
Las mantarrayas, conocidas por su impresionante tamaño y cuerpos en forma de diamante, son habitantes emblemáticos de los océanos.
Con sus aletas faciales parecidas a cuernos y su capacidad de alcanzar hasta 9 metros de ancho, representan un espectáculo fascinante.
Sin embargo, su característica más desconcertante es la extraordinaria longitud de sus colas en forma de látigo, cuya función había sido un misterio para la ciencia.
Por décadas, los investigadores se preguntaron por qué estas colas no se utilizan para propulsión ni para defensa, como en otras especies marinas.
Un reciente estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B, y citado por The New York Times, arroja luz sobre esta incógnita: las colas de las mantarrayas y sus parientes podrían ser sistemas sensoriales avanzados, diseñados para detectar peligros inminentes en su entorno.
Una estructura sorprendente
A diferencia de las rayas comunes, cuyas colas cortas y musculosas están equipadas con espinas venenosas, las de las mantarrayas carecen de estas armas defensivas.
Tampoco cumplen una función locomotora. Esto llevó a los científicos Júlia Chaumel, de la Universidad de Harvard, y George Lauder a investigar colas de rayas nariz de vaca, un pariente más pequeño de las mantarrayas, en busca de pistas sobre el propósito de estas estructuras alargadas.
El equipo analizó especímenes preservados y recientemente fallecidos, realizando escaneos tridimensionales con tecnología micro-CT y disecciones detalladas.
Los resultados revelaron una compleja red de órganos sensoriales conectados al canal de la línea lateral, un sistema presente en peces y anfibios que permite detectar movimientos en el agua.

Sorprendentemente, en las rayas nariz de vaca, este sistema sensorial es particularmente sofisticado en las colas, donde normalmente es más simple en otras especies. “La complejidad dentro de la cola fue totalmente inesperada”, declaró Chaumel.
Una herramienta esencial en el fondo marino
El descubrimiento cobra mayor relevancia al analizar el comportamiento de las rayas nariz de vaca. Estas especies descienden al fondo marino para buscar bivalvos enterrados, lo que implica enterrar la cabeza en la arena y quedar vulnerables a los depredadores.
Según los investigadores, las colas sensoriales detectan movimientos de agua generados por tiburones u otros predadores, permitiéndoles reaccionar rápidamente.
“Un tiburón que se acerque por detrás creará grandes perturbaciones en el agua, y esta red sensorial podría avisar a la raya a tiempo para que huya”, explicó Chaumel.
El papel de las mantarrayas en aguas abiertas
Mientras las rayas nariz de vaca habitan en el fondo marino, las mantarrayas pasan gran parte de su vida en aguas abiertas, desplazándose largas distancias con movimientos gráciles de sus aletas pectorales.
Aunque aún no se ha estudiado la función específica de sus colas, se especula que podrían servir como estabilizadores, ayudándolas a mantener el equilibrio mientras “vuelan” bajo el agua, de manera similar a la cola de una cometa en el aire.
“Es fascinante pensar que estas estructuras aparentemente frágiles pueden desempeñar múltiples roles en diferentes entornos”, comentó Chaumel.

Un diseño frágil y esencial
A pesar de su importancia potencial, las colas de estas rayas suelen encontrarse dañadas o incluso ausentes en la naturaleza.
Según Matt Ajemian, investigador de tiburones y rayas en la Universidad Atlántica de Florida, esto refuerza el interés por su estudio. “Siempre creímos que la cola era algo que podía perderse fácilmente, pero ahora vemos que puede ser esencial para su supervivencia”, señaló.
Hacia un futuro de investigación más amplio
El hallazgo marca solo el inicio de nuevas preguntas. El equipo planea expandir sus estudios para incluir a otras especies del orden Myliobatiformes, como las mantarrayas, con el objetivo de determinar si estas colas también participan en la detección sensorial y la estabilidad.
Además, los científicos se preguntan si las colas podrían estar involucradas en procesos aún desconocidos que permitan a estas criaturas adaptarse a diferentes hábitats marinos.
Un avance hacia la comprensión del océano
Este descubrimiento no solo resuelve un enigma biológico, sino que también subraya la capacidad de adaptación de las mantarrayas y sus parientes.
Estas estructuras, que alguna vez fueron consideradas inactivas, se revelan como sistemas avanzados de alerta temprana, esenciales para la supervivencia en un entorno lleno de peligros.

“Este tipo de hallazgos nos recuerda cuán poco sabemos realmente sobre las complejidades de la vida marina”, concluyó Chaumel.
La investigación en curso promete profundizar nuestro conocimiento sobre estas criaturas enigmáticas y su lugar en los ecosistemas oceánicos, destacando cómo incluso los detalles aparentemente más simples esconden soluciones evolutivas fascinantes.
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