La lucha mundial contra la malaria en 2024: avances logrados y el desafío de alcanzar la meta de erradicación

La enfermedad sigue siendo un reto en muchas partes del mundo, especialmente en África subsahariana y el sudeste asiático, debido a la resistencia a los medicamentos y factores socioeconómicos

La malaria, una enfermedad devastadora, afecta principalmente a regiones tropicales y subtropicales, causando millones de casos anualmente (AP)

En 2024, la malaria continúa siendo una de las principales amenazas para la salud pública mundial, a pesar de los avances registrados en algunas regiones. Esta es una enfermedad infecciosa provocada por parásitos del género Plasmodium, que se transmiten a los humanos a través de las picaduras de mosquitos Anopheles infectados. Los síntomas incluyen fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y, en casos severos, puede causar complicaciones graves y la muerte. La prevención y el tratamiento son esenciales para controlar su propagación.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció como objetivo reducir las muertes por malaria en un 75% para 2025 en comparación con los niveles de 2015, lo que equivaldría a 5,5 muertes por cada 100.000 personas en riesgo de contraer la enfermedad. Sin embargo, en 2023, la tasa global de mortalidad fue de 13,7 muertes por cada 100.000 personas en riesgo, más del doble del objetivo proyectado.

Además, la incidencia global de casos es casi tres veces superior a la meta prevista, según datos de Science News. Pese a todo eso, la OMS realizó un informe recientemente y notificó que hubo un aumento de 11 millones de casos de estas enfermedades en todo el mundo.

El mundo ha logrado avances en la lucha contra la malaria, con 44 países, certificados oficialmente como libres de esta enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Egipto, donde la malaria ha existido desde la época de los faraones, se unió a esta lista en octubre, marcando un hito histórico en la erradicación de una enfermedad que ha devastado a la humanidad durante siglos.

Aunque se han logrado avances en su control, la malaria sigue representando una amenaza global, particularmente para las poblaciones más vulnerables (Reuters)

Entre 2000 y 2023, se estima que se evitaron 2.200 millones de casos de malaria y 12,7 millones de muertes gracias a los esfuerzos globales de prevención y tratamiento. Sin embargo, el progreso no ha sido uniforme. Factores como el cambio climático, los conflictos armados y amenazas biológicas han erosionado algunos de estos logros.

En total, 597.000 personas murieron a causa de la malaria el año pasado, la mayoría de ellas niños pequeños africanos. Si bien esto representa una ligera reducción respecto a los 600.000 registrados en 2022, aún está lejos de la meta propuesta por la OMS.

Uno de los principales obstáculos para la erradicación de la malaria es la capacidad evolutiva del parásito causante, Plasmodium, que ha desarrollado resistencia a casi todos los medicamentos utilizados contra él. Según contó a Science News, Jane Carlton, directora del Instituto de Investigación sobre Malaria de la Universidad Johns Hopkins, el parásito ha adquirido resistencia parcial a la artemisinina, uno de los tratamientos más efectivos. Eritrea, Ruanda, Uganda y Tanzania ya confirmaron casos de resistencia, mientras que la OMS sospecha que podría estar presente también en Etiopía, Namibia, Sudán y Zambia. Esta evolución representa una amenaza significativa para los avances logrados.

En África, uno de los continentes con mayor carga de malaria, se han logrado algunos avances importantes. Cabo Verde fue declarado libre de malaria en enero de este año, tras demostrar una vigilancia epidemiológica efectiva y mantener más de tres años sin casos autóctonos. Egipto también obtuvo esta certificación, consolidando los esfuerzos de África del Norte en la lucha contra la malaria. Sin embargo, África subsahariana sigue siendo el epicentro mundial de la enfermedad debido a factores complejos como la falta de acceso a servicios de salud, el cambio climático y la resistencia a los medicamentos.

La Organización Mundial de la Salud lidera esfuerzos globales para reducir la mortalidad por malaria, promoviendo estrategias integrales de prevención y tratamiento (Europa Press)

En el contexto europeo, la malaria ha sido erradicada en la mayoría de los países desde hace décadas. Alemania, Austria, España y Finlandia fueron certificados como libres de malaria en las décadas de 1960 y 1970. Sin embargo, la reintroducción de la enfermedad sigue siendo una amenaza potencial debido al aumento de los viajes internacionales y al cambio climático, que podría extender los hábitats del mosquito vector hacia el norte de Europa.

Reunión, un territorio francés en el océano Índico, también fue declarado libre de malaria a pesar de su proximidad a regiones endémicas, lo que destaca el éxito de los esfuerzos sanitarios sostenidos y la capacidad de mantener controles estrictos. Al mismo tiempo, hace algunos días se encontró un posible caso autoctono de malaria en Italia, tras varias décadas sin esta enfermedad, que deja mucha preocupación en Europa.

En América Latina, la erradicación de la malaria ha sido un objetivo prioritario para varios países. Argentina fue certificada como libre de malaria en 2019 y El Salvador en 2021, gracias a estrategias efectivas como la distribución masiva de mosquiteros tratados con insecticida, tratamientos tempranos y campañas de educación sanitaria.

Sin embargo, otros países de la región, como Haití y Venezuela, aún enfrentan dificultades debido a crisis políticas y económicas que debilitan sus sistemas de salud. Las áreas rurales y comunidades indígenas suelen ser las más afectadas debido a su limitada infraestructura sanitaria y acceso restringido a servicios médicos esenciales. Sin embargo, según la OMS, las muertes en América bajaron un 61,8% en lo que va del siglo, con al menos 342 casos el año pasado.

Los mosquitos Anopheles son los principales vectores de la malaria, transmitiendo el parásito Plasmodium a través de sus picaduras (Imagen Ilustrativa Infobae)

En el Sudeste Asiático, algunos países han alcanzado logros importantes en el control de la malaria. Maldivas y Sri Lanka se destacaron al ser declarados libres de malaria en años recientes, consolidando estrategias exitosas de vigilancia y control vectorial. Sin embargo, otras naciones como India e Indonesia todavía enfrentan una alta incidencia de la enfermedad. Según Science News, la resistencia a los medicamentos y a los insecticidas sigue siendo un obstáculo crítico para la eliminación de la malaria en esta región, especialmente en áreas rurales remotas y de difícil acceso.

En el Pacífico Occidental, países como Australia, Japón y Nueva Zelanda han mantenido su estatus como naciones libres de malaria desde hace décadas, gracias a sistemas sanitarios avanzados y campañas de control sostenidas. Sin embargo, el panorama es diferente en islas como Papúa Nueva Guinea y Vanuatu, que enfrentan brotes periódicos debido a su geografía dispersa y a la dificultad para implementar campañas sanitarias efectivas. Las condiciones climáticas tropicales y el acceso limitado a tratamientos complican aún más la lucha contra la enfermedad en esta región.

Los avances científicos son un componente clave en la lucha contra la malaria. El desarrollo y la implementación de vacunas como la RTS,S/AS01 y la R21/Matrix-M han mostrado resultados prometedores en la prevención de la enfermedad, especialmente en niños pequeños, quienes son los más vulnerables. Sin embargo, la distribución global de estas vacunas enfrenta obstáculos logísticos, incluyendo la necesidad de cadenas de frío efectivas y financiamiento adecuado para su despliegue masivo. Science News señala que la capacidad de ampliar rápidamente la cobertura de vacunación será crucial para reducir la incidencia y mortalidad de la malaria en los próximos años.

La vacuna RTS,S/AS01 ha demostrado eficacia en la reducción de casos de malaria, particularmente en niños pequeños, y es un avance crucial en su prevención (Reuters)

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