En un mundo que no da respiro, con obligaciones y logísticas diarias que muchas veces nos llevan a correr más de lo que nos gustaría, pensar en no hacer nada parece una quimera.
¿Cómo nada? ¿Nada de nada? Nada. Sólo respirar. ¿Suena difícil, no es cierto? Pues eso es ni más ni menos que meditar, y la simple práctica diaria sirvió y sirve de refugio a cada vez más personas en contextos por demás angustiosos o inciertos como puede ser la pandemia que puso el mundo en pausa hace más de dos años y cambió la vida tal como se la conocía para siempre.
Sin embargo, aún sin intentarlo, a muchas personas el acto de meditar se les presenta como un objetivo imposible de llevar a cabo.
Por definición, “meditar es una herramienta por la cual no se hace nada, que tiene como objetivo calmar la mente”. Según explicó ante la consulta de Infobae la coach ontológica e instructora de yoga y meditación Lucía Garro, “no se trata de poner la mente en blanco, ni dejar de pensar como mucha gente cree”.
“No resistimos ningún pensamiento y ninguna emoción, básicamente porque si lo resistimos, persiste -ahondó-. Así se logra un estado profundo de relajación, en el cual se mejora la salud y el bienestar de una persona”.
Y tras asegurar que “lo que se busca lograr siempre es lo mismo: una mente calma y libre de estrés, un corazón sincero y un cuerpo sano”, Garro destacó que “hay meditaciones que se realizan con un mantra (son palabras en sánscrito que se repiten una y otra vez y tienen como objetivo introducir a la persona en un estado meditativo) y también hay meditaciones guiadas, donde la persona se sienta y se deja llevar por lo que va escuchando”.
Consultada acerca de por qué es importante meditar, y cuáles son sus beneficios, Garro sintetizó: “La calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestra mente, y la meditación es una herramienta fundamental para ‘limpiar nuestra mente’”. “Así como todos los días nos bañamos o lavamos los dientes, todos los días tendríamos que meditar para así mantener una mente libre de estrés -aseguró la especialista, que es una de las creadoras de Respiremos Argentina, un movimiento que organiza viajes grupales de mujeres por el país, en los que la conexión con uno mismo y con la naturaleza es la consigna-. Cuando meditamos tenemos una mente calma, entusiasta, enfocada e intuitiva. Los beneficios de la meditación son infinitos, pero entre los más importantes se encuentran tener un cuerpo sano y relajado, un sistema inmune y endocrinólogo fortalecido, un descanso mejor y más reparador, y por sobre todo, una mirada diferente de las cosas; dejamos de preocuparnos para ocuparnos de lo que nos pasa”.
Belén Ortega es diseñadora de experiencias de bienestar y facilitadora de baños de sonidos, y ante la consulta de este medio acerca de si todas las personas son capaces de meditar, reflexionó: “Todas las personas deberían encontrar su propia manera para meditar. El objetivo principal de cualquier meditación es reducir el estrés, equilibrar las emociones, traerte al momento presente (entre tantos beneficios que tiene). Para mí, la principal limitación es creer que hay una sola manera de meditar. Que es sentarse inmóvil con la espalda recta, permanecer con los ojos cerrados y a través de distintas técnicas hacer muchísimo esfuerzo para acallar los pensamientos o diálogos internos que aparecen en la mente, del estilo ‘me olvidé de contestar este whatsapp’ o ponerse a enumerar mentalmente los ‘pendientes del día’”.
Para ella, “a algunas personas les funciona, pero para quienes son inquietos física y mentalmete intentar ese tipo de meditación tradicional puede ser muy frustrante. Y muchas veces, sucede que se levantan de meditar más abrumados que cuando se sentaron a intentarlo”. Y claramente no es la idea.
Entonces, ¿cómo podría iniciarse en la meditación alguien que nunca lo hizo?
Para empezar, Garro llevó tranquilidad al asegurar que “todos pueden lograrlo; a meditar se aprende y se entrena”. “Nuestra propia naturaleza y esencia es tener una mente calma, en el momento presente, como los niños que son entusiastas y se sorprenden de todo -ahondó- Todos la tuvimos. Pero a medida que crecemos nos llenamos de creencias, urgencias y estructuras que hicieron que nuestro foco y energía esté en otro lado”.
Así, para ella, “es fundamental que se tenga constancia y disciplina al hacerlo”. “Lo más difícil de meditar es sentarse a hacerlo. La mente busca mil excusas para no hacerlo porque prefiere quedarse en la queja y el estrés, que es su zona de confort”, explicó Garro, quien enfatizó: “La mente, como cualquier otra parte del cuerpo, se entrena. Al principio cuesta, tenemos miles de pensamientos por minutos. Paciencia. A medida que pasa el tiempo la mente se va relajando y así empezamos a sentir todos los beneficios de la meditación”.
Y dio tres consejos clave para principiantes:
1- Ayudarse con la tecnología
“Hoy en día, gracias a la tecnología, es más fácil a la hora de comenzar algo. Ya no hay excusas porque toda información está accesible para todos. En el caso de la meditación siempre aconsejo buscar meditaciones guiadas por Youtube u otras plataformas, o bien buscar tambien algún mentor que nos inicie en la meditación ya sea online o presencial”.
2- Practicar practicar y practicar
“Mucha gente dice ‘yo no sé meditar’ y en realidad la meditación consiste en no hacer nada; están quienes se hace un mundo del tema y en verdad lo más difícil de meditar es sentarse a meditar porque constantemente la mente boicotea y nos dice que no tenemos tiempo, no tenemos ganas, o nos da fiaca. Lo más difícil es agarrarse de la práctica, tener la disciplina y hacerlo. Es como ir al gimnasio; se va entrenando y cada vez se hace más fácil”.
3- El momento del día importa
“La meditación es ideal hacerla por la mañana, antes de empezar el día. Se hace por un tiempo de 20 minutos aproximadamente y con el estómago vacío. Una vez que la persona comience a agarrarle el ritmo, lo óptimo es hacer dos meditaciones diarias: la matinal y otra a la tardecita antes de cenar, para terminar el día”.
Al respecto, Ortega (que una vez al mes organiza baños de sonido en lugares emblemáticos de Buenos Aires y hoy domingo hará una sesión especial con entrada gratuita, a las 16, en la Usina del Arte) contó que en lo personal probó varias técnicas y ninguna le funcionaba hasta que aprendió que no hay una única manera de meditar para tener los mismos beneficios.
“Por ejemplo hay meditaciones dinámicas que actúan a través del movimiento, otras que usan los sentidos para potenciarlos y relajarse desde ese lugar -señaló-. Durante la pandemia, en el exterior se pusieron de moda los diarios de gratitud. Imaginen el cambio que provoca en una persona que vive quejándose por todo o disconforme con lo que le pasa, anotar a diario las cosas que tiene en su vida para agradecer (hasta lo más ínfimo)Sin dudas es una práctica que conecta con el entusiasmo y brinda energía”.
En sus baños de sonido utiliza las distintas frecuencias del sonido para lograr un profundo estado de calma mental en gente que nunca pudo meditar. “Esas mismas personas se relajan y se desconectan casi sin darse cuenta -aseguró-. Fácilmente y de manera simple porque sólo tienen que escuchar el sonido. Las vibraciones del sonido (de distintos instrumentos como cuencos de cuarzo, gongs, campanas, tuning forks, hand pand, etc ralentizan las ondas del cerebro. Se altera del estado de vigilia normal que solemos tener mientras trabajamos o estudiamos (beta) a un estado más relajado (alfa) y más profundamente (theta)”.
Y tras asegurar que “eso también pasa durante una meditación tradicional”, destacó que “a las personas que les cuesta permanecer inmóviles, se les dificulta llegar a ese estado”.
“Tenía una instructora de sonido italiana que me enseñó que un baño de sonido tiene que ser tan agradable y simple que tanto un nene de ocho años como una persona de 70 puedan disfrutarlos y sentir sus beneficios -referenció sobre la práctica que ejerce y promueve-. Claro que aparecen los pensamientos. Siempre van a estar. Se dice que tenemos 60.000 pensamientos diarios, por lo que es imposible que no surjan. La diferencia es que el sonido ayuda a no ‘enroscarse’ con ese diálogo interno”.
Y después, en coincidencia con Garro, aseguró que “es como el gym o el yoga: hacerlo con regularidad es lo que hace que los beneficios se asienten”.
- ¿A qué creés que se debe el auge que la práctica tuvo en el último tiempo?
- Garro: La peor pandemia fue el estrés que quedó en las personas. Los últimos dos fueron años muy desafiantes donde nos dimos cuenta que nuestra vida puede cambiar de un momento a otro. Descubrir la impermanencia de las cosas y vivir en una constante incertidumbre hizo que necesitemos de una mente equilibrada, enfocada y calma para poder salir ilesos de la situación.
Además fueron tiempos de replanteos de prioridades y de anhelar vivir una vida plena al 100 por 100, más allá del contexto que nos toque vivir.
- Ortega: Básicame a lo que generó la pandemia y el post al que nos enfrentamos ahora. Necesitamos tener nuestro “botiquín de herramientas” para resetearnos.
Los primeros spa nacieron justo durante la postguerra. Otros tiempos, sin tecnología, otras costumbres pero con la misma necesidad de bienestar que tenemos en este momento.
Algo que me parece importante es romper con una falacia que apareció también en este tiempo de que porque hagas meditación o baños de sonidos te vas a sentir bien todo el tiempo. ¡Nada más lejano! Pretender eso es lo que se conoce como “positividad tóxica”.
Aunque se hagan baños de sonido o meditación también van a existir enojos, momentos de tristeza, pero la clave es que este tipo de herramientas ayudan a no quedarse “enganchado” en eso. Son de gran ayuda para observarse y escucharse para procesar lo que nos pasa de otra manera. Ese para mí es el principal beneficio de tener la propia práctica diaria.
Por último, Infobae quiso saber sobre otro término que está “de moda” por estos tiempos: la respiración consciente. “La respiración es otra estrategia para conectarnos con nuestro ser”, explicó Garro, y sobre el final, dejó una reflexión para tener en cuenta: “Lo primero que hacemos al nacer es inhalar y lo último antes de morir es exhalar, y paradójicamente durante toda nuestra vida nunca le prestamos atención a la respiración. Es hora de volver a hacerlo y experimentar sus beneficios. La respiración, además, es un semáforo que nos indica cómo están nuestras emociones. Cuando es corta y agitada, estamos con miedo, angustiados, mientras que cuando la respiración es larga y profunda, estamos tranquilos y en paz”.
Al parecer, en algo tan básico y simple se encuentra la llave para el bienestar que tantas veces las personas buscan en el “afuera”. Tal vez, otra de las enseñanzas que esta gran crisis que puso al mundo patas para arriba nos deje sea tomar conciencia de ello, y empezar a mirar hacia adentro para conectarse con lo que de verdad importa.
SEGUIR LEYENDO