Descubrió "la hormona del envejecimiento", pero no le interesa encontrar la receta de la inmortalidad o de la eterna juventud. El propósito de Vanina Romanello es, tal vez, más ambicioso: ayudar a que las personas puedan tener una vejez más larga y saludable.
Esta doctora en biología molecular mendocina integró el equipo de científicos que identificó en junio la hormona que regula el envejecimiento humano, un hallazgo que puede abrir escenarios revolucionarios.
Por su labor Romanello, quien se recibió en 2000 de Bioquímica en la Universidad Juan Agustín Maza de Mendoza y se desempeña en el prestigioso Instituto Véneto de Medicina Molecular (Vimm) y la Universidad de Padua, en Italia, fue distinguida este martes por el Senado de la Nación con la "Mención de Honor al Valor Científico". Es la primera vez que se otorga este reconocimiento, que premió la labor de 36 organizaciones, equipos de investigación y científicos de todo el país.
De visita en Buenos Aires, Romanello contó a Infobae cómo ella y sus colegas llegaron a realizar ese descubrimiento que dio la vuelta al mundo y reveló los próximos pasos de la investigación.
― ¿Cómo fue el proceso que los llevó a investigar "la hormona del envejecimiento"?
― Hace 10 años que me dedico a estudiar las enfermedades musculares, en particular cuáles son los mecanismos que llevan a que un músculo sea más chico y más débil. Al principio de la investigación, que duró cinco años, comenzamos a analizar músculos de personas jóvenes y ancianas, diferenciando en este último caso entre ancianos sedentarios y ancianos que habían hecho actividad física durante los últimos 30 años al menos tres veces por semana. Lo que vimos fue que los ancianos que habían hecho ejercicio tenían la masa muscular casi en las mismas condiciones que la de los jóvenes, tanto como masa y como fuerza. Descubrimos que las personas ancianas que hicieron ejercicio mantenían casi altos niveles de una proteína -la proteína "opa 1"- que es clave para mantener la calidad de las mitocondrias, que son las centrales energéticas de cada célula y están ligadas al proceso de envejecer. Por otro lado, observamos que el cuerpo de quienes no hicieron actividad física generaba la hormona llamada "FGF21", responsable del envejecimiento precoz. Esa fue la primera observación.
― ¿Como comprobaron si esa observación era correcta?
― En estos casos lo que se hace es pasar a un modelo animal: a través de pruebas sobre ratones comprobamos que los animales sin esta proteína no sólo tenían atrofia muscular, sino que también tenían un envejecimiento precoz, desarrollando una cantidad de hormona FGF21 exageradamente alta. Asimismo, vimos que si nosotros bloqueábamos la producción de esa hormona el animal dejaba de envejecer.
― ¿Qué posibilidades abre este hallazgo?
— Lo que estamos haciendo ahora son distintas cosas. Por un lado vimos que esta hormona funcionaba como hormona del envejecimiento en presencia de una inflamación, que es una de las características del envejecimiento. Entonces uno de los pasos es tratar de entender por qué están vinculadas. El otro paso es tratar de entender qué ejercicios pueden mantener a niveles fisiológicos la producción de la proteína que preserva el deterioro de las células.
― ¿Y en esta segunda fase la experimentación va a seguir sobre los animales o también se harán pruebas con los humanos?
― Las dos cosas. Vamos a colaborar con una clínica austriaca de rehabilitación que está implementando los protocolos para los ejercicios y ver cuáles funcionan mejor. Los animales son importantes para entender los mecanismos moleculares y el humano para entender si funciona o no.
― ¿Cree que en el futuro se llegará a desarrollar una droga contra el envejecimiento?
― Es difícil decir que va a funcionar así. Lo cierto es que hay mucha investigación en este ámbito, nosotros estamos trabajando sobre esta hormona, otros están investigando otro tipo de cosas. Se está trabajando muchísimo pero yo creo que el objetivo final tiene que ser mejorar la calidad de la vida inclusive para aquellas personas imposibilitadas de llevar a cabo actividad física regular.
― Como científica experta del tema, ¿qué opina de las teorías que aseguran, con todos los cuestionamientos éticos que esto conlleva, que gracias a los avances de la medicina estamos cerca de alcanzar una extensión potencialmente infinita de la vida humana?
― No creo que es es algo que va a suceder en el corto plazo. Seguramente en los últimos años hemos visto que la vida y las condiciones higiénicas han llevado a que vivamos más. El problema es que vivimos más pero no todos vivimos más sanos. Y este es un tema social y económico enorme. Por eso la investigación sobre la cuestión del envejecimiento está muy fomentada. La verdad que no sé si está bien o si está mal. Nosotros lo que queremos como investigadores es que la calidad de la vida sea mejor, antes que vivir más. El objetivo es vivir mejor.
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