La lucha contra las enfermedades hereditarias ha dado un paso significativo hacia adelante con el desarrollo de tratamientos experimentales que prometen cambiar la vida de quienes sufren de ceguera hereditaria. En el núcleo de este avance científico se encuentra la edición genética CRISPR, una herramienta que ha demostrado tener un potencial transformador en el campo de la medicina genética.
Conducido por el Mass Eye and Ear de la sistema de salud Mass General Brigham y otras instituciones estadounidenses como la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Míchigan, la Universidad de Miami y la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, la tecnología de edición genética CRISPR-Cas9 ha sido financiado por la compañía biotecnológica Editas Medicine.
El estudio ha sido calificado de “prueba de concepto” por el doctor Eric Pierce, director del Instituto de Genómica Ocular en Mass Eye and Ear y la Escuela de Medicina de Harvard, destacando su potencial para tratar no solo trastornos retinianos hereditarios sino también otras enfermedades genéticas en general.
Los resultados del ensayo clínico, publicados el lunes en el New England Journal of Medicine, marcan una nueva marca en el campo de la oftalmología y la genética, presentando la edición genética CRISPR como una vía potencialmente segura y efectiva para el tratamiento de ciertas formas de ceguera hereditaria. Sin embargo, se hace eco de la necesidad de replicar estos hallazgos en un grupo más amplio de personas para corroborar la eficacia y seguridad de la terapia a largo plazo.
Olivia Cook, un caso de éxito
La vida de Olivia Cook, una estudiante universitaria de 22 años, experimentó un cambio radical tras recibir este tratamiento experimental. Nacida con una forma de ceguera hereditaria conocida como amaurosis congénita de Leber (ACL), su capacidad para percibir el mundo se transformó significativamente después de someterse a una cirugía en su ojo izquierdo.
El ensayo clínico fase 1/2, en el que participó junto a otros 13 voluntarios, reportó una “mejora significativa” en la visión de la mayoría de los pacientes, abriendo una veta de esperanza no solo para Cook, sino para personas alrededor del mundo afectadas por degeneraciones retinianas hereditarias, una de las principales causas de ceguera.
El procedimiento, aún en fase experimental, no ha reportado efectos secundarios graves directamente relacionados, lo que sugiere tanto la seguridad como la eficacia de este método. La experiencia de Cook, quien actualmente estudia desarrollo de productos y marketing en la Universidad Estatal de Missouri en Springfield, ilustra profundamente el potencial de la medicina genética.
Tras el tratamiento, ella pudo por primera vez apreciar detalles visuales en condiciones de baja luz que antes le eran inaccesibles, como ver las caras de sus amigos bajo las luces navideñas o una vela parpadeante, escenas que antes permanecían ocultas para ella.
“Mi vida ha cambiado sobre todo en términos de tener esperanza de que va a haber más ciencia y hallazgos en el futuro”, expresó Cook sobre el impacto de la terapia en su vida. Este sentimiento de esperanza es compartido probablemente por muchos pacientes con condiciones similares, ansiosos por ver avances que puedan mejorar significativamente su calidad de vida.
Antes del tratamiento, Cook había aprendido a adaptarse a su limitada visión, algo que describió como una batalla interna no evidente para quienes no la conocían bien. “No te darías cuenta de que mi visión es terrible hasta que pasas un tiempo significativo conmigo”, señaló, subrayando cómo la discapacidad visual puede ser una lucha invisible para muchos. Ahora, con mejoras visibles después de la terapia, ese velo de invisibilidad se ha levantado, permitiéndole no tener que esconderse más.
De qué consta esta nueva terapia experimental
La prueba se inició en el año 2019 e involucró a 14 participantes, entre ellos 12 adultos de 17 a 63 años y dos niños de 9 y 14 años. Todos padecían degeneración retiniana hereditaria causada por mutaciones en el gen CEP290, responsable de codificar una proteína crucial en diversas células, incluidas las células receptoras de luz en los ojos. Estas mutaciones son la causa más común de degeneración retiniana severa y de inicio temprano, resultando en pérdida de visión en niños. Actualmente, no existe un tratamiento aprobado por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU.) para esta condición.
Durante el ensayo, a cada paciente se le administró, mediante un procedimiento quirúrgico, un medicamento llamado EDIT-101 bajo la retina de uno de sus ojos. Este medicamento contiene componentes de edición genética CRISPR-Cas9, diseñados para eliminar la mutación en el gen CEP290, restaurando su función. Según informa Dr. Jason Comander, quien llevó a cabo varios de estos procedimientos, no se reportaron efectos secundarios graves relacionados con el tratamiento o la cirugía necesaria para administrarlo.
De los 14 participantes, 11 experimentaron mejoras en su visión, comenzando aproximadamente tres meses después del procedimiento y sosteniéndose a lo largo de las visitas subsiguientes. Aunque la visión completa no se restauró en los pacientes, algunos reportaron avances significativos, como distinguir luces de celulares, diferenciar comidas en sus platos, o identificar iconos en pantallas de computadoras.
“No es una panacea”, advierte Michael Kalberer, de 46 años, uno de los participantes, quien después del tratamiento comenzó a percibir “ráfagas de color”. Estos resultados reflejan un cambio importante aunque no constituyen una cura definitiva para la enfermedad. Kalberer señaló que, si bien su condición no ha desaparecido, el tratamiento parece haber desacelerado su progresión.
La comunidad científica ve este ensayo como un paso adelante para el uso terapéutico de la tecnología CRISPR-Cas9. Dr. Vlad Diaconita, cirujano retiniano y profesor asistente de oftalmología en la Universidad de Columbia, no involucrado en el ensayo, lo califica como un bloqueo para futuras terapias génicas. Estos avances podrían beneficiar a miles de niños nacidos en años futuros con subtipos genéticos específicos de enfermedades.
No obstante, persisten interrogantes sobre los efectos a largo plazo de estas intervenciones, dado que las herramientas de edición genética CRISPR-Cas9 permanecerán en los pacientes de por vida. La comunidad científica mantiene su esperanza en que los riesgos sean bajos, pero reconoce la necesidad de seguimientos extendidos para monitorear posibles efectos adversos futuros.