultura y Complejidad de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, realizó una encuesta en línea durante la pandemia y el confinamiento en Argentina en 2020. Al contar con las respuestas de los primeros 5.300 participantes, los investigadores analizaron datos sobre el consumo de drogas, la meditación y las prácticas religiosas en el contexto de COVID19.
“Encontramos que las personas que declaran meditar tienen mejores indicadores de salud mental durante la pandemia. Si bien no podemos afirmar que sea una evidencia causal, sí se trata de una asociación estadística”, dijo a Infobae el doctor Tagliazucchi, quien trabajó como investigador en el Instituto del Cerebro y la Médula Espinal en París, Francia, y es autor del libro El Nudo de la conciencia.
En los Estados Unidos, para evaluar si la preocupación por la propagación del coronavirus podía ser reducida por la meditación, se hizo un relevamiento con 8.392 usuarios (el 87% eran mujeres) que tenían suscripción paga a la aplicación Calm entre abril y junio del año pasado. Encontraron que las personas con niveles más altos de preocupación por el COVID-19 se asociaron con niveles más bajos de actividad física y con una menor solidez de los hábitos de meditación, entre otros resultados.
“Nuestros datos demuestran que la participación en la actividad física y la meditación son mecanismos importantes para reducir el aumento de los problemas de salud mental asociados a la preocupación relacionada con el COVID-19″, escribieron los investigadores liderados por Jennifer Green, que forma parte del Colegio de Soluciones de Salud de la Universidad del Estado de Arizona y es directora científica de la empresa Calm.
También se hizo otro trabajo con la aplicación YOI que combina ejercicios de yoga y meditación. Fue realizado por investigadores de Estados Unidos, Noruega, Canadá y China y publicado en la revista Frontiers in Psychiatry. Se enrolaron 1.505 que tenían que usar el programa de ejercicios de la aplicación durante 8 semanas. El estudio aún continua. Pero Sadhna Verma, de la Universidad of Cincinnati, con sus colegas de otros países, señalaron que los resultados preliminares indican que en promedio hubo reducción significativa y constante de los síntomas relacionados con la depresión, la ansiedad y el insomnio. “Los participantes que habían contado que tenían ansiedad o depresión informaron que registraron beneficios ligeramente mayores al participar en la intervención”.
En Suiza, cuando el gobierno estableció un confinamiento parcial por la llegada de la pandemia el año pasado, se hizo otro trabajo para ver qué pasaba con las personas que hacían actividad física y meditación mientras cambiaban su rutina diaria por la limitación de no poder ir a espectáculos y otras actividades sociales. Los participantes completaron cuestionarios en dos oportunidades.
Los investigadores del Instituto de Ciencias del Deporte de la Universidad de Lausana, Suiza, y de la Universidad de Padua, en Italia, detectaron -entre otros resultados- que los practicantes de la meditación mindfulness eran más optimistas que los que no lo hacían. “Los resultados mostraron que la práctica de mindfulness reforzó el nivel inicial de resiliencia de los practicantes, lo que sugiere que la meditación de mindfulness es una herramienta para hacer frente a la adversidad durante un evento potencialmente traumático”, escribieron en la revista Frontiers in Psychology. Sugirieron que se alienten los programas de actividad física y de meditación para afrontar los efectos potencialmente traumáticos de la pandemia.
“Ya hay evidencia que demuestra que las técnicas de meditación como “mindfulness” tienen efectos positivos en la salud mental de las personas, especialmente en contextos de confinamiento por la pandemia del COVID-19″, comentó a Infobae Pablo Rossi Gaitán, quien es doctor en Bienestar Social por la Universidad Iberoamericana e investigador del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad en México.
Rossi Gaitán lideró un trabajo en México que advirtió que la emergencia del COVID-19 había gatillado más casos de ansiedad generalizada. Entre abril y junio de 2020 hicieron encuestas telefónicas mensuales con 833 personas. “La prevalencia mensual de síntomas de ansiedad generalizada durante la pandemia por Covid-19 (...) se mantuvo en niveles altos entre abril y agosto de 2020, con una prevalencia de entre 30.7 y 32.6%”, informaron en la revista Salud Pública de México.
“Tanto la meditación como la actividad física pueden ser de bajo costo, de fácil implementación en la casa y con resultados sustentados en la evidencia. No obstante, es importante que no se queden en recomendaciones genéricos del tipo “come frutas y verduras” o “practica mindfulness”, aconsejó el doctor Rossi Gaitán en diálogo con Infobae. “Su efectividad depende en gran medida de abrir sistemas de soporte que ayuden a guiar la práctica y mantener el esfuerzo en el tiempo: aplica tanto para la meditación como para el ejercicio. No basta solo con recomendar su uso. Se tiene que apoyar con infraestructura de orientación, motivación y acompañamiento, con elementos bien diseñados con base en teorías de cambio conductual”, afirmó.
Las preocupaciones por el riesgo de contagio o por las actividades que se tuvieron que abandonar por el avance de la pandemia pasaron a formar parte de las rumiaciones del cerebro asociadas a la llamada red neuronal por defecto, que se activa cuando una persona no está enfocada en una tarea, explicó Martín Reynoso, psicólogo, instructor y autor del libro Mindfulness, la meditación científica. “La práctica de meditación ayuda a apagar la actividad de esa red neuronal que puede llevar a que las personas cree anticipaciones catastróficas”.
Durante el primer año de la pandemia, según Reynoso, hubo más personas que se acercaron a practicar meditación -principalmente con reuniones virtuales- y otras la retomaron y consolidaron el aprendizaje. También tendieron más a encontrarse en grupos virtuales para sostener la práctica. “Valoraron que la meditación tiene un efecto de calma, posibilita tener más tolerancia a la incomodidad y un mejor manejo de las emociones”, remarcó el psicólogo.
En la actualidad y aun en el contexto de la pandemia, la situación sigue cambiando. Existe el riesgo de que se produzca una tercera ola de COVID-19 en países de América Latina. La variante Delta del COVID-19 ya predomina en 92% de los casos activos en México y merma la capacidad hospitalaria, advirtió días atrás la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
“Si bien la pandemia ya no se vive como una amenaza tan fuerte como en marzo del año pasado porque hay más personas vacunadas, hoy se nota que muchos sienten la fatiga por haberla enfrentado tanto tiempo. Existe el riesgo de una circulación persistente de la variante Delta del coronavirus, y algunos se sienten frustrados por la imposibilidad de volver a una vida normal o por no poder planificar viajes con más seguridad”, comentó Reynoso.
En el contexto actual, el especialista recomendó también la meditación al aire libre. “Además de la práctica de la meditación, se necesita mejorar la conexión con la naturaleza. Salir a caminar y practicar meditación en parques y plazas”, afirmó. Otro consejo es evitar autoimponerse “plazos”. “En este momento de la pandemia, se requiere desarrollar una mayor flexibilidad ante los cambios. Por eso, fijarse una fecha para un viaje u otras actividades puede generar ansiedad, ira, enojo, y resentimiento si no se logran. Con la práctica de la meditación, la persona puede soltar más el control sobre los plazos y no ser rígido con los objetivos porque la realidad puede ser diferente a la planeada”.
Aunque se conozcan los beneficios, igual no es fácil adoptar la meditación como si fuera una actividad tan simple como lavarse los dientes diariamente. Desde la Clínica Mayo de los Estados Unidos, dan estas 3 recomendaciones para lograrlo: No juzgue su habilidad para meditar, porque eso le puede generar más estrés. Recuerde que es común que la mente divague mientras se medita, y -en tercer lugar- experimente, y probablemente descubra cuál es el tipo de meditación que se adapta más a cada uno. No hay una manera correcta ni una incorrecta para meditar. Lo que importa es que lo ayude a sentirse mejor.
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