Un concepto que desde hace bastante tiempo se implementa en el mundo industrial es incentivar la productividad de sus empleados mediante actividades recreativas. Es que está comprobado por diversos estudios que esta iniciativa disminuye el ausentismo y estimula el rendimiento personal, favoreciendo la salud de la empresa al incrementar la rentabilidad y la convivialidad.
Entre los casos exponenciales más conocidos, están los de las industrias asiáticas, que también apuestan por estas prácticas como instrumento para conseguir mejores resultados. En Japón, por ejemplo, es muy común observar hombres y mujeres vestidos formalmente realizando una rutina de calistenia o maniobrando con barras de ejercicios, tal como proponen dos grandes corporaciones.
La movida se repite en varias compañías. En una firma de comercio electrónico se instalaron unos 12 mil escritorios móviles que permiten que los empleados trabajen tanto parados o sentados a lo largo del día. Por otra parte, en dos de las más reconocidas fabricantes multinacionales alientan tanto a los obreros de planta como a los altos ejecutivos a sumarse al grupo de estiramiento que arranca diariamente a las tres de la tarde.
Puntualmente en el territorio nipón, cada una de estas iniciativas responde a una idea en común: que los empleados se mantengan ágiles y productivos por más horas. Esto se busca debido a que el país enfrenta una reducción de su población económicamente activa, de modo que con este método se espera disminuir considerablemente el envejecimiento poblacional.
La medida surge también como una respuesta a la inmigración formal, que en Japón es casi nula. Por ello es de vital importancia para las empresas que su personal se mantenga en forma y prolongue el tiempo de jubilación.
La invitación para "atacar" el sedentarismo con el fin de obtener réditos laborales se repite en muchos países alrededor del globo, incluido Argentina. No es una novedad. Pero a partir de ello, en Suecia plantean una variante diferente, ya que las compañías decidieron convertir el ejercicio físico en una obligación laboral.
Dos de las que imparten estos lineamientos son la empresa pública de distribución de agua Kalmar Vatten y la marca de ropa Björn Borg, creada por el afamado ex tenista. En esta última, por ejemplo, cada viernes los empleados abandonan la sede laboral para dirigirse a un centro de entrenamiento deportivo cercano, donde deben cumplir una hora semanal de yoga, aeróbico u otra modalidad.
La decisión de las dos firmas se concibió como parte de una cultura que data de un largo antecedente. Desde finales de los años 80, la mayoría de las empresas suecas subvencionan las actividades deportivas de sus empleados hasta 500 euros anuales, exonerados de impuestos. En la actualidad, algunas organizan también clases de deporte durante las horas de trabajo.
Además, detrás de ello hay otra razón. Un estudio de la Universidad de Estocolmo demostró en 2011 que practicar una actividad física durante la jornada laboral otorgaba las ventajas de estar más en forma y concentrado (para el empleado) y de conseguir una reducción del 22% del absentismo laboral (para el empleador).
Este último dato es el destacado para el país escandinavo, debido a que las bajas por enfermedad allí son en promedio dos veces superiores a la media europea. La hora de deporte obligatoria, que se hace casi siempre en grupo, estrecha además la relación entre los distintos servicios y permite atenuar las relaciones jerárquicas, explican los impulsores.
Como en los casos expuesto de Japón y Suecia, en Italia sucede lo propio. Nerio Alessandri, fundador y director ejecutivo del fabricante de equipamiento deportivo italiano Technogym, tomó la determinación de prohibir en la sede de Cesena el uso del ascensor a menos que alguien tenga una condición física previa. Además, no hay sillas en las salas de reuniones. En su lugar hay balones suizos.
"La gente nació para moverse unos 30 kilómetros al día. Hoy, en general, el promedio es de menos de 1 kilómetros. Estamos dedicados a reducir esa diferencia", dijo a la BBC el empresario, agregando que uno de sus objetivos es cambiar la cultura sedentaria de la sociedad moderna. Una meta que quizá no sea tan lejana.
Según predice la consultora Deloitte, para 2022 se espera que los llamados Millennials, la generación nacida entre 1980 y 1999, compongan un 75% de la fuerza laboral en el mundo. El sondeo también muestra que los que están en esta franja etaria exigirán que las compañías ofrezcan infraestructura para poder mantenerse en forma, de modo que esto se podría transformar en una herramienta para atraer los talentos de negocios del siglo XXI. Mientras, el ejercicio físico continúa ganando preponderancia en el mundo empresarial.
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