Qué es el ayuno intermitente, ¿el secreto de la eterna juventud de Jennifer Aniston?

La actriz de 50 años contó en una entrevista que notó grandes cambios en su cuerpo y estado de ánimo desde que sigue ese plan alimentario. Los beneficios del reposo digestivo como método para “resetear” el organismo y activar los genes de la longevidad. Recomendaciones de especialistas para ponerlo en práctica

La actriz Jennifer Aniston se sumó a la creciente lista de celebridades que se proclamaron amantes del ayuno intermitente (Foto: Bazaar)

En una reciente entrevista, Jennifer Aniston se sumó a la creciente lista de celebridades que se proclamaron amantes del ayuno intermitente.

Según contó la actriz de 50 años, tuvo un gran éxito con el plan de alimentación, que requiere ayunar durante 16 horas al día y comer sólo durante un período de ocho horas.

“Hago un ayuno intermitente, por lo que no ingiero comida en la mañana -dijo al medio británico Radio Times. Noté una gran diferencia al no comer alimentos sólidos durante 16 horas”.

Aniston dijo que sólo toma jugos verdes y café por las mañanas y que además meditaba, hacía ejercicio y alimentaba a sus perros. La ingesta de sólidos comienza avanzado su día.

Pero, ¿en qué consiste el ayuno intermitente? ¿Todos pueden hacerlo? ¿Cuáles son sus beneficios? Sobre todo eso, Infobae consultó a la licenciada en Nutrición María Cecilia Ponce (MN 3362), quien comenzó por aclarar que “los ayunos son prácticas ancestrales, milenarias, presentes en todas las religiones y todas las civilizaciones a lo largo de la historia; es algo sumamente implementado durante toda la humanidad con diferentes tipos de fines, ya sean religiosos o depurativos”.

Al disminuir los niveles de azúcar se genera a largo plazo mejor sensibilidad a la insulina, la autofagia y regeneración celular (Shutterstock)

“Lo que hoy se sabe es que mantenernos libres de alimentación durante algunas horas lo que hace es inducir a un reposo digestivo, y ayuda también a tener más percepción de cuándo uno come por hábito y cuándo por hambre real”, señaló la especialista en nutrigenómica, quien destacó que “es una práctica que se puede empezar a tener con ciertos pacientes que buscan ir un poco más allá, no sólo restringir calorías por una cuestión estética ni de peso, si no que lo que se va a pretender con la extensión del ayuno es inducir ciertos procesos orgánicos que reparan y detoxifican las células”.

Hay diferentes tipos de ayunos -secos, de 12, 14, 16 o 24 horas-, pero del que más se habla, porque lo hacen varias famosas, es el 16/8: 16 horas en ayuno y ocho horas de alimentación, que debe ser saludable y balanceada, según precisó la especialista.

“Lo que ocurre es que a partir de las 14/16 horas se pone en manifiesto ciertos procesos de lo que se llama autofagia, que es como un ‘reciclado’ celular donde la célula se limpia y puede volver a funcionar más correctamente; es un proceso que se da en nuestro cuerpo todo el tiempo, pero darle un reposo digestivo, o sea darle al organismo ese espacio para desintoxicarse y repararse, es necesario para que funcione correctamente”. Para Ponce, “lo ideal, o lo que se propone, es que se pueda cenar temprano y extender un poco el desayuno; con eso empieza ya el proceso de reposo digestivo, que sería de 12 horas, lo que pasa es que en la civilización actual el común de la gente se acuesta tarde y se levanta muy temprano y esa ventana de ayuno cada vez es más cortita”.

Además, si a eso se le suman malos hábitos alimentarios, estrés, la ingesta de productos industrializados llenos de aditivos y conservantes, etc. “los procesos de detoxificación y reparación son más engorrosos”.

Lo recomendado es empezar al menor respetando las 12 horas de ayuno para respetar el ciclo circadiano vital y natural (Shutterstock)

¿Qué sucede durante el ayuno? “Cuando uno está sin consumir ningún alimento (ni proteínas, ni glucosa, ni hidratos de carbono, ni grasas) empiezan a disminuir los niveles de insulina, lo cual favorece de alguna manera procesos orgánicos y metabólicos de detoxificación y reparación celular”, comenzó a explicar Ponce.

Y detalló: “Hay estudios de laboratorio realizados en ratas, en los que se les dio de comer la misma cantidad de comida y de calorías a dos grupos, uno sin restricciones y otro al que sólo se le dio comida durante ocho horas, con un reposo digestivo de 16. Y lo que se encontró es que las ratas que comieron en horarios restrictivos tenían beneficios metabólicos como disminución de la intolerancia a la glucosa y los procesos de inflamación, mejores habilidades motoras, menos perfil inflamatorio en general, menos respuestas agresivas. Allí se empezó a deducir que los beneficios de extender las horas de ayuno al menos en 12 horas trae beneficios metabólicos”.

Al disminuir los niveles de azúcar (porque no se está consumiendo ningún alimento) “se genera a largo plazo mejor sensibilidad a la insulina, la autofagia y regeneración celular, lo cual previene el envejecimiento prematuro”. También, agregó la experta, “después de esas horas empieza a ponerse de manifiesto la oxidación de los ácidos grasos, empieza a quemarse más grasa y podría ser un factor para disminuir el tejido adiposo corporal, además, al facilitar ese reposo digestivo se produce menos inflamación intestinal y se promueve -después de las 16 horas- la expresión de algunos genes relacionados con la longevidad los cuales empiezan a expresarse más correctamente”.

Sobre cómo ponerlo en práctica y en qué personas no estaría indicado el ayuno, Ponce recomendó “empezar al menor respetando las 12 horas, que implica respetar el ciclo circadiano vital y natural de comer cuando hay sol y descansar cuando el sol cae”. “Así, sólo cenar más temprano y desayunar unas horas más tarde nos va a permitir respetar estos ciclos, tener más conciencia de cuándo se tiene apetito real, reposar el aparato digestivo y que de alguna manera se restablezcan las funciones correctas para cada organismo”, apuntó la especialista.

Los ayunos son prácticas ancestrales, milenarias, presentes en todas las religiones y todas las civilizaciones (Shutterstock)

“Después, si se buscan otros fines, como inducir la autofagia o la biogénesis mitocondrial, o sea tener más mitocrondrias, que es la fuente de energía de las células, ahí habría que hacer un ayuno de 14/16 horas, para el que hay que estar más preparado, tener una alimentación más equilibrada previamente, tener más conciencia de qué se va a comer antes y después, estar asesorado por profesionales específicos y de esa manera empezar a incluir esos ayunos de 16 tal vez una o dos veces por semana y hacerlo de forma más llevadera”, aconsejó.

Los ayunos intermitentes están contraindicados “para pacientes que están en bajo peso, mujeres que estén amamantando o embarazadas, pacientes con trastornos alimentarios o diabéticos que requieren insulina”. “No es para todo el mundo; es simplemente una estrategia para inducir genes de longevidad, autofagia, reparación y biogénesis mitocondrial, que son procesos sumamente interesantes para prevenir enfermedades e inducir la longevidad -insistió Ponce-. Pero no es para todos, hay que estar bien asesorados y preparados nutricionalmente previamente con una dieta saludable”.

“Los beneficios son muchos, pero no es para que todo el mundo empiece a hacer ayunos”, enfatizó la especialista, quien concluyó: “Se trata de uno de los nuevos paradigmas que vienen en lo nutricional; no es ni más ni menos que empezar a resetearnos para respetar los ciclos circadianos de cada uno”.

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