La alimentación debe ajustarse a las necesidades específicas de cada temporada. No es lo mismo el consumo de calorías en invierno que en verano, cuando el cuerpo requiere menos energía para mantener su temperatura. Durante los meses cálidos de primavera y verano, una dieta más liviana no solo es beneficiosa, sino que también ayuda al organismo a adaptarse a las condiciones estacionales.
Entonces, ¿qué implica una dieta liviana para el verano? Es fundamental reducir el consumo de grasas saturadas, como las presentes en la carne, los embutidos y las grasas sólidas. En su lugar, hay que aumentar la ingesta de agua, fibras y proteínas magras.
Entre estas proteínas se encuentran las que provienen del mundo animal, como pescados o carnes blancas (por ejemplo, pollo, siempre sin piel), así como opciones vegetales como lentejas, porotos, garbanzos y arvejas.
Es importante aclarar que, al hablar de una dieta liviana, no se refiere a alimentos que “pesen menos”, sino a opciones que aporten menos densidad calórica por gramo. Por ejemplo, 100 gramos de grasa animal pesan mucho más en términos de calorías que 100 gramos de verdura.
Adáptese a la primavera y verano, y su cuerpo se lo va a saber agradecer.
Las recomendaciones de los expertos de Harvard
Incorporar frutas y verduras como sandía, fresas, cerezas, moras, maíz dulce, pimientos o calabacines no solo añade color y sabor a los platos, sino que también proporciona una serie de beneficios nutricionales.
Estos alimentos son ricos en fibra, fitonutrientes y antioxidantes, elementos clave para una dieta saludable que combate la inflamación y mejora el bienestar general.
Beneficios de los alimentos de temporada
- Fibra
El consumo de frutas y verduras frescas aporta una cantidad significativa de fibra, esencial para una dieta equilibrada. Según Debbie Krivitsky, dietista clínica del Centro de Prevención de Enfermedades Cardiovasculares del Hospital General de Massachusetts, la fibra actúa como una “escoba natural” que limpia el organismo al eliminar residuos, incluidas sustancias potencialmente dañinas.
Además, ayuda a mantener la saciedad, reduce los niveles de colesterol y azúcar en sangre, y disminuye la inflamación crónica. La fibra también promueve una microbiota intestinal diversa y saludable, clave para el funcionamiento del sistema digestivo.
- Micronutrientes y antioxidantes
Las frutas y verduras se destacan por su contenido en vitaminas, minerales y fitonutrientes, como los carotenoides (presentes en tomates y calabazas), las antocianinas (en bayas) y los terpenos (en cerezas). Estas sustancias no solo previenen la inflamación, sino que también reducen el riesgo de enfermedades crónicas.
Los expertos recomiendan consumir una variedad de colores en los alimentos, ya que cada uno aporta antioxidantes específicos. Cuanto más oscuro sea el tono de la fruta o verdura, mayor será su concentración de antioxidantes.
- Hidratación
Durante el verano, el consumo de frutas y verduras mejora la hidratación, gracias a su alto contenido en agua, como melón, pepino, duraznos, fresas.
* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.