Un estudio reciente destacó cómo muchas de las acciones diarias, incluso aquellas que se perciben como deliberadas, están influenciadas por patrones automáticos que operan fuera de la conciencia. Según The Atlantic, estos hábitos, definidos como asociaciones automáticas entre un contexto y una respuesta, se forman al repetir una acción en un entorno específico, desencadenada por una señal contextual.
Una vez establecidos, los hábitos se ejecutan de manera automática, sin requerir la participación activa de la mente consciente, lo que simplifica la vida; no obstante, puede generar desconexión entre el comportamiento y los objetivos que lo originaron.
El psicólogo David Neal subraya que, aunque las personas pueden recordar lo que hicieron, no necesitan involucrar su mente consciente para iniciar o completar una acción habituada. Este automatismo fue descrito ya en 1890 por William James, otro psicólogo que lo consideraba una herramienta para automatizar tareas repetitivas y liberar recursos mentales para actividades más complejas.
Sin embargo, James también advirtió sobre su independencia de las motivaciones originales, un fenómeno corroborado por investigaciones modernas. Estas demostraron que los hábitos y los comportamientos dirigidos a objetivos utilizan diferentes vías cerebrales; los primeros dependen del sistema sensoriomotor, lo que los hace menos sensibles a cambios en las intenciones o recompensas.
El impacto de los hábitos en las decisiones diarias
La capacidad de los hábitos para persistir incluso cuando ya no cumplen un propósito inicial tiene implicaciones en la vida cotidiana. Wendy Wood, profesora emérita de la Universidad del Sur de California, señaló que las personas tienden a sobreestimar el papel de sus objetivos conscientes en la formación de hábitos. Como ejemplo, en un estudio de 2022, los participantes afirmaron que bebían café porque estaban cansados, pero los registros mostraron que su consumo estaba débilmente relacionado con la fatiga. La verdadera razón era que simplemente era el momento habitual para hacerlo.
Este fenómeno también se evidenció en un estudio sobre el consumo de pochoclos en el cine. Los participantes que tenían el hábito de comer esta golosina en este contexto consumieron más incluso cuando estaban rancias, reconociendo que no eran agradables pero dejándose llevar por el entorno que desencadenaba su comportamiento.
Aunque puede parecer un detalle inofensivo, estos patrones automatizados tienen un impacto más significativo en hábitos relacionados con el equilibrio entre la vida personal y laboral, las relaciones o el uso excesivo de la tecnología.
La desconexión entre hábitos e intenciones
La resistencia de los hábitos al cambio también está documentada en investigaciones sobre la relación entre intenciones y comportamientos repetitivos. Un metaanálisis de 1998, citado por The Atlantic, encontró que las intenciones son un predictor débil de acciones habituales, como usar el cinturón de seguridad, en comparación con acciones esporádicas, como vacunarse. Esto sugiere que, aunque los objetivos conscientes pueden iniciar un hábito, no son suficientes para sostenerlo o modificarlo.
A pesar de esta resistencia, los expertos destacan el papel de la atención como herramienta para abordar los hábitos invisibles. Benjamin Gardner, psicólogo de la Universidad de Surrey, indicó que las personas más eficaces en el logro de metas son aquellas que automatizan deliberadamente conductas útiles.
Asimismo, Gardner relató su experiencia al adoptar el hábito de usar hilo dental vinculado a señales contextuales específicas, como cepillarse los dientes. Aunque no siempre recordaba haberlo hecho, confiaba en su rutina.
James Clear, autor de Atomic Habits, sugiere un ejercicio similar: realizar una “tarjeta de puntuación de hábitos” que evalúe el impacto de cada conducta diaria, ya sea positiva, negativa o neutral.
La importancia de reevaluar los hábitos
Aunque algunos hábitos, como los horarios de ejercicio, pueden parecer neutrales o incluso beneficiosos, su utilidad no siempre se mantiene alineada con las metas personales. Según The Atlantic, estos patrones no se ajustan automáticamente a los cambios en las intenciones personales, lo que puede llevar a la persistencia más allá de su utilidad. Ejercicios como identificar señales contextuales o evaluar la relevancia de cada hábito permiten tomar decisiones más conscientes y gestionar mejor las rutinas.
Los hábitos son una parte inevitable de la vida y ofrecen beneficios en términos de eficiencia. Sin embargo, su influencia puede ir más allá de lo que las sociedad percibe habitualmente. Comprender cómo funcionan y reconocer su impacto es fundamental para evitar que estos patrones automáticos dicten el accionar y, en cambio, utilizarlos como herramientas para vivir de forma más intencionada.