Por qué la mejor rutina de cuidado facial empieza de adentro hacia afuera

Ninguna crema, sérum ni tratamiento darán el resultado deseado sin una atención integral de la piel. De qué manera el buen descanso, la alimentación y el ejercicio contribuyen al cuidado del órgano más grande del cuerpo humano: la piel. Cuáles son los tres pilares que no se deben descuidar

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La mayoría de las personas
La mayoría de las personas no se ocupa de la salud del órgano más grande del cuerpo humano (Getty))

Vamos al ginecólogo una vez al año, nos hacemos un chequeo general con más o menos frecuencia, controlamos la vista, los dientes, y examinamos la salud del corazón, y la presión arterial.

Sin embargo de la salud del órgano más grande del cuerpo humano la mayoría de las personas no se ocupa, o no lo hace con constancia. Más allá de los cuidados del sol, de los que de un tiempo a esta parte se tomó más conciencia, atender todo lo que a la piel atañe parece una cuestión de frivolidad.

En este punto, no está de más recordar que la piel actúa como barrera protectora que aísla al organismo del medio que lo rodea, protegiéndolo y contribuyendo a mantener íntegras sus estructuras. Funciona también como sistema de comunicación con el entorno y es uno de los principales órganos sensoriales, en el que se encuentran las terminaciones nerviosas que actúan como receptores de tacto, presión, dolor y temperatura.

“Lo primero y más importante para entender las claves de una piel sana es partir del concepto del ser humano como ser integral”. El médico dermatólogo Lucas Ponti (MN 130.388) empezó a explicar ante la consulta de Infobae que “antes se concebía a la información genética como la herencia determinante e inmodificable que se heredaba; en la actualidad, gracias a los avances científicos en el campo de la epigenética, se descubrió que no es imposible, que es más fácil de lo que parece, y lo mejor de todo, que está al alcance de todos”.

Para Sayd, "una piel sana
Para Sayd, "una piel sana inexorablemente se va a ver bien estéticamente; no puede haber una cosa sin la otra" (Getty)

Y tras asegurar que “los genes sólo definen el 30% de la vida mientras que el 70% restante depende la epigenética o el exposoma”, el director de Acneba amplió que por eso se entienden “todos los factores externos a los que una persona está expuesta, que son quienes realmente definen el envejecimiento y las enfermedades que padecerá”.

“Muchas de las cosas que vemos en nuestra piel realmente no están en nuestra piel y la piel es solamente el reflector que nos avisa que algo no está bien -ahondó el dermatólogo-. La clave en la consulta es saber escuchar al paciente para entender el origen de eso que se manifiesta en la piel, la causa. Si estamos con cansancio crónico todo el tiempo eso se traduce en nuestra piel. Nuestra piel se verá envejecida, estresada”.

En opinión de la dermatocosmiatra Paulina Sayd (MN 35.689), “cuidar y preocuparse por el cuidado de la piel no es una frivolidad”. “Una piel sana inexorablemente se va a ver bien estéticamente; no puede haber una cosa sin la otra. Si no, es como maquillar y tapar el problema -señaló la especialista-. Hay que buscar la raíz del problema y para eso se debe partir de un buen diagnóstico para entender el origen de lo que está pasando en esa piel y poder focalizar bien el tipo de tratamiento o abordaje que se va a proponer”.

Para ella, “no hay pieles mejores ni peores. Es la que cada uno tiene, y en el camino de cuidarla y conocerla es clave contar con un profesional que ayude a saber qué es lo que le hace bien y qué lo que le hace mal”.

La clave: lograr hábitos saludables y sostenerlos en el tiempo

Los cosméticos no pueden contrarrestar
Los cosméticos no pueden contrarrestar el fumar, dormir mal, la mala alimentación o no utilizar protección solar (Getty)

Todos nuestros hábitos influyen en la piel -comenzó a explicar Ponti-. Hoy en la consulta hacemos una investigación extensa de la vida del paciente desde el vientre de su madre y, al entender cómo ha sido su vida, podemos entonces dar herramientas apropiadas para cada caso, y para cada piel, desde adentro y por fuera también”.

Para él, esa es la clave: “ir más allá y esa es la forma de realmente mirar en forma integral”.

A su turno, consultada acerca de por qué es importante cuidar la piel de adentro hacia afuera y cuál es la mejor manera de hacerlo, la médica especialista en medicina funcional y estética Priscila Dzigciot (MN 129.206) destacó que “la mejor manera es buscar el equilibrio en un estilo de vida saludable”.

Los cosméticos no pueden contrarrestar el fumar, dormir mal, la mala alimentación o no utilizar protección solar -sostuvo la directora médica de Bace-. Los malos hábitos siempre se van a expresar en la piel y harán que ésta se vea más opaca, con más signos de estrés y cansancio, manchas, etc”.

Por otro lado, la especialista remarcó que “los estudios de medicina antiage preventivos, en donde se evalúan ciertos minerales, vitaminas y la inflamación celular, también ayudan a entender qué está faltando en cada organismo para poder, desde la nutrición y de ser necesario con complementos, suplementar aquello que está faltando, ya sea vitamina C, zinc, selenio y Omega 3, que son los que más ayudan en todos los procesos de anti oxidación”.

La piel alimentada con ultraprocesados,
La piel alimentada con ultraprocesados, fast food, harinas y grasas se verá más dura, envejecida, amarillenta y con arrugas (Getty)

Entonces, ¿buenas cremas y tratamientos o buenos hábitos? ¿Qué influye más en la salud de la piel? Para Dzigciot, “los buenos hábitos y la constancia son claves para mantener la salud de la piel”.

En coincidencia con ella, Ponti, enumeró los tres pilares fundamentales que no se pueden desatender.

Y dado aquello de que “somos lo que comemos”, lo primero que mencionó es la alimentación. “La alimentación, tanto la que se tuvo en la infancia como la de nuestra madre durante la gestación es el factor ambiental más determinante en la expresión de los genes. Interpreta un papel fundamental en nuestro bienestar, por lo que debemos tenerla muy en cuenta”, apuntó el dermatólogo.

De allí que, en su opinión, “lo primero que hay que disminuir o dejar de consumir lo más que se pueda son los productos ultra procesados, esto es, todo lo que viene en paquete y optar por lo natural”. “Hay que ir más a la verdulería, a la pescadería, a la carnicería, al naturista y menos al súper y especialmente pedir menos delivery -recomendó-. Introducir en las comidas más verduras, frutas y legumbres y en simultáneo, eliminar los factores externos nocivos como el tabaco, y el alcohol”.

“La piel alimentada con ultraprocesados, fast food, harinas y grasas, más allá del peso que se gana, genera el endurecimiento de las articulaciones, del endotelio, aterosclerosis, lo que se traduce en una piel más dura, envejecida, amarillenta, aumento de arrugas, etc”, subrayó el dermatólogo de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD).

Durante el sueño la piel
Durante el sueño la piel se repara (Getty)

En segundo lugar, Ponti mencionó el buen descanso. “Debemos conocer que mientras dormimos la piel se repara -señaló-. Por eso, todas las rutinas pesadas para reparar las hacemos de noche”.

La clave, en este sentido, es “dormir temprano, cenar liviano, ya que se sabe que comer temprano y dormir temprano ayuda en todo lo relacionado con la salud”.

Luego de alimentación y buen descanso, la tercera pata del cuidado integral de la piel es la actividad física. “Todos sabemos que el ejercicio físico, realizado en forma periódica, es beneficioso para nuestra salud y mejora nuestra calidad de vida. Sin embargo, un rasgo un tanto menos conocido es que la actividad física puede modificar la expresión genética. Y es ahí donde la actividad física también repercute en nuestra piel por el proceso de oxigenación y de circulación”, explicó Ponti.

Hoy está comprobada una significativa diferencia en la información genética entre aquellos que realizan ejercicio a diario y aquellos en situación de inactividad física -ahondó-. El ejercicio nos ayuda a que la piel no esté estresada. Se trata de ponernos en movimiento. Simplemente caminar ya es una gran ayuda; cada persona necesita encontrar eso que le haga bien y entender que lo que le funciona a otro quizá no resulte en uno porque cada cuerpo es distinto y tiene sus propias necesidades”.

Dzigciot resumió que, a su entender, “alimentación saludable, buena hidratación, moderar los niveles de estrés, dormir mínimo ocho horas y que la calidad del sueño sea reparadora, no fumar y evitar el consumo de alcohol” son, además de la siempre recomendada actividad física, los pilares para una piel sana, y que por ende luzca bien.

"La actividad física también repercute
"La actividad física también repercute en nuestra piel por el proceso de oxigenación y de circulación", explicó Ponti (Getty)

En cuanto a la rutina facial lo importante es ser constante y elegir los productos adecuados a cada tipo de piel y necesidades -aconsejó-. No sirve usarlos una vez por semana. Es preferible menos pasos pero todas las noches y nunca saltarse la limpieza del rostro a la noche. Es el único paso que no puede faltar, al igual que a la mañana la protección solar”.

En este punto, Sayd sumó un punto no menor, que es “contar con un profesional de confianza que oriente en el cuidado continuo de la piel”. “Como vamos una vez al año a hacer el chequeo ginecológico, se debería tener el mismo cuidado con el órgano más grande que tiene el cuerpo humano -sostuvo-. Nos acordamos en verano de la celulitis o en invierno del peeling, pero el cuidado debe ser integral y continuo para prevenir, en el caso del rostro, el envejecimiento prematuro”.

Y ejemplificó: “Las mujeres que consultan de jovencitas por una patología de acné, pasa el tiempo y ahora no aparentan la edad que tienen ya que esa patología que las hizo empezar a tratarse llevó a que tengan un conocimiento de su piel y la continuidad de cuidarse con productos específicos para su tipo de piel y una rutina sostenida en el tiempo”.

Para ella, no hay otra fórmula: “Además de un estilo de vida saludable, contar con un buen profesional que aleccione acerca de los cuidados y organice una rutina diaria son las claves para una piel sana”. “Y usar protector solar todos los días para proteger, además del sol, de la radiación de las pantallas, así como ambientes muy calefaccionados o refrigerados”, agregó.

Cómo reconocer una piel sana

En cuanto a la rutina
En cuanto a la rutina facial lo importante es ser constante y elegir los productos adecuados a cada tipo de piel y necesidades (Getty)

Sayd describió que “una piel sana no presenta brotes de acné, lesiones, siempre puede salir un granito por un desorden en la alimentación, cuestiones hormonales y hasta por estrés, pero será un rostro que no tiene poros dilatados, una coloración uniforme”.

“Más allá de que un día pueda tener más o menos ojeras, una piel sana se ve -agregó-. El brillo de la piel cuidada es diferente al brillo del cebo o la piel grasa sin cuidado.

Por el contrario, “cuando no está sana luce átona, triste, terrosa, con poros dilatados, con secresiones, puntos negros, manchas, lesiones o brotes activos de acné o rosácea, patología que cuando no está bien tratada se exacerba y puede dejar ver telangectasias en las mejillas que dan ese eritema o enrojecimiento, que por otro lado es muy molesto porque además de incomodar estéticamente da calor en el rostro”.

“Con los años, las funciones de la piel se lentifican, y después es mucho más difícil lograr que la piel cumpla con sus funciones, su producción de colágeno etc. cuando la persona ya es más grande”, concluyó Sayd.

Ponti subrayó la importancia de “comenzar a hacer más foco en cómo se vive, ser conscientes de los hábitos y rutinas”. “Por supuesto que usar buenas cremas es un beneficio para nuestra piel, pero nuestros hábitos, lo que comemos, cuánto dormimos y si hacemos actividad física es la clave que hace la diferencia”, aseguró.

Se trata de mirar más allá de la piel. Si entendemos que nuestra piel es un límite geográfico, que una parte de ella recibe información del exterior, mientras que otra parte recibe información del interior del organismo, se tratará de encontrar el balance entre lo viene de adentro y lo que la piel recibe de afuera. En definitiva, la clave está en cómo vivimos” finalizó el especialista.

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