¿Vivís probando diferentes dietas sin ver resultados? ¿Te matás de hambre, bajás de peso y después lo volvés a subir?
Existe una infinidad de dietas restrictivas que se basan en priorizar sólo algunos alimentos sin tener en cuenta las cantidades recomendadas y limitan el aporte de algunos nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Hay mucha evidencia de que este tipo de dietas no funciona a largo plazo, promueve una gran sensación de frustración y, en muchos casos, puede poner en riesgo tu salud.
Sostener una alimentación tan restrictiva no tiene que ver con las ganas o la motivación de las personas para bajar de peso.
Nuestro organismo, que es muy inteligente, detecta que no está recibiendo la energía que necesita y reacciona poniendo en marcha una serie de mecanismos para defenderse.
El metabolismo se enlentece, se pone en modo ahorrador. Almacena más y gasta menos, aunque estemos comiendo muy poco.
En el estómago, se libera una hormona llamada ghrelina, que es la responsable de aumentar la señal de hambre y que nos dan más ganas de comer, justamente para reponer esa energía que no estamos recibiendo.
Por otro lado, como tampoco estamos incorporando alimentos que nos gustan, que disfrutamos, aumenta el estrés, y nuestro deseo por los alimentos ricos en grasa y azúcar.
Todo esto, suele provocar el famoso “efecto rebote” en donde la persona aumenta todo el peso perdido porque la respuesta a tanta restricción es el descontrol alimentario, un mayor deseo de comer y atracones.
Es ahí en donde llegamos al punto en que las personas se sienten frustradas y con baja autoestima por no poder manejar su peso y encontrarse en un círculo vicioso de dieta-bajo de peso-atracón del que no pueden salir.
Entonces, no solo no podemos bajar de peso, sino que se ven impactadas negativamente nuestras emociones porque no podemos sostener la restricción a largo plazo, la abandonamos y en algunos casos, hasta el aumento de peso posterior es aún mayor.
¿Que podés hacer? Te dejo algunos consejos, que no es necesario empezarlos todos juntos, pero podés hacerlo de a poco e ir avanzando.
- Empezá a reducir porciones de los alimentos pocos convenientes
- Incluí mayor cantidad de frutas, verduras y legumbres.
- Reducí el consumo de sal, azúcar agregada y grasas saturadas
- Armá un registro fotográfico de comidas para así poder evaluar cuánto y cómo estás comiendo. Así también se puede ir haciendo las modificaciones que uno considere.
- Comé más lento con bocados más chicos.
Como conclusión:
No empieces una dieta que “empieza y termina”, empezá un plan de alimentación saludable para toda la vida.
Edición de video: Sofía Boutigue/Producción gastronómica: @solemartins11
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