¿Te encontrás deambulando hacia la heladera incluso cuando no tenés tanta hambre? ¿Te has estado inclinando por tus comidas reconfortantes favoritas un poco más de lo habitual últimamente? Todo indicaría que se trata de la “boca solitaria”. Para aquellos que no están familiarizados, “kuchisabishii” es una palabra exclusivamente japonesa que literalmente significa “boca solitaria” o “anhelo de tener o poner algo en la boca”.
Comer en exceso durante las crisis de COVID-19 es un problema para la mayoría de las personas que permanecen en su hogar en confinamiento. La rutina está perturbada, las personas con una vida ocupada están atrapadas en casa con menos trabajo y sin actividad física. Durante este tiempo, comer en exceso ocasionalmente puede volverse frecuente y convertirse en una práctica poco saludable.
Cada vez que se actualizan nuestras pantallas, se suman los números globales de mortalidad de COVID-19. Instintivamente, recurrimos a lo que nos da una breve sensación de desapego de nuestra realidad actual. Encontramos consuelo en los “picoteos”, en el vino, en los maratones de reality shows, cualquiera que sea nuestra marca preferida de comodidad.
“Tomar la comida no saludable de forma repentina, compulsiva, impaciente y descontrolada para intentar calmar el estrés, ansiedad, tristeza o angustia es consecuencia del hambre emocional. Al comer por emociones elegimos comida alta en grasas, azúcares y sodio. Posteriormente a la sobreingesta alimentaria o 'atracón alimentario’ es común sentirse con culpa. Estos episodios favorecen el aumento de peso y no resuelven los verdadera raíz que desencadenó el deseo de comer”, explicó en diálogo con Infobae la licenciada en Nutrición Delfina Fahey (MP 3438).
Mucho antes de esta crisis, las personas tenían dificultades con la alimentación emocional. Una encuesta de 2013 realizada por la Asociación Estadounidense de Psicología reveló que el 38% de los adultos estadounidenses informaron haber comido en exceso o ingerido alimentos poco saludables en el último mes debido al estrés, y de esas personas, el 49% informó hacerlo semanalmente o más. Para un porcentaje menor de personas, el 3.5% de las mujeres y el 2% de los hombres, el estrés alimentario resulta en un trastorno por atracón, el trastorno alimentario más común en los Estados Unidos.
Cualquier cosa, desde el estrés laboral hasta las preocupaciones financieras, los problemas de salud y las luchas de relación, pueden ser la raíz de la alimentación emocional. Las emociones negativas conducen a un sentimiento de vacío o un vacío emocional y se cree que la comida es una forma de llenar ese vacío y crear una falsa sensación de “plenitud” o integridad temporal.
“El hambre real es el hambre fisiológico, producido por comer de manera insuficiente o no comer durante varias horas. Se manifiesta con languidez de estómago. Es un hambre paciente, no es selectivo a determinados alimentos, y permite sentir sensación de saciedad al dejar de comer”, agregó a especialista.
La comida puede ayudar a aliviar las emociones inicialmente, pero abordar los sentimientos detrás de la alimentación emocional es importante a largo plazo. Trabajar para encontrar formas alternativas de lidiar con el estrés, como el ejercicio o el apoyo de sus pares, e intentar practicar hábitos alimenticios conscientes, es clave.
Cómo hacer frente a la alimentación desordenada
Para hacer frente a la alimentación desordenada, ya sea durante una crisis o no, debemos entender por qué estamos comiendo en exceso, y luego tomar medidas para romper el ciclo de ansiedad, vergüenza y tristeza que caracteriza el trastorno. Los estudios han demostrado que una forma de hacerlo es a través de algo que creo que todos podemos beneficiar especialmente: la autocompasión.
La autocompasión puede ayudar a interrumpir este ciclo de tres maneras: al validar los sentimientos que conducen a la alimentación emocional, al calmar el cuerpo y la mente, y al desmantelar la vergüenza que viene con el trastorno.
Diferenciar entre una sensación general de ansiedad (que es natural, dados los tiempos) y el aburrimiento es clave. Es difícil decirle a una persona que está ansiosa por naturaleza o que ha sido diagnosticada con trastorno de ansiedad generalizada que no esté ansiosa. Lo único que deberíamos monitorear es cómo tratamos de calmar esta ansiedad.
El uso de la autocompasión para lidiar con las emociones puede calmar el estrés emocional y físico que alimenta el comportamiento alimenticio poco saludable. En estudio publicado recientemente en la revista Appetite, 60 mujeres británicas de entre 18 y 50 años que padecían trastornos alimentarios completaron una serie de cuestionarios que preguntaban sobre su comportamiento alimentario, su salud mental y su tendencia a la autocrítica y la autocompasión. La mitad de los participantes del estudio utilizó una meditación guiada por la autocompasión para hacer frente a sus emociones negativas, mientras que la otra mitad utilizó una estrategia autocrítica.
Los investigadores encontraron que las mujeres que completaron el ejercicio de autocompasión informaron menos deseo de comer en exceso que aquellas que no completaron la meditación. Lucy Serpell, profesora asociada de psicología clínica en el University College de Londres y autora principal del estudio, dijo: “Fue sorprendente y prometedor encontrar que un breve ejercicio de autocompasión también puede afectar las emociones de las personas como la cantidad de comida que comieron".
Por supuesto, ese estudio no se realizó bajo el tipo de circunstancias en las que estamos atrapados. Las malas noticias interminables y las crecientes preocupaciones de la crisis del coronavirus pueden catapultar al cuerpo a la respuesta de “lucha o huida”, un estado de excitación estresante eso puede causar tensión muscular y respiración superficial. Los estudios indican que este estado puede llevar a comer en exceso, así como a problemas de presión arterial alta y de salud mental.
Sin embargo, los investigadores han descubierto que la bondad autodirigida también puede facilitar la respuesta de “lucha o huida”. Cuando las personas se muestran cálidas y compasivas, se activa la parte calmante del cerebro. Y una vez que el cuerpo se relaja, el nudo de emociones duras comienza a calmarse, lo que ayuda a las personas a pensar más claramente sobre su comportamiento alimenticio y a tomar decisiones más saludables.
"Buscar la forma de poder depositar la energía en otro lugar nos va a ayudar mucho a disminuir el hambre emocional. Hoy en día, contamos con miles de herramientas para focalizar nuestra atención en actividades positivas, que nos ayuden a pasar este momento. También un buen método es fijar horarios de comida y entre esos momentos buscar otras actividades para hacer y así no caer en esa necesitad puramente psíquica de consumir”, sostuvo en diálogo con Infobae la nutricionista Paula Analía Basili, creadora de Poulin, una herramienta de consultorio para nutricionistas.
Cómo comer de manera más saludable durante el encierro:
- Tomar un vaso de agua: podemos tener sed, no tener hambre, y a veces confundir a los dos.
- El ejercicio y la interacción social ayudan a reducir el cortisol, así como cualquier cosa que nos haga sentir tranquilos, como leer, meditar, salir a caminar.
- Los alimentos que son ricos en proteínas o fibra nos harán sentir más llenos por más tiempo, por ejemplo, frijoles y otras legumbres, huevos o nueces.
- Establecer una rutina y planificar comidas. Esto puede ayudar a controlar el hambre y evitar el consumo de alimentos menos saludables.
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