Por Fabricio Portelli
El vino argentino ya no está de fiesta, a pesar que su calidad es cada vez mejor y su diversidad no para de crecer, las cuestiones climáticas adversas en todas las regiones vitivinícolas del país hicieron que debiera importarse vino a granel desde Chile. Los que menos han sufrido las consecuencias son los vinos de mejor calidad. Pero en los vinos masivos, que se comercializan mayoritariamente en el país y en envases Tetra Brik, el golpe ha sido muy duro. Porque más allá de la sensibilidad del precio y el impacto de los costos en la cadena, faltó vino.
Antes, Argentina era el principal consumidor per cápita del mundo (90 litros en los años 80), y el quinto productor mundial. Y si bien en aquel entonces la cerveza ni figuraba, hoy su consumo anual duplica al del vino, a pesar de las tradiciones. Pero la cerveza no es el único enemigo del vino; al parecer el nuevo problema está en casa y se llama vin up. Una bebida que amenaza con ser un lastre para el vino común; el segmento que sostiene a la industria por representar más de dos tercios de las ventas totales anuales.
El vin up es una bebida alcohólica elaborada a base de vino (hasta un 30%) y extractos vegetales, que se comercializa fundamentalmente en supermercados y almacenes del interior (principalmente en Chaco, Rosario, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires). Viene en versiones tinto y blanco, y su precio oscila los $25 el litro, cuando el vino líder en Tetra Brik cuesta $40.
El quid de la cuestión no está en la composición sino en la confusión que genera el vin up, más allá de su cuestionada calidad. Desde hace varios años que la industria del vino lucha contra este flagelo que hoy, producto de la coyuntura, adquiere protagonismo. Varios referentes consideran que es un producto "engañoso" por mostrar en su envase imágenes de viñedos, toneles o copas de vino, cuando sólo poseen una parte de la noble bebida. Incluso, algunos emulan ser una botella de vidrio cuando vienen en cajitas de cartón.
Cabe destacar que no se trata de los famosos envases de Tetra Pak y que representan más del 40% de las ventas anuales de vino en el país. Cuando irrumpieron en el mercado, el segmento estaba en caída libre a manos de las botellas de litro con tapa a rosca, algo que parecía no tener fin. Aunque el Tetra salvó las papas.
El vin up, en cambio, afecta la imagen del vino, y por consiguiente atenta a la recuperación de su consumo y de la industria. "La intención del sector privado es dar un apoyo a la gestión del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en defensa del consumidor y de la lealtad comercial respecto de la aparición de productos que consideramos que están engañando y confundiendo al consumidor, tratando de usurpar el nombre y las apariencias que tiene cualquier envase de vino", explicó Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA).
Por su parte, Juan Carlos Pina (Bodegas de Argentina) indicó que "cada uno es dueño de vender lo que quiera. Pero los que comercializamos vinos ponemos claramente vino y no engañamos a nadie. Pretendemos que los que venden otra cosa que no son vinos también lo digan claramente", dijo.
Es evidente que el vin up quiere aferrarse al vino (y su buena imagen) para hacerse de un lugar en el mercado, pero el resultado puede ser negativo, tanto para ese producto como para el vino tradicional. La batalla legal propuesta por la aparición del vin up, entre distintas empresas, instituciones y actores del sector vitivinícola comenzó en 2004 y se extiende hasta hoy, con un final incierto.
Por un lado, la gran sensibilidad de precios del vino a los incrementos de costos, ya sean por causas naturales o de mercado, frena el consumo. Y por el otro, el vin up debe hacer su propio camino y no robarse las credenciales que el vino supo conseguir. Es una lástima que esto suceda justo cuando el litro de vino en Tetra había logrado ponerse a la par del litro de cerveza y así volver a competirle de igual a igual para recuperar su trono.
Fabricio Portelli es sommelier argentinos y experto en vinos
Twitter: @FabriPortelli
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