Durante años, los quemadores de grasa en general, ya sea en su forma natural o en forma de suplemento, han sido vistos como una forma casi mágica para bajar de peso o para eliminar la grasa localizada, por ejemplo, la grasa abdominal.
¿Cómo se supone que funcionan? Estos prometen aumentar el metabolismo de las grasas, disminuir su absorción, aumentar el gasto de energía, aumentar la oxidación de las grasas durante el ejercicio o causar adaptaciones que alteren el metabolismo de las grasas.
La lista de ingredientes que forman estos suplementos y alimentos es muy larga, hasta incluso podés llegar a encontrarte con cremas y geles a los que se les atribuyen beneficios para la salud, el rendimiento físico y la pérdida de peso.
Pero, ¿no suena demasiado bueno para ser verdad? Claramente. Si fuera tan fácil deshacernos del tejido adiposo, la obesidad hoy no sería una pandemia que avanza con una velocidad alarmante.
Tenemos que tener muy claro que actualmente no existe ningún tipo de evidencia científica para recomendar ninguno de ellos ni tampoco cuentan con el aval de la Administración de Alimentos y Fármacos.
Bajar de peso implica disminuir la cantidad de masa grasa que tiene tu cuerpo y este es un proceso complejo que lamentablemente lleva su tiempo, ya que su origen es multifactorial, o sea, no tiene una sola causa que la genere.
Cuando llevamos un plan alimentario adecuado a nuestras necesidades y nos ejercitamos, oxidamos grasa, es decir, las utilizamos como fuente de energía. Pero no hay ningún suplemento, batido, licuado, o alimento que tenga la capacidad de “quemar grasas”.
Dependiendo de la sensibilidad de cada persona, consumir este tipo de alimentos o suplementos puede llegar a ser problemático e incluso peligroso, dado que muchos de ellos tienen un efecto directo sobre el ritmo cardíaco y la frecuencia del corazón al acelerar el metabolismo.
La recomendación de la utilización de estos productos suele hacerse fuera del ámbito de la consulta profesional y, por lo tanto, no se realiza ninguna evaluación cardiovascular o de la función hepática. Lo cual es preocupante y alarmante teniendo en cuenta las posibles complicaciones por su uso prolongado.
Como conclusión, no existe ningún método milagroso para bajar de peso. Tanto los licuados, los batidos o las dietas restrictivas funcionan a costa del agua corporal y de la masa muscular, ninguno de ellos como “quema grasas”. Lo tentador es que prometen pérdida de peso fácil y rápida, sin cambiar hábitos alimentarios ni de actividad física.
Mi recomendación es la que te repito siempre. Cuidá tu salud, mejorando todo lo que puedas tu patrón alimentario y recordá que las indicaciones relacionadas a tu salud siempre debe darlas un profesional matriculado.
Edición de video: Sofía Boutigue / Producción gastronómica: @solemartins11
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