Una de las contrariedades de los viajes largos suele ser el desfase horario, que puede tener un efecto secundario desagradable con intensidad diversa para diferentes personas. La adaptación a una nueva zona horaria suele ir acompañada de fatiga, dificultad para dormir, dolores corporales, deshidratación, entre tus molestias.
El jet lag es causado por una diferencia entre el sistema circadiano (el reloj interno del cuerpo) y el entorno. Hacia fines de los ´90 los científicos comenzaron a reconocer que el cuerpo tiene múltiples relojes internos, calibrados de diferentes maneras, y que pueden aparecer síntomas similares al jet lag cuando estos cronómetros no están sincronizados entre sí. Esto puede suceder de varias maneras y se vuelve más frecuente con la edad.
Un equipo de científicos de la Universidad Northwestern y el Instituto Santa Fe, ambos en Estados Unidos, desarrolló un modelo teórico para estudiar las interacciones entre múltiples relojes internos bajo los efectos del envejecimiento y perturbaciones como el desfase horario. Es por eso que los expertos apuntaron al horario de las comidas para agilizar la recuperación.
La investigación moderna ha demostrado que los relojes circadianos están presentes en casi todas las células y tejidos del cuerpo. Cada uno depende de su propio conjunto de señales para calibrarse. Por ejemplo, el reloj del cerebro depende de la luz solar, mientras que los órganos periféricos se calibran a la hora de comer.
“Las señales contradictorias, como el clima cálido durante un fotoperíodo corto o comer por la noche, cuando el cerebro está a punto de descansar, pueden confundir los relojes internos y causar desincronía”, indicó uno de los autores Yitong Huang del Departamento de Biociencias Moleculares de la Universidad Northwestern. Sus hallazgos se publicaron en la revista especializada Chaos.
Comer diferente frente al jet lag
Hasta el momento se sabía poco sobre cómo se afectan entre sí los distintos relojes internos del cuerpo. La complejidad añadida de tener en cuenta múltiples de ellos significa que los investigadores tienden a utilizar modelos simplificados. “La mayoría de los estudios se centran principalmente en una señal horaria particular o en un solo reloj -indicó Huang-. Aún quedan lagunas importantes en nuestra comprensión de la sincronización de múltiples relojes bajo señales horarias contradictorias”.
Huang y sus colegas adoptaron un enfoque diferente y construyeron un marco matemático que da cuenta de esta compleja interacción entre sistemas. Su modelo presenta dos poblaciones de osciladores acoplados que imitan los ritmos naturales de los ciclos circadianos. Cada uno influye en los demás y al mismo tiempo se ajusta en función de señales externas únicas.
Utilizando este modelo, el equipo pudo explorar cómo se podría alterar un sistema tan acoplado y qué empeora el efecto. Descubrieron que los síntomas comunes del envejecimiento, como señales más débiles entre los relojes circadianos y una menor sensibilidad a la luz, dan como resultado un sistema que es más vulnerable a las interrupciones y más lento en recuperarse.
También descubrieron un nuevo método para acelerar la recuperación del desfase horario y perturbaciones similares. Según sus resultados, la forma de dormir mejor es a través del estómago. “Comer más abundante temprano en la mañana en la nueva zona horaria puede ayudar a superar el jet lag -afirma Huang-. Se desaconseja cambiar constantemente los horarios de las comidas o comer por la noche, ya que puede provocar una desalineación entre los relojes internos”.
Los autores planean investigar el otro lado de la ecuación e identificar los factores que resultan en relojes internos más resistentes. Tales descubrimientos podrían dar lugar a recomendaciones para prevenir el desfase horario al viajar en primer lugar, o para mantener saludable el sistema circadiano hasta la vejez. Del trabajo formaron parte, además, los especialistas Yuanzhao Zhang y Rosemary Braun.