Cómo bajar la panza: recomendaciones para lograr un abdomen sano

Las diferencias entre la panza“floja”, la “hinchada” y la “dura” . Consejos alimenticios

Cómo bajar la panza, por Romina Pereiro

¿A quien no le preocupa cómo bajar la panza? Si bien existe una preocupación importante por lo estético, la medida y forma de nuestra panza puede darnos algunos indicios acerca de cómo se encuentra nuestra salud.

Hay diferentes tipos de panza. Vamos a ocuparnos de las más habituales, que son tres: la “panza floja”, la “más grande y dura” y la “panza distendida e hinchada”.

La “panza floja”, que tiene un poco de exceso de grasa que también va acompañada de tejido adiposo extra en caderas y glúteos. Esta suele responder a una persona más sedentaria, que incluso puede encontrarse con normopeso, pero que probablemente tenga algún desequilibrio en su alimentación.

La panza floja va acompañada con un poco de tejido adiposo en glúteos y caderas (Shutterstock)

En ese caso, es importante evaluar cómo es su dieta, disminuir el consumo de dulces y alimentos ricos en grasa y comenzar con algún plan de actividad física en forma gradual. Por ejemplo: le recomendaría empezar con pequeños cambios como podría sumar una fruta de estación a sus comidas principales y caminar 5 minutos por día.

También podemos encontrar la “panza distendida o hinchada”, que suele aparecer después de comer y dura sólo unas horas. Por lo general no es una panza con exceso de grasa, sino que puede responder a alguna intolerancia alimentaria, a comer rápido o apurado.

En este caso, se estudia cuál es el motivo concreto, se hace un diagnóstico y se siguen las indicaciones correspondientes.

La “panza más grande, dura, abombada” es porque allí hay un acumulamiento de grasa visceral, o sea, que hay grasa acumulada alrededor de algunos de los órganos más importantes del cuerpo.

En la panza más grande, dura, abombada es porque hay un acumulamiento de grasa visceral (Shutterstock)

Esa grasa acumulada promueve alteraciones en el colesterol, los triglicéridos, aumenta el riesgo de padecer diabetes y aumenta la presión arterial. Todos factores que incrementan el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Esto puede deberse a una combinación de causas genéticas, hormonales y a llevar un patrón de hábitos poco saludables: mala alimentación, sedentarismo, mala calidad del sueño y mucho estrés.

Según la OMS, si medimos nuestro abdomen, a la altura del ombligo los valores máximos saludables deberían ser: hasta 88 cm para las mujeres y hasta 102 cm para los hombres.

Que quiere decir esto, que es más importante medir cómo se distribuye el exceso de grasa en nuestro cuerpo. Muchas veces, hay personas que no tienen un gran exceso de peso, pero el tejido adiposo extra que tienen, está acumulado alrededor de las vísceras y significa un riesgo alto aunque no presente tanto peso extra. En este caso, es muy importante armar una estrategia integral para mejorar hábitos no solo alimentarios: las horas de sueño, el manejo del estrés, consumo de alcohol y tabaco y un tema no menor: salir del sillón o la silla y moverse más.

Como conclusión, medí tu panza y pensá como son tus hábitos. Quizás, llegó el momento de tomar la decisión de cambiar, para mejorar tu salud actual y futura.

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