El envejecimiento y la longevidad son dos temáticas relacionadas que la ciencia viene investigando con ahínco en los últimos tiempos. Uno de los objetivos de este interés de los expertos es que la población mundial pueda vivir más tiempo y en mejores condiciones de salud. En ese sentido, recientemente, un grupo de expertos de la Universidad de Colonia, en Alemania, postuló que los climas fríos pueden “prolongar la vida y prevenir enfermedades neurodegenerativas”.
“Las temperaturas extremadamente bajas son perjudiciales, pero una disminución moderada puede tener efectos beneficiosos para el organismo”, introdujeron en el trabajo, que fue publicado en la revista Nature Aging. Bajo la óptica de estos investigadores, el clima externo altera diversas dinámicas de funcionamiento del organismo, especialmente en el cerebro.
Estas conclusiones fueron posibles luego de realizar experimentos en gusanos y en células humanas cultivadas en laboratorio. Esto quiere decir que el hallazgo aún no se puede replicar en las personas, pero las puertas están abiertas para que así sea en un futuro próximo.
De este modo lo describió en diálogo con Infobae el autor principal del trabajo, David Vilchez, que integra el Laboratorio de Excelencia en Investigación sobre el Envejecimiento de la institución alemana: “Siempre tenemos cautela. Esto no quiere decir que si te ponés en un baño helado vas a vivir más. Nosotros utilizamos gusanos y células humanas que son fáciles de manipular en cuanto a temperatura y otros indicadores, pero controlar la temperatura del cuerpo humano es más difícil, no se puede hacer de una manera constante por el momento. Más allá de esto, abrimos una posibilidad y aún se debe seguir investigando, porque es realmente importante lo que encontramos”
“Desde la Revolución Industrial hace más de 160 años -dijo Vilchez- en adelante, cada década, ha bajado 0.03°C la temperatura del cuerpo humano, y esto podría ser la explicación de por qué vivimos mas. Este dato hizo que nosotros empezáramos a trabajar en este tema, y uno de los objetivos de nuestro laboratorio es intentar entender cómo envejecemos para encontrar mecanismos que puedan retrasar el envejecimiento”.
Además de las células humanas de laboratorio, los científicos trabajaron con un gusano no vertebrado conocido como Caenorhabditis elegans, al que portaron con los genes de dos patologías neurodegenerativas, la enfermedad de Huntington -que produce un desgaste en las células nerviosas del cerebro- y la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), que afecta principalmente a las neuronas. Estos dos cuadros se caracterizan por acumulaciones de proteínas dañinas.
En ese tono, en el estudio, observaron que el frío “eliminó activamente aquellos grumos proteicos, evitando así la agregación de proteínas patológicas en las dos enfermedades”. Específicamente, los científicos exploraron el impacto de las temperaturas bajas en la actividad de los proteasomas, un mecanismo que degrada las proteínas innecesarias o dañadas. La investigación reveló que el activador del proteasoma, conocido técnicamente como PA28γ/PSME3, “mitigó los déficits causados por el envejecimiento tanto en el gusano como en las células humanas”.
De acuerdo a lo descrito por Vilchez, “el proteasoma es como el camión de la basura, que recoge y tritura residuos; es decir que tritura las proteínas que no se necesitan o bacterias que hay en la célula. En el estudio, se encontró un activador que puede degradar específicamente las proteínas que causan las enfermedades neurodegenerativas. Al hallar este mecanismo se abre una alternativa para que en el futuro se puedan encontrar más activadores de estas proteínas y se apliquen para retrasar o prevenir patologías, pero aún estamos lejos de eso; es solo una primera puerta para que haya una posibilidad”.
En tanto, el experto amplió: “En muchas enfermedades como el Alzheimer, ELA, Huntington o Parkinson, uno de los mayores factores de riesgo es la edad. Por ende, nuestro objetivo y el de muchos laboratorios es entender cómo envejecemos y retrasar el enejvecimiento, porque eso es más eficiente que centrarte en cada una de esas enfermedades. Sería como un sistema de investigaciones para retrasar muchas enfermedades al mismo tiempo”.
“Como la temperatura prolonga la vida en algunos seres vivos -planteó Vilchez- también podría retrasar enfermedades. El descubrimiento más importante que hicimos es ese: en modelo de gusanos, cuando los pusimos en temperaturas bajas, vimos que eso previno la agregación proteica, que es la causa de estas patologías. Tomados en conjunto, estos resultados muestran cómo, a lo largo de la evolución, el frío ha conservado su influencia en la regulación del proteasoma, con implicaciones terapéuticas para el envejecimiento y las enfermedades asociadas al envejecimiento”.
Bajo estos preceptos, Vilchez y sus colegas concluyeron que la temperatura del cuerpo humano “varía ligeramente” durante el día e, incluso, alcanza temperaturas moderadamente frías (36 °C) durante el período de sueño. “En los humanos, la temperatura está regulada y se mantiene estable aunque haga mucho frio afuera, porque tenemos mecanismos para prevenir eso. Pero durante la noche, cuando dormimos, la temperatura del cuerpo baja un poco. En el laboratorio, con las células humanas en el incubador, cambiamos la temperatura y bajamos un grado. Allí, vimos que pasaba lo mismo que en los gusanos: se prevenía la agregación de proteínas y las neuronas morían menos, incluso, cuando se expresaban las enfermedades neurodegenerativas”, apuntó el autor.
¿Qué otros objetivos tienen por delante en el Laboratorio de Excelencia en Investigación sobre el Envejecimiento? “Estamos mirando si puede haber otros mecanismos, a parte del proteasoma, que estén influenciados por la temperatura, puedan prolongar la vida y sean más fáciles de manipular. Queremos encontrar mecanismos que se activen a bajas temperaturas, entenderlos y ver cómo se pueden activar de manera fácil con una droga o un tratamiento”, reveló Vilchez.
La ciencia de la longevidad
El interés científico por cómo envejecen las personas no es nuevo, según el experto de la Universidad de Colonia: “En los años 90 comenzó a investigarse bastante y se abrió una puerta gigante. Se han visto muchos mecanismos pero aún estamos lejos de tener un tratamiento que asegure que vas a vivir más y a estar mas sano. Lo más importante para todo esto es como ha cambiado la sociedad: a nivel de hospitales, medicina, hábitos alimenticios, todo está mejor que hace 50 años y por eso vivimos más”.
No obstante, para Vilchez, “al vivir más, lo que está pasando es que la incidencia de enfermedades asociadas con la vejez está aumentando. Hay más casos de Alzheimer, por ejemplo, porque hay más personas mayores. Ahí está uno de los objetivos de la ciencia: que cuando seamos mayores, estemos sanos”.
Seguir leyendo: