
En el universo de la innovación médica, los grandes desarrollos muchas veces no provienen de laboratorios industriales sino del interior mismo de los hospitales, donde las necesidades cotidianas de médicos y pacientes impulsan soluciones concretas.
Ese es el caso del Dispositivo Depresor de Lengua (DDL), una herramienta diseñada y producida por el Hospital Italiano de Buenos Aires, que marca un punto de inflexión en la manera en que las instituciones asistenciales pueden liderar procesos de innovación tecnológica aplicada a la salud.
Se trata del primer producto médico creado desde la práctica clínica por un hospital argentino y orientado a resolver una problemática específica: la falta de dispositivos diseñados para proteger la lengua y la mucosa oral durante las sesiones de radioterapia en pacientes con cáncer de cabeza y cuello. Esta región anatómica, por su complejidad funcional y sensibilidad, es particularmente vulnerable a los efectos colaterales del tratamiento oncológico.
Hasta ahora, quienes se sometían a estas terapias quedaban expuestos a consecuencias como mucositis, xerostomía o alteraciones en el gusto, sin que existiera un instrumento específicamente desarrollado para mitigar estos daños.
La aparición del DDL cambia ese escenario. El dispositivo se inscribe como el primer desarrollo surgido de Terra Nova, la unidad de innovación y vinculación tecnológica del Hospital Italiano, creada para canalizar el conocimiento clínico en productos tangibles. Lejos de las soluciones industriales de línea, este desarrollo parte de una necesidad detectada directamente en la interacción diaria con los pacientes, lo cual constituye su principal diferencial.
“Que un Hospital produzca un dispositivo tiene un valor agregado, ya que conoce de primera mano las necesidades que tienen pacientes y profesionales de la salud en la práctica cotidiana. Por eso, las posibles soluciones son pensadas, diseñadas y fabricadas para mejorar la experiencia y la calidad de atención”, señaló Waldo Belloso, jefe de la Unidad de Innovación y Vinculación Tecnológica del Hospital Italiano, área que lideró el proyecto.
El dispositivo está compuesto por ácido poliláctico (PLA) impreso en 3D y mide aproximadamente 7 x 4 x 3 cm. Su estructura está especialmente adaptada a la anatomía bucal, con una forma diseñada para mantener estable la lengua y reducir el movimiento mandibular durante la radioterapia.
Posee además un conducto de ventilación central que permite el paso de aire, aliviando el malestar respiratorio que muchos pacientes experimentan al encontrarse en posición horizontal, inmovilizados y con la boca abierta. Ese canal interno también reduce los tiempos de colocación, disminuyendo la ansiedad que provoca el procedimiento.
A diferencia de otras alternativas artesanales utilizadas en la práctica clínica —como bajalenguas de madera ensamblados con cinta—, el DDL fue pensado desde el inicio como un producto médico con respaldo técnico, sanitario y normativo. Su desarrollo involucró no solo al equipo de innovación del hospital, sino también al Instituto de Medicina Traslacional e Ingeniería Biomédica (IMTIB), y a Mevaterapia, el primer centro de radioterapia en adoptarlo.
Esta colaboración interinstitucional no se limitó a la fase de diseño: la empresa Odontit participó del registro sanitario, la esterilización y el empaquetado del producto. Tras completar con éxito este proceso, el dispositivo obtuvo la aprobación oficial de la ANMAT.
Desde su creación en 2017, la iniciativa se basó en la sinergia entre conocimiento clínico y capacidades técnicas. La médica especialista en radioterapia Cecilia Gadan y el doctor Lucas Ritacco, coordinador de la Sección de Cirugía Asistida por Computadora del Hospital Italiano, lideraron el diseño funcional del dispositivo.
Ambos profesionales identificaron las deficiencias en las herramientas disponibles y comenzaron un proceso de investigación geométrica y de pruebas de materiales que derivó, años más tarde, en el desarrollo aprobado. Terra Nova se encargó de gestionar la conversión de ese prototipo en un producto sanitario apto para su distribución y uso regular.
Precisión terapéutica y mejora en la experiencia del paciente
Uno de los aportes centrales del DDL radica en la mejora directa que produce tanto en la precisión terapéutica como en la experiencia del paciente. Su diseño anatómico garantiza que la lengua permanezca en una posición constante durante el tratamiento, condición clave para asegurar que la radiación se dirija exactamente a la zona objetivo, sin dañar tejidos sanos circundantes.
Al evitar movimientos involuntarios de la lengua o la mandíbula, se reduce el margen de error y, por lo tanto, el riesgo de efectos colaterales.
Desde el punto de vista clínico, esto se traduce en una disminución potencial de cuadros de mucositis, disgeusia y sequedad bucal. Estas complicaciones, si bien comunes, afectan significativamente la calidad de vida de los pacientes, impactando no solo en su alimentación, sino también en su capacidad para comunicarse y descansar.
Al contribuir a reducir estos efectos, el DDL no solo optimiza el tratamiento, sino que actúa como un factor de mejora integral en la experiencia de quienes transitan el proceso oncológico.
Además, su sistema de ventilación interna y su fácil colocación acortan el tiempo de posicionamiento del paciente en la camilla, reduciendo la ansiedad que muchas veces acompaña a la espera inmóvil antes de comenzar la sesión. Esto también representa una ventaja operativa para el equipo médico, que puede trabajar con mayor agilidad y seguridad.
Otro aspecto no menor es su eficiencia: el dispositivo es reutilizable para un mismo paciente durante unas 30 aplicaciones antes de ser descartado, lo que reduce costos, minimiza residuos y garantiza trazabilidad clínica. Esta característica lo posiciona como una alternativa más segura frente a las soluciones caseras, que no solo eran menos eficaces, sino también más riesgosas por su condición no estéril.
Un modelo institucional de innovación clínica

El DDL no es solamente un dispositivo médico; también es un símbolo del modelo que el Hospital Italiano busca consolidar: un sistema donde las instituciones sanitarias sean protagonistas del desarrollo tecnológico, sin delegar esa capacidad exclusivamente al mercado. En ese sentido, Terra Nova representa una apuesta estratégica por articular ciencia, medicina y producción, con foco en resolver necesidades concretas que surgen del ejercicio clínico diario.
Desde su creación hace dos años, esta unidad trabaja de forma transversal con distintas áreas del hospital y con actores externos que pueden aportar capacidades complementarias. El resultado es un ecosistema de innovación donde cada nuevo producto nace del conocimiento acumulado en la atención de pacientes, se valida con rigurosidad científica y se lleva al terreno práctico con certificación sanitaria.
El lanzamiento del DDL marca el inicio de una serie de desarrollos que la institución prevé introducir en el corto plazo, todos diseñados para resolver problemas específicos de la práctica médica que hasta ahora no contaban con soluciones adecuadas. Este enfoque, que combina expertise clínica con tecnología aplicada, posiciona al Hospital Italiano no solo como centro de salud, sino como actor relevante en el ecosistema de innovación biomédica nacional.

El impacto de este tipo de iniciativas excede lo institucional. Al demostrar que es posible diseñar y fabricar soluciones médicas desde dentro del sistema hospitalario, el caso del DDL abre un nuevo camino para pensar la innovación en salud como un proceso participativo, donde los protagonistas de la atención médica cotidiana también sean quienes definan los dispositivos que utilizan. Así, se acorta la distancia entre quien necesita una herramienta y quien puede crearla.
En el horizonte inmediato, Terra Nova planea continuar en esta línea, con varios lanzamientos previstos para 2025. Todos responden a la misma lógica: detectar una necesidad clínica real, reunir el equipo adecuado y transformar esa necesidad en un producto concreto que mejore los estándares de atención.
Mientras tanto, el DDL ya está siendo utilizado por pacientes, cumpliendo con su propósito inicial. Cada sesión en la que se utiliza representa una pequeña victoria de la práctica médica sobre la incomodidad, la imprecisión y la falta de alternativas.
Y, al mismo tiempo, es una señal de que los hospitales pueden hacer más que atender: también pueden innovar, diseñar y producir.
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