Tener la oportunidad de charlar mano a mano durante una hora con el presidente del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, una de las instituciones multidisciplinarias de investigación más renombradas en el mundo con 2500 científicos y más de 1000 investigaciones en curso de primer nivel internacional, es un privilegio.
Pero si el presidente es Alon Chen, uno de los neurobiólogos más importantes e influyentes del mundo y especializado en estudiar el cerebro humano, el privilegio es doble. Y supone la oportunidad de adentrarnos con profundidad en el conocimiento del órgano más misterioso del ser humano y los últimos avances para desentrañar sus funciones y hasta enfermedades que lo asaltan.
Durante la entrevista con Infobae, Chen se mostró muy amable y predispuesto a abordar en detalle las últimas investigaciones en el cerebro, cómo afecta el estrés a nuestra salud mental, por qué nuestra sociedad sufre cada vez más trastornos mentales y suben las estadísticas de pacientes con depresión, ansiedad, trastornos alimenticios y hasta suicidio.
También brindó consejos de cómo manejar el estrés a través de algunas herramientas clave. Y por supuesto, lo último en lo que todo parece estar empapado del nuevo agente tecnológico presente en cada disciplina de avanzada: la Inteligencia Artificial y su rol clave para mejorarnos la salud mental.
Especializado en el estudio del cerebro, Chen afirma que los conocimientos que tenemos de las enfermedades del cerebro están 20 años por detrás de los que tenemos por ejemplo del cáncer. En ese sentido, apuntó a los actuales tratamientos médicos para distintas enfermedades del cerebro. “Tenemos problemas con las medicaciones actuales para tratar la depresión y la ansiedad porque son las mismas que se usaban hace 50 o 60 años atrás y hay muchos pacientes que no responden. Hace un año nada más el 35% de las personas estudiadas no respondían a esta medicación. Entonces lo que necesitamos fuertemente es desarrollar nuevos tratamientos y dispositivos”, explicó el reconocido neurocientífico.
“Actualmente existen muchos nuevos tratamientos. Se está trabajando en tratamientos que se enfoquen en distintas partes y sistemas del cerebro que son muy prometedores. Lo más importante de entender es que todas estas patologías como la depresión y la ansiedad son muy complejas porque involucran a la genética. Y cuando hablamos de genética, hablamos de la herencia familiar, por ejemplo casos de esquizofrenia o depresión en la familia”, precisó.
Y ahondó: “Pero esta predisposición genética no implica que se vaya a desarrollar esta enfermedad. Todos tenemos una base genética propia que nos hace más o menos susceptibles a ciertas enfermedades. Lo que sí determina el desarrollo de una enfermedad es el medio ambiente, el ambiente alrededor de cada persona. Su estilo de vida. Ese ambiente es lo que come una persona, lo que consume, si hace ejercicio o si fuma y el estrés que es uno de los factores ambientales más importantes en cuanto al desarrollo de enfermedades.
“Es necesario entonces investigar más sobre esto y vemos dos puntos centrales por un lado las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, la demencia, el Parkinson. Y por otro lado, la salud mental que incluye otros problemas como la depresión, los desórdenes alimenticios, el autismo y la ansiedad. Este campo de estudio cada vez crece más y es necesario aplicar un tratamiento eficaz, que puede ser un cambio de hábito, un asesoramiento o asistencia profesional y también a veces con una medicación correcta. Esta misma va a llegar cuando podamos entender mejor al cerebro y cuáles son las causas subyacentes de todas estas enfermedades”, precisó el experto.
“Los estudios muestran que hay una asociación entre estrés y las enfermedades mentales, aunque todavía no somos capaces de entender bien los mecanismos a través de los que persiste esta asociación”, indicó e hizo hincapié en cómo el estrés influye como precursor de enfermedades no mentales.
El estrés es el causante de muchas patologías, como la depresión y la ansiedad. En su labor de investigación, Chen, junto con los 30 diferentes equipos que dirige, se centra en los procesos biológicos mediante los cuales se desarrollan el estrés y la ansiedad en nuestros cuerpos, así como los mecanismos en el cerebro que son activados por estos estados mentales.
“La forma en que respondemos al estrés es un mecanismo básico de supervivencia, normal y saludable para la propia protección del ser humano. Es nuestro modo de sobrevivir en el mundo. Desde los peces hasta los humanos en toda la evolución siempre ha sido la misma respuesta, son los mismos genes los que se activan a la hora de lidiar con el estrés. Por ejemplo, si entrara un león en el cuarto se activarían todos nuestros sentidos y nuestra respuesta para el estrés en el cerebro se activaría. Sube la ansiedad, sube la glucosa en sangre, aumenta el ritmo cardíaco como una reacción normal”, apuntó el especialista
Y completó: “Ahora, todo eso tiene que poder regularse si esa amenaza desapareciera si nos diéramos cuenta que ese peligro no es tal. Y en ese momento, el sistema tiene que poder apagarse. Pero hay muchas personas que no pueden regular ese sistema tan fácilmente y ahí es donde se desarrollan las enfermedades, que son muchas y muy variadas. No son solo psiquiátricas, como la depresión, la ansiedad o los trastornos alimentarios, sino también del metabolismo, como la diabetes, la obesidad o dolencias del sistema inmune. Existen personas para las que su trabajo es fuente de estrés crónico o las que viven un trauma y desarrollan trastornos, mientras que hay otras que experimentan lo mismo y están sanas.
Consultado por cuáles son las mejores herramientas para lidiar con el estrés, Chen indicó que el método que se ha comprobado y que es más eficaz para tratar el estrés es el deporte. “Hacer cualquier tipo de deporte. No hace falta ser Iron Man o Iron Woman”, sostuvo.
Y agregó: “Si una persona está deprimida, por supuesto que no va a tener ganas de hacer deporte o salir a correr. Pero las personas que quieran hacer un click, podrán intentar lidiar con el estrés por su cuenta realizando cualquier tipo de actividad física. También pueden enriquecer su vida haciendo cosas que le dé placer o bienestar, ya sea leyendo un libro, teniendo reuniones sociales o mirando una película favorita. También recomiendo la meditación o la técnica del mindfulness”.
Estudios a nivel molecular
En una de las últimas investigaciones renombradas estudio del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, que ha sido publicada en la revista Cell Reports, Chen explicó cómo el estrés puede incidir de manera diferente en machos y hembras, investigación en ratones que podría facilitar el camino hacia una terapia personalizada para la depresión, la ansiedad y otros trastornos relacionados con el estrés.
El avance indicó que hay una subcategoría de células cerebrales que responde al estrés de una manera totalmente diferente en machos y hembras. Los investigadores trazaron un mapa de la expresión génica en más de 35.000 células individuales, generando una gran cantidad de datos que proporcionan una imagen de la respuesta al estrés que no tiene precedentes en su alcance y destaca las diferencias entre cómo los hombres y las mujeres perciben y procesan el estrés.
“Estudiamos los genes, es decir en el ARN que hay en el cerebro de hombres y mujeres y observamos que hay una respuesta diferente al estrés que se ha podido observar en detalle a nivel molecular. Observamos en los pacientes cómo el estrés afecta más a las mujeres que a los hombres. Hay muchas explicaciones y una de ellas es la explicación evolutiva en donde se dice que la mujer tiene un rol de cuidar a sus hijos en la naturaleza y le demanda estar más en alerta y por ende, tener más estrés por más tiempo. Otras explicaciones afirman que ellas desarrollan más estrés en sangre y a diferencia del hombre no poseen testosterona, hormona que inhibe el incremento de cortisol en el cuerpo”, remarcó Chen. “Hasta hoy los hombres y las mujeres reciben el mismo tratamiento, pero lo ideal sería que pudiéramos avanzar con medicamentos más personalizados”, agregó el experto.
La pandemia y el aumento de las enfermedades mentales
No hay duda en el mundo médico y científico que la pandemia por COVID-19 generó un océano de problemas mentales en la población que sobrevivió al virus SARS-CoV-2, que dejó oficialmente casi 7 millones de muertos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La entidad sanitaria mundial afirmó que en el primer año de la pandemia por COVID-19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%.
Y cada año que pasa, se conoce un poco más sobre las consecuencias. “La información que tenemos ahora sobre el impacto de la COVID-19 en la salud mental del mundo es solo la punta del iceberg. Esta es una llamada de atención a todos los países para que presten más atención a la salud mental y hagan un mejor trabajo de apoyo a la salud mental de sus poblaciones “, dijo el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS.
Al respecto, Chen afirmó: “Cuando observamos quiénes son las personas que más han sufrido de enfermedades mentales luego de la pandemia, observamos que son los niños y los más jóvenes. Pero no solamente los adolescentes, sino en particular los adultos jóvenes entre 20 y 30 años. Son ellos, quienes se vieron más afectados. Y uno pensaría que serían los adultos mayores, quienes se enfrentaban a la amenaza de la muerte inminente por el COVID o no poder ver a su familia y sentirse aislados, pero en verdad fueron los jóvenes entre 20 y 30 años quienes más se vieron afectados por la pérdida de empleo, tener menor seguridad y más incertidumbre sobre su futuro”.
“También han tenido una menor cantidad de interacción social al no poder tener citas y encuentros. Los seres humanos son seres muy sociales. Realizamos un estudio en el Instituto Weizmann de Ciencias que involucraba a 10.000 personas de más de 18 años y allí es donde pudimos notar que los que se vieron más afectados con estrés, ansiedad y depresión fueron los jóvenes adultos”, aclaró.
Sobre la incidencia de la inteligencia artificial (IA) en las investigaciones que están realizando en el Weismann, el experto afirmó que está hoy ésta tecnología está cambiando nuestras vidas. Y a nivel científico también, ya que los expertos recopilan grandes cantidades de información que luego es procesada y analizada por la IA, incidiendo en todos los campos de investigación, desde el cáncer hasta inmunoterapia.
“En el Instituto Weizmann de Ciencias hoy utilizamos mucho la IA para nuestros estudios. Cuando recolectamos la secuenciación del ADN por ejemplo o vemos millones de compuestos que hay en la sangre, es imposible que un ser humano revise todos estos datos. Con los algoritmos de aprendizaje de las máquinas es mucho más fácil abarcar este gran volumen”, precisó Chen.
“En un ejemplo reciente, investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias realizamos un estudio que hicimos con 300 niños del Hospital de Niños de Israel a los que tomamos muestras de sangre y luego comenzamos con el tratamiento. Hicimos un seguimiento durante un año y secuenciamos su ADN para enfocarnos también en la epigenética. Pudimos observar las moléculas de la ARN y los metabolitos. Tomamos toda esa información, se la dimos a la máquina de inteligencia artificial. Su algoritmo, con un 94% de precisión, pudo decirnos qué niños responderían bien al tratamiento y cuáles no. Y ahora también estamos intentando desarrollar un algoritmo similar para ver qué niños tendrían efectos adversos”, sostuvo.
Y concluyó: “Este estudio lo hicimos porque hay muchos niños que al tomar antidepresivos desarrollan efectos secundarios como el intento de suicidio o ya sea simplemente con el solo pensamiento o la acción concreta del intento de hacerlo. Y notamos que en muchos casos es a consecuencia de los antidepresivos que tienen ese efecto adverso. Entonces cuando tratamos a los niños no sabemos si van a responder al tratamiento farmacológico. Solo sabemos que el 50% de las personas ya no responden a los fármacos”.
Antes de despedirse, Chen elogió el Instituto Weizmann de Ciencias que dirige: “Tenemos 270 grupos de investigación cada uno con un profesor y en total tenemos 4.500 personas trabajando. Hay 40 grupos con 600 personas que se dedican a las enfermedades relacionadas con el cerebro. En la salud mental en particular tenemos alrededor de cinco o seis grupos”, remarcó.
Y consideró que el éxito que tiene se afirma en una filosofía única que se enfoca en el talento humano. “El criterio para ser parte es la excelencia científica, le damos lo mejor al profesional, el mejor equipamiento, los mejores laboratorios, el mejor apoyo, los mejores medios y sobre todo las cosas les damos libertad académica. Lo llamamos investigación basada en la curiosidad”, finalizó.
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