El caso de Amelia Burns que se difundió en los últimos días de diciembre mostró las consecuencias de la exposición del cuerpo a una exigencia desacostumbrada o superior a la que puede soportar. La imagen de su brazo derecho es el reflejo visible de un riesgo latente cuando se realiza una actividad muscular que sobrepasa las capacidades que el individuo puede tolerar, una afección más común de lo que aparenta: la rabdomiólisis.
Como era habitual en su rutina semanal, la joven inglesa de 30 años acudió al gimnasio a entrenar. Durante la sesión sintió el cansancio, que -lógicamente- lo asoció a la actividad. El problema llegaría más tarde, cuando regresó a su hogar en la localidad de Standhurst. Allí, se percató de que algunos de sus músculos habían crecido de manera desproporcionada. Comenzó a sentirse mal, agotada y con intensos dolores de cabeza hasta que se desmayó.
"Mis brazos se hincharon hasta al menos tres veces su tamaño normal, desde el antebrazo hasta más allá del codo. Me parecía a Popeye", comentó Amelia, al evidenciar el aumento considerable del tamaño en sus extremidades. La inflamación perduró por un par de días, en los que, según confesó ella misma, no era capaz de levantar las manos por sobre la cabeza. Se había quedado sin energía.
"Fue completamente aterrador cómo perdí todas mis fuerzas. Una botella de agua se sentía como la cosa más pesada que he tratado de levantar. Estaba completamente exhausta", dijo al diario Daily Mail. Finalmente, Burns fue hospitalizada y diagnosticada con rabdomiólisis.
La médica clínica Gabriela Ferretti explica que esta alteración se define como la ruptura del tejido muscular: "Cuando una fibra muscular se daña por la contracción sostenida, libera a la sangre elementos como la mioglobina (pigmento del músculo) y otros elementos que se encuentran dentro de las células musculares. La mioglobina elevada en la sangre puede generar que el riñón se dañe, generando una merma en su función, más conocida como insuficiencia renal aguda. Esto produce una acumulación de sustancias tóxicas para el organismo".
Aunque ciertas enfermedades hereditarias y algunos fármacos -como las estatinas y los suplementos dietarios con creatina, cafeína o efedrina- puedan predisponerla, la rabdomiólisis aparece mayormente por el ejercicio físico. En general, es producto de la combinación de dos circunstancias: por un lado, el apuro por bajar de peso, definir la silueta y tonificar la musculatura, lo que se convierte en prácticamente una obsesión para los atletas; por el otro, la falta de conocimiento para desenvolverse en el gimnasio, para hacer correcta y adecuadamente cada ejercicio.
La especialista, vicepresidente de la Asociación de Peritos de la Salud de la Ciudad de Buenos Aires (Aperca), añade que se trata de una afección que puede generar debilidad y dolor muscular. "Al finalizar toda actividad física es común sentir cansancio general. Pero no así dolor, el cual, en condiciones óptimas, no debería aparecer durante ni después del ejercicio", precisó.
En la mayoría de los casos son leves a moderados, como le sucedió a Amelia. Para estos diagnósticos "la vuelta a la actividad física normal será de entre dos a cuatro semanas", señaló la médica. Por el lado de la joven británica, la recuperación es lenta: "Pasaron ya varios meses y aún no tengo la energía que solía tener. Es realmente aterrador. Voy a tener que empezar a mejorar mi estado nuevamente", comentó.
Por el contrario, en los casos graves podría llegar a provocar insuficiencia renal y arritmias cardíacas. "Si bien constan de un pequeño porcentaje, pueden requerir sesiones de diálisis para suplir la función del riñón", acotó Ferretti.
A continuación, algunos tips que compartió la experta médica para prevenir la rabdomiólisis.
– Hidratarse correctamente, antes durante y después de la actividad. No esperar a sentir la sensación de sed.
– Evitar hacer ejercicio en horas de altas temperaturas (preferible a primeras horas de la mañana o al anochecer).
– Todo inicio de actividad física debe ser progresivo. El cuerpo necesita adaptarse a las nuevas exigencias. No existen los resultados mágicos y nadie puede ponerse en forma en uno o dos meses.
– Escuchar al cuerpo. Si aparece algún tipo de dolor, mejor parar.
– Buscar asesoramiento de entrenadores o profesores de educación física experimentados.
– Evitar la exigencia física mientras se realizan dietas sin harinas y habiendo consumido alcohol.
– Si después del ejercicio la orina es oscura, la principal medida es hidratarse y consultar al médico a la brevedad.
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