
La mirada de un recién nacido puede ser uno de los primeros misterios que cautivan a padres y familiares: esos ojos parecen prometer un color definitivo que, en realidad, puede transformarse con el paso de los meses. Lejos de ser un rasgo inmutable, el color de ojos de los bebés es el resultado de un proceso biológico complejo, donde intervienen diversos factores.
De acuerdo con un informe compartido por Popular Science, no todos los bebés mantienen el color ocular con el que nacen, y la creencia de que todos llegan al mundo con ojos azules es un mito ampliamente difundido.

Cambios de color en los ojos: función de la melanina y los melanocitos
El color de los ojos no se define en el momento del nacimiento, sino que puede modificarse durante los primeros meses o incluso años de vida. La clave de este fenómeno reside en la melanina, el pigmento responsable no solo del color de los ojos, sino también de la piel y el cabello. Los melanocitos, células especializadas presentes en el iris, son los encargados de producir melanina.
Según un artículo de la National Library of Medicine, la cantidad de pigmento depositado en la parte frontal del iris determina la intensidad del color: a mayor cantidad, ojos más oscuros; a menor, ojos más claros.
La American Academy of Ophthalmology explicó que las personas con ojos azules carecen de melanina en esa zona del iris, mientras que quienes tienen ojos verdes o avellana presentan una cantidad intermedia.
Además, la exposición a la luz solar activa la producción de melanina, lo que puede oscurecer progresivamente el color de ojos del bebé. Rebecca Chasnovitz, profesora asociada de pediatría en la Universidad de Carolina del Norte, indicó que “basta con la luz ambiental del hogar o los paseos diarios para desencadenar este proceso”.

Rol de la genética: genes involucrados e imprevisibilidad del color final
La genética añade una capa de complejidad al desarrollo del color ocular. A diferencia de otros rasgos que dependen de uno o dos genes, el color de ojos es un rasgo poligénico, determinado por la interacción de múltiples genes. Popular Science detalló que varios marcadores genéticos influyen en la cantidad de melanina que el iris puede producir, lo que dificulta predecir el color final con exactitud.
Barbara Cohlan, neonatóloga del St. Louis Children’s Hospital, señaló: “Hay aproximadamente 15 genes implicados en esta característica, aunque OCA2 y HERC2 son los más relevantes”. El OCA2 se asocia con ojos marrones o verdes, mientras que el HERC2 se relaciona con ojos azules. No obstante, la herencia genética puede saltarse generaciones, permitiendo que un bebé tenga ojos similares a los de un abuelo, aunque ambos padres presenten un color diferente.
Asimismo, Cohlan advirtió que no es posible predecir el color de ojos solo a partir del de los padres, dado que podrían portar genes recesivos. Mientras que Dash Retnasothie, optometrista pediátrica y fundadora de Smartbaby Decor LLC, afirmó que “métodos como los cuadros de Punnett no resultan útiles en este caso, ya que la característica está influenciada por múltiples genes”.

Mitos comunes: el falso universal de los ojos azules y las diferencias étnicas
La idea de que todos los bebés nacen con ojos azules es una creencia errónea. Mohamad S. Jaafar, jefe de oftalmología pediátrica en el Children’s National Health System, aclaró en The Bump: “Los bebés nacen con ojos de todos los colores. Algunos tienen ojos oscuros desde el nacimiento y otros, azules”.
Es así que la prevalencia de uno u otro color varía según el origen étnico. Los bebés caucásicos tienden a tener ojos más claros, mientras que los de ascendencia africana, asiática o hispana presentan mayoritariamente ojos marrones o muy oscuros.
En una misma sintonía, la especialista Retnasothie atribuyó estas diferencias a la evolución y la distancia respecto al ecuador: en zonas con alta exposición solar, se desarrolló una mayor pigmentación en el iris como protección natural.
Tiempos y etapas del cambio: hasta qué edad pueden variar los ojos
El proceso de cambio suele comenzar en los primeros seis meses de vida, aunque puede prolongarse hasta el primer año. Rebecca Chasnovitz, citada por Popular Science, indicó que los primeros cambios se hacen visibles en este periodo, y que los ojos que van a oscurecerse adquieren un tono más turbio antes de definir su color final.
Aunque la mayoría de los cambios ocurren entre los seis y doce meses, pueden extenderse hasta los tres años. En casos de ojos claros, especialmente en bebés caucásicos, las variaciones pueden persistir hasta los seis años. Entre el 10% y el 15% de los niños presentan cambios sutiles incluso hasta la adultez, aunque esto es menos común.

Estadísticas y excepciones relevantes
Un estudio realizado por la Stanford University School of Medicine, analizó a 192 bebés y encontró que el 63% nació con ojos marrones, el 21% con ojos azules, el 6% con ojos verdes o avellana, y el 10% restante no pudo clasificarse en una categoría específica.
Esta diversidad desmiente la idea de una homogeneidad cromática en los recién nacidos. Además, no existe una escala universalmente aceptada para clasificar los colores de ojos, lo que dificulta tanto los estudios comparativos como las predicciones individuales.
Aunque el cambio de color ocular es un proceso natural, hay situaciones que requieren consulta médica. La profesora Chasnovitz señaló que la presencia de un ojo azul y otro más oscuro puede ser signo del síndrome de Waardenburg, un trastorno genético que debe evaluarse. Además, si se observa estrabismo más allá de los cuatro a seis meses, se recomienda acudir a un oftalmólogo pediátrico.
Según la especialista consultada, “la visión es el sentido menos desarrollado al nacer”, por lo que ciertas irregularidades pueden ser normales al principio, pero deben vigilarse de manera preventiva.
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