La Maratón de las Arenas, el osado desafío de correr durante una semana en el Sahara

Salvaje, dura, cruel, fantástica. La Marathon des Sables es una competencia que se realiza de manera ininterrumpida en el desierto marroquí desde 1986. En un reto de suma exigencia reúne a más de 1.300 corredores de diferentes orígenes y culturas que deben soportar situaciones extremas para llegar a la meta

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El viento empuja. El arena pega en la cara y todo el cuerpo. La visión se nubla de amarillo y la respiración se dificulta, dando lugar a improvisados barbijos. La superficie despareja, pesada, aporta lo suyo. Las ampollas se adueñan del pie al transcurrir la semana y el equipaje se hace más pesado con cada paso. Si todo esto no fuese poco, la extrema variación de la temperatura aminora los ánimos. El agotamiento va carcomiendo la mente.

La Maratón de las Arenas es un desafío para pocos. Las condiciones a las que se someten los participantes son extenuantes con solo imaginarlas. Una serie de barreras a superar que ponen a prueba los límites humanos. El agobiante el calor sumado a la pesadez de la arena que impactan en la pisada la convierten para algunos expertos en la maratón más compleja del mundo. Sin embargo, nada es impedimento para los runners más osados, que esperan con ansias poder medir sus capacidades en la compleja misión.

Por la exigencia los participantes
Por la exigencia los participantes deben presentar el certificado médico (Facebook/Marathon des Sables)

Las carreras más duras del planeta se desarrollan en terrenos inhóspitos y con condiciones meteorológicas extremas. Y la Marathon des Sables, como dicta su nombre original, no es la excepción. Se trata de una competencia que se realiza de manera ininterrumpida en el desierto del Sahara marroquí desde 1986 y convoca en cada edición a cerca de 1,400 deportistas de élite de todo el planeta, quienes soportan situaciones extremas para llegar a la meta.

Puede correr mayores de 18
Puede correr mayores de 18 y mayores de 16 autorizados por los padres (Facebook/Marathon des Sables)

Los riesgos son muchos. En la historia se produjeron incidentes dramáticos. Por ejemplo, en 1994, el participante italiano Mauro Prosperi se perdió en una tormenta de arena y tras nueve días, se encontró en Argelia con los nómadas. Tiempo después reveló que para sobrevivir tuvo que beber orina y sangre de murciélago. En 2007 ocurrió otro hecho cuyo desenlace fue peor: el corredor Bernard Jule no soportó el esfuerzo y falleció a pesar de presentar un buen estado de salud.

A pesar de las duras exigencias, el furor es notable. Más de 20.000 corredores se animaron a la prueba durante estas tres décadas. En cada apertura de inscripción, el millar de plazas se agota en unos minutos. Y muchos de los que se anotan son repetidores. Nació en 1986, con apenas 23 participantes. En la edición de este año (la 32ª, que ganaron el marroquí Rachid el Morabity y la sueca Eli Barnes) corrieron más de 1,300 personas.

El francés Patrick Bauer, fundador de la carrera que promueve el entusiasmo de muchos, intentó explicar el por qué de tamaña aceptación. En 1984 deambuló en soledad unos 350 km por el desierto, contó que tuvo una revelación que cree les sucede a cada participante: piensa que experimentan un antes y un después. "Algo cambia en la gente que corre. Va más allá del deporte porqué esto es un reto con uno mismo y a la vez una prueba en la que la solidaridad entre corredores es fundamental".

Miles de personas se sometieron
Miles de personas se sometieron al reto en más de tres décadas de existencia (Facebook/Marathon des Sables)

En total se recorren 250 kilómetros divididos por etapas durante una semana (una por día, siendo cinco etapas entre 20 y 40 kilómetros y una etapa de unos 80 kilómetros), con un camino compuesto mayormente por llanuras, montañas, lagos secos, amplios bancos de arena, tramos de rocas, con subidas y bajadas, y con pendientes muy pronunciadas.

Cada uno debe transportar consigo sus provisiones. Comida, indumentaria deportiva, abrigos, bolsa de dormir y aislante, entre todos los elementos necesarios para afrontar los siete días. La amplitud del clima es un condicionante mayúsculo: las temperaturas que merodean entre los 50 grados durante el día y disminuyen drásticamente en la noche. El peso promedio de equipaje -recomiendan los expertos- debe oscilar entre los 8 y 9 kilos. Los límites son 6,5 y 15 kilos. Hay algunos elementos que deben transportar obligadamente, como una brújula, un silbato o hasta un kit para mordeduras de serpiente.

El reto es de suma
El reto es de suma dificultad (Alexis Berg/Facebook/Marathon des Sables)

La comida es otro tema a estudiar en profundidad, ya que para garantizar el rendimiento tienen que seleccionar el tipo de alimento que mejor se adapte a sus necesidades personales, salud, condiciones climáticas, peso y condiciones de mochila. Las reglas indican que al menos deben completar las 14.000 calorías, para cumplir con un mínimo de 2.000 calorías por día, de lo contrario serán penalizados. Y todo alimento que se encuentre en el embalaje original deberá estar equipado, de forma legible, con la etiqueta de nutrición indicada en el producto afectado.

Los paisajes caracterizan la bella
Los paisajes caracterizan la bella carrera (Facebook/Marathon des Sables)

La organización se encarga solo de proporcionar agua en los distintos puntos de control, que son de dos a seis dependiendo de la duración de la carrera y de paso obligatorio. Pero hay un detalle: son solo doce los litros que cada corredor dispone por jornada. Esto obliga a los participantes a calcular la ingesta teniendo en cuenta el tiempo y la distancia. Si se equivocan, saben que el deseo por calmar la saciedad dominará la mente.

Los participantes deben encargarse de
Los participantes deben encargarse de su comida (Facebook/Marathon des Sables)

La lejanía de las tierras africanas es un impedimento para muchos. Sin embargo, el apego de los apasionados de las pruebas de fondo hizo que la competencia se extrapolase a otros sitios del planeta. Por ejemplo, en septiembre se desarrollará una media maratón en la localidad de Fuerteventura, una isla española del archipiélago de Canarias. Y para los corredores latinoamericanos, por primera vez se llevará a cabo en América: será en Perú entre el 26 de noviembre y el 6 de diciembre en las dunas de Nasca y Paracas, en la región de Ica (a unos 300 kilómetros al sur de Lima).

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