Toma 60 pastillas por día, tiene 30 médicos que lo monitorean diariamente, se somete a sesiones de láser facial y a transfusiones de su hijo para tener sangre renovada, recolecta sus propias muestras de heces para estudiarlas y duerme con un pequeño dispositivo adherido a su pene para monitorear sus erecciones nocturnas como marcador biológico de edad para su función sexual y cardiovascular...
Entrevistar a Bryan Johnson resultará una tarea tan apasionante como, quizás, algo abrumadora. Es que los interrogantes se amontonan desde el inicio: ¿Hace falta tanto? ¿Cuánto es mucho en pos de vivir más y mejor? ¿Por qué hace todo lo que hace? ¿Hasta qué edad planea vivir?
Una cosa es clara: para este millonario norteamericano excéntrico, que a través de sus redes marca tendencia como un influencer de la longevidad, nunca es demasiado. Y a Johnson nada de esto le da pudor, por el contrario: la arquitectura de longevidad que diseña destroza cualquier comentario de la mirada ajena y además, repite una y mil veces, su vida, que es como un loop constante de citas con el médico, en rigor de la verdad, le hace bien a su salud e incluso lo hacen parecer más joven.
Johnson dedica cada minuto de su vida a vivir más tiempo. Sí, resulta una máxima que por lo menos genera otra pregunta: ¿disfruta él de la vida con semejante rutina?, ¿cómo es que decidió recientemente dedicar sus días a querer vivir más? “Realmente todo surgió de un experimento mental de intentar transportarme en el tiempo al Siglo XXV e imaginar que estaba hablando allí y donde me preguntaban qué hacíamos a principios del siglo XXI para no morir”, comienza diciendo en una entrevista exclusiva que brindó a Infobae.
“Ocurre, que ahora, en la época en que vivimos, es el momento en que el homo sapiens pasa de la muerte inevitable a la incertidumbre. Simplemente no sabemos cuánto tiempo y qué tan bien podemos vivir en esta nueva era del potencial humano. Realmente la idea es no morir o que todos no morimos a diario”, agrega este estadounidense de 46 años, que vive en una hermosa casa en un pequeño y elegante barrio de Venice, California y que fue señalado por la revista TIME este año como “el hombre que quiere vivir para siempre”.
Bryan cuenta que ahora, mira a ambos lados de la calle antes de cruzarla. “Me abrocho el cinturón de seguridad al conducir y me he vuelto realmente bueno para no morir. Me he convertido en la persona más mesurada de la historia de la humanidad al descubrir todas las formas en que mi cuerpo muere a diario y luego minimizo eso”, dice.
Johnson observa cuidadosamente y mide todas sus reacciones bioquímicas. “Mis tendones, ligamentos, mi cerebro, mi corazón, mi páncreas, todos mis órganos. He gastado millones de dólares en este proyecto y he puesto toda la información a disposición de forma gratuita para que todos puedan hacerlo por sí mismos. Realmente estoy tratando de cambiar el curso de la historia humana, de modo que podemos pensar en la segunda esperanza de vida radicalmente extendida”, explica.
Vivir por siempre
Johnson quiere vivir muchos años. ¿Cuántos son muchos en una época donde la esperanza de vida crece cada vez más en el mundo? Hablar de 100 años, hoy, es una tendencia que se se vuelve más común, sobre todo en las llamadas Zonas Azules, donde la longevidad sucede en todo su esplendor.
Él ha dicho en otros reportajes que quiere vivir más allá de los 200 años. Y para eso, tiene varias ideas. Se trata de un exhaustivo, complejo y costoso plan de vida, que incluye el monitoreo permanente del funcionamiento de su cuerpo, incluso cuando duerme, de la renovación de su propia sangre, de los múltiples tratamientos estéticos y dietarios para sentirse más joven y el control de tres decenas de profesionales que cuidan todos los días de él las 24 horas.
Quienes están cerca de suyo, dicen que impresiona tenerlo cerca. Sobre todo cuando la luz del sol pega y deja ver su cuerpo blanco, “como traslúcido”, según han relatado, con las venas de sus brazos que se resaltan más de lo normal.
El objetivo de este millonario se trata de un sistema de extensión de vida que él mismo patentó y llamó Blueprint, en el que subcontrata cada decisión que involucra su organismo a un equipo de médicos, quienes usan datos para desarrollar un estricto régimen de salud para reducir lo que Johnson llama su “edad biológica”.
Todo, para “recuperar” su juventud y tener un cuerpo y órganos de 18 años, y no de sus 46 que su documento de identidad indica.
Cómo es el día a día de Bryan Johnson
“Estoy bastante ocupado”, dice a Infobae este hombre cuando se le pregunta cómo es su día a día. “Soy un atleta de rejuvenecimiento profesional a tiempo completo. También estoy construyendo algunas otras empresas al mismo tiempo”, cuenta.
Johnson cuida el sueño, otro hábito recomendable por la ciencia a la hora de pensar el bienestar general del cuerpo. “Me despierto a las 5:30 de la mañana. Hago una hora de ejercicio. Hago algo de meditación y terapia de luz roja. Ingiero diariamente unos cuantos kilos de verduras. Tomo 60 pastillas diariamente. También trabajo durante varias horas y luego voy a algunas citas con el médico para hacer algunas resonancias magnéticas y pruebas de condición física. Me acuesto a las 20.30 todas las noches y nunca fallé en eso”, cuenta.
Se trata de una vida con una rutina rigurosa sin dudas. “Básicamente, con mi equipo, tratamos de pensar en mí como una tecnología”, define. “Así como mejoramos nuestra tecnología y recibo una nueva versión de un teléfono inteligente cada año, con mi equipo estamos tratando de mejorarme a mí, al ritmo de la ciencia y la tecnología. Me veo sometido a ese régimen”, agrega Johnson, quien duerme ocho horas y al incorporarse de la cama, no solo se pesa en una balanza como hace mucha gente: él mide su índice de masa corporal, su nivel de hidratación, su grasa corporal y su velocidad de onda del pulso.
Luego enciende su lámpara de fototerapia (que imita la exposición al sol) durante dos o tres minutos para restablecer su ritmo circadiano. Se toma la temperatura del oído interno para controlar los cambios en su cuerpo y comienza su ingesta de pastillas diarias, con las primeras dos de ferritina para aumentar su hierro, junto con otra que contiene vitamina C.
Johnson se lava la cara, usa una crema para prevenir las arrugas y se aplica un láser a través de una máscara luminosa durante cinco minutos. La misma cuenta con luces rojas y azules diseñadas para estimular el crecimiento de colágeno y controlar las imperfecciones.
El multimillonario también monitorea cada vez que se levanta el dispositivo que usa en su pene mientras duerme para medir sus erecciones nocturnas. “Tengo, en promedio, dos horas y 12 minutos cada noche de erección de cierta calidad. Para tener 18 años, deberían ser tres horas y 30 minutos. Las erecciones nocturnas son un marcador biológico de edad para su función sexual y cardiovascular”, afirma.
A las 6 de la mañana baja a desayunar. El régimen de suplementos Blueprint está dispuesto en el mostrador de la cocina de Johnson, organizado de izquierda a derecha. Comienza con gotas para los ojos para sus pre-cataratas y luego usa un pequeño dispositivo vibratorio contra el costado de su nariz para estimular un nervio que aparentemente ayuda a sus ojos a producir lágrimas.
Tras ello, comienza a preparar su creación: un jugo llamado “Gigante Verde” que contiene algas verdes chlorella en polvo con espermidina, complejo de aminoácidos, creatina, péptidos de colágeno, flavanoles de cacao y canela de Ceilán. Este brebaje le sirve para seguir tomando otras pastillas.
Luego se dirige al gimnasio de su casa, decorado con una fotografía de un bosque empapelada desde el suelo hasta el techo, y comienza una rutina de una hora, donde corre, hace pesas, planchas y estiramientos todos los días.
También añade un entrenamiento de alta intensidad tres días a la semana. De vez en cuando, durante estos entrenamientos de alta intensidad, usa una máscara de plástico para medir su VO2 máx, o la tasa máxima de consumo de oxígeno durante el ejercicio físico. El VO2 Max de Johnson se encuentra entre el 1,5% superior de los jóvenes de 18 años, confiesa.
Tras su rutina de entrenamiento, come vegetales al vapor y lentejas pisadas. De postre ingiere un budín de nueces, que está hecho con leche de nueces de macadamia y nueces molidas de Brasil, semillas de chía, linaza, lecitina de girasol, canela de Ceilán y jugo de granada. También destaca que el 15% de su dieta diaria se compone de este aceite de oliva.
—Realmente es mucho lo que hace, ¿disfruta realmente de su día?
—Sí, es un poco gracioso cuando la gente escucha acerca de un atleta profesional como LeBron James, que trabaja muy duro, hace ejercicio, practica para el juego, come bien y se acuesta a tiempo. Me pregunto si LeBron James está feliz, como si estuviera jugando el mejor juego de su vida. Y cuando la gente me ve, simplemente no lo entiende y piensan que debo sentirme miserable. Nunca he sido más feliz en toda mi vida. Entonces, simplemente cambiando el marco y entendiendo que soy un atleta, estoy rindiendo lo mejor que puedo en la cancha, en este caso, ya sabes, no muriendo. Pero sí, nunca he sido más feliz. Así que es sólo que la gente está tratando de entender esta nueva forma de vida que estoy haciendo y muchas veces se confunden.
—¿Por qué realiza tratamientos con su sangre y la sangre de su hijo?, ¿qué ventajas tiene eso?
—Mi equipo básicamente ha analizado toda la evidencia científica sobre la esperanza de vida y clasificamos cada ítem según su potencial efecto terapéutico. Entonces las transfusiones de sangre se convirtieron en un tema realmente interesante y queríamos explorarlo. Todavía es experimental. Ya hice seis intercambios de plasma y con mis médicos no vimos ningún beneficio mensurable. Sin embargo, hice experimentos con mi padre, que recibió mi plasma y obtuvo resultados bastante interesantes, que compartiremos online en las próximas semanas. Tuvo un efecto muy positivo y funcionó en mi papá. No funcionó en mí. Por lo tanto, es una oportunidad interesante, especialmente para las personas que se encuentran en las últimas etapas de la vida. Por eso creo que es una terapia realmente prometedora. Estoy muy feliz.
Johnson publica todas sus mediciones biológicas por Internet, desde su frecuencia cardíaca en reposo hasta su índice de placa e imágenes de sus intestinos tomadas con una “cámara del intestino delgado”, y millones de personas han visto sus videos de YouTube sobre su régimen de ejercicios y experimentos terapéuticos.
La vida anterior
Bryan Johnson no siempre fue así de estricto con su dieta y forma de vida. Creció en una pequeña comunidad mormona en Utah junto a sus padres y cuatro hermanos en la casa de su abuelo, dueño de una granja con caballos. Johnson y sus hermanos ayudaban a cosechar alfalfa y maíz. Luego fue a la Universidad Brigham Young y a la escuela de negocios en la Universidad de Chicago.
Se casó, tuvo tres hijos y en 2007 fundó Braintree, una empresa de procesamiento de pagos que en 2013 se vendió a PayPal por aproximadamente 800 millones de dólares. Johnson se llevó más de 300 millones de dólares en esa operación. Tras ello, Johnson cayó en una profunda depresión en 2004 y permaneció allí durante 10 años, con sobrepeso y pocas ganas de vivir.
Johnson puso fin a su matrimonio y abandonó la iglesia mormona. En 2014, invirtió 100 millones de dólares en la creación de OS Fund, que invierte en empresas que utilizan la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para desarrollar nuevas tecnologías para terapias, diagnósticos, y biología sintética. En 2016, Johnson fundó Kernel, una empresa de neurotecnología que utiliza un casco especialmente diseñado para medir la actividad cerebral con el objetivo de detectar el deterioro cognitivo en las primeras etapas.
Ahora está actualmente soltero. Su hijo mayor está sirviendo en una misión para la iglesia mormona, y su hija menor tiene 13 años y vive con su madre. Por eso, Johnson pasa gran parte de su tiempo con su hijo de 18 años, Talmage, quien se comprometió también con la dieta Blueprint, el descanso y las rutinas de ejercicio, pero se salta las terapias antienvejecimiento porque claramente no las necesita aún.
Johnson elige cerrar la nota con Infobae con un mensaje final. Se trata tal vez de un legado esperanzador que le resulta pertinente comentar para el futuro de la humanidad, y que de alguna forma tiene que ver con el estilo de vida que lleva:
“Creo que nosotros, como especie, deberíamos abrazar plenamente esta nueva revolución. No mueran, no mueran individualmente, no se maten entre sí, no destruyan el planeta y construyamos una inteligencia artificial (IA) segura y benévola. Este es un momento histórico en la historia del homo sapiens. Y si nos damos cuenta de lo importante que fue el momento, dirigiríamos nuestra atención a otra parte haciendo estas cosas. Así que creo que realmente es nuestro momento de estar en la cúspide de lo más espectacular de nuestra existencia en esta galaxia. Y si podemos recuperar la sobriedad suficiente, quizás podamos actuar en consecuencia”.
Fotos: Instagram Bryan Johnson