Por qué aumenta la violencia contra las infancias en las fiestas de fin de año

Las celebraciones familiares, combinadas con el consumo de alcohol, pueden incrementar los malos tratos y el abuso. Cómo ofrecer a niños y adolescentes un espacio seguro y combatir estos flagelos que dejan secuelas para toda la vida

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Cada fin de año, el incremento de violencia contra los niños alcanza cifras preocupantes. La celebración familiar agrava el riesgo de abusos (Imagen Ilustrativa Infobae)
Cada fin de año, el incremento de violencia contra los niños alcanza cifras preocupantes. La celebración familiar agrava el riesgo de abusos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Las fiestas de fin de año son momentos de alegría, reunión y celebración familiar. Sin embargo, también son épocas en las que la violencia sexual y los malos tratos contra la infancia aumentan de manera alarmante.

La variedad y el alcance de todas las formas de violencia contra niños y niñas comienzan a hacerse visibles hace relativamente poco tiempo, gracias a investigaciones y movimientos sociales que han puesto el foco en esta problemática.

Durante décadas, muchas formas de maltrato infantil, incluidas las agresiones sexuales, fueron minimizadas, invisibilizadas o justificadas por contextos culturales que privilegiaban el silencio y la impunidad.

Las fiestas navideñas coinciden con un alarmante incremento de violencia sexual infantil (Imagen ilustrativa Infobae)
Las fiestas navideñas coinciden con un alarmante incremento de violencia sexual infantil (Imagen ilustrativa Infobae)

Sin embargo, estudios recientes han demostrado que estas experiencias no solo impactan profundamente el desarrollo emocional y cognitivo de los bebés, niños, niñas y adolescentes, sino que dejan secuelas físicas y psicológicas que perduran a lo largo de toda la vida. Estas secuelas incluyen desde trastornos de ansiedad y depresión hasta dificultades en las relaciones interpersonales y el riesgo aumentado de repetir ciclos de violencia en la adultez.

La necesidad de campañas preventivas se hace aún más urgente en momentos como las fiestas de fin de año, donde las dinámicas familiares y el consumo de alcohol pueden exacerbar situaciones de riesgo. Los pederastas son criminales con método que detectan las vulnerabilidades rápidamente para saber cómo y dónde atacar y lograr silencio e impunidad.

Es fundamental no solo aumentar la conciencia social, sino también garantizar redes de protección efectivas y accesibles, reforzando la idea de que la infancia debe ser siempre un espacio seguro. La prevención no es solo una opción ética, sino un imperativo que involucra a toda la sociedad.

Viejas prácticas culturales han perpetuado la invisibilidad del maltrato infantil (Imagen Ilustrativa Infobae)
Viejas prácticas culturales han perpetuado la invisibilidad del maltrato infantil (Imagen Ilustrativa Infobae)

La promoción de los derechos de la infancia y los programas de prevención de las violencias contra niños y niñas son un esfuerzo que se desarrolla en diferentes partes del mundo. Estos programas abordan la violencia desde múltiples dimensiones —social, legal, educativa y de salud—, y prestan especial atención a las perspectivas de género y a los grupos más vulnerables, en un enfoque de interseccionalidad.

Las iniciativas incluyen desde la prevención primaria, que busca transformar las condiciones estructurales que generan vulnerabilidad, hasta la aplicación rigurosa de la ley contra quienes cometen crímenes que vulneran los derechos de la infancia.

Sin embargo, a pesar de los avances, la violencia contra la infancia sigue siendo un hecho cotidiano, con raíces profundas en patrones intergeneracionales. Golpear, humillar o gritar para disciplinar son prácticas aún normalizadas, y las palabras, aunque menos visibles, también dejan cicatrices profundas.

Muchos adultos enfrentan secuelas emocionales del abuso en sus infancias (Imagen Ilustrativa Infobae)
Muchos adultos enfrentan secuelas emocionales del abuso en sus infancias (Imagen Ilustrativa Infobae)

No es raro encontrar adultos en consulta psicológica luchando con miedos e inhibiciones anclados en frases destructivas que marcaron sus caminos: “No servís para nada”; “Todo te da miedo”; “Nunca vas a poder”. Estas palabras, dichas con alevosía o desdén, a menudo se convierten en barreras emocionales difíciles de superar.

Es igualmente común atender a personas que reviven, en su proceso terapéutico, las secuelas de violencias sexuales sufridas en la infancia, heridas que los acompañan a lo largo de toda su vida. En la mayoría de estos casos, las víctimas crecieron en hogares atravesados por la violencia de género, trastornos mentales o enfermedades de los padres, entornos que intensifican la vulnerabilidad y perpetúan un ciclo de daño intergeneracional.

Es esencial generar espacios de capacitación y reflexión para familias, educadores y profesionales que trabajan con infancias. La naturalización de las diferentes formas de malos tratos nos atraviesa a todos y, como sociedad, debemos desaprender estas prácticas.

Las palabras dañinas en la niñez pueden impactar duramente el desarrollo adulto (Imagen Ilustrativa Infobae)
Las palabras dañinas en la niñez pueden impactar duramente el desarrollo adulto (Imagen Ilustrativa Infobae)

El impacto de la violencia infantil puede acompañar a las víctimas durante toda su vida. Contar con servicios de apoyo accesibles y de calidad no solo mitiga el daño, sino que también puede prevenir consecuencias a largo plazo, como la perpetuación de la violencia por parte de las propias víctimas. Por eso, los gobiernos tienen la responsabilidad de crear sistemas efectivos de denuncia que permitan a los niños y niñas entrar en contacto con profesionales capacitados de manera inmediata.

Estos sistemas deben incluir líneas de ayuda, defensores de la infancia provinciales y municipales y mecanismos formales que derivan los casos a los servicios adecuados. Hace años, desde ARALMA, la asociación civil que dirijo, junto con el apoyo de otras organizaciones y profesionales, presentamos la iniciativa de crear un Ministerio de la Infancia en Argentina. Este organismo sería clave para abordar las múltiples urgencias que atraviesan niños, niñas y adolescentes, con un énfasis prioritario en la prevención.

Durante la Primera Conferencia Ministerial para Poner Fin a la Violencia contra la Niñez, realizada en noviembre en Colombia, se adquirieron compromisos importantes en este sentido. Sin embargo, el desafío será garantizar su implementación efectiva.

Las experiencias de abuso dejan consecuencias profundas que afectan el desarrollo personal de los niños (Imagen ilustrativa Infobae)
Las experiencias de abuso dejan consecuencias profundas que afectan el desarrollo personal de los niños (Imagen ilustrativa Infobae)

En prevención, es fundamental llevar a cabo campañas permanentes que promuevan normas sociales basadas en el respeto, la no violencia y la equidad de género y para ello la educación sexual integral es fundamental. Estas deben incluir iniciativas para erradicar el acoso, el abuso sexual y los malos tratos, además de fomentar modelos alternativos de masculinidad que no legitimen la violencia.

La violencia sexual infantil, mayoritariamente intrafamiliar, es una de las formas más devastadoras de vulneración de derechos. Según cifras oficiales, el 89% de los casos son perpetrados por familiares cercanos. Este dato nos obliga a mirar hacia el interior del hogar, donde muchas veces acecha el peligro, y a trabajar para proteger a los niños y niñas de posibles agresores dentro de su propio círculo de confianza.

Durante las fiestas, los casos de violencia sexual infantil aumentan en casi un 40%, según datos obtenidos de consultas psicológicas y denuncias realizadas después de estas fechas. Los agresores suelen aprovechar los momentos de relajación y confianza propios de estas celebraciones, utilizando su cercanía y la confianza que la familia deposita en ellos como herramientas para perpetrar sus crímenes.

Durante las fiestas, el aumento de abusos contra menores es preocupante y muchas veces pasa inadvertido para los padres (Imagen ilustrativa Infobae)
Durante las fiestas, el aumento de abusos contra menores es preocupante y muchas veces pasa inadvertido para los padres (Imagen ilustrativa Infobae)

Si estamos atentos a prevenir accidentes domésticos comunes en esta época, como quemaduras por fuegos artificiales o caídas, ¿cómo no estar atentos a algo tan devastador y habitual como la violencia sexual? Cada segundo, 3 niñas y 2 niños sufren algún tipo de violencia sexual en el mundo.

Según Together for Girls, en los últimos 12 meses, 82 millones de niñas y 69 millones de niños han sido víctimas de este tipo de crímenes. Estas cifras nos confrontan con la magnitud del problema y la necesidad urgente de actuar.

Detrás de cada cifra hay una historia, una vida marcada por el dolor, la humillación y el sufrimiento. Por eso, crear conciencia sobre la violencia sexual infantil es fundamental, y en este período, marcado por el aumento de casos, se convierte en una prioridad urgente.

Desde ARALMA, reafirmamos nuestro compromiso con la protección de los más vulnerables del sistema a través de acciones concretas. Nuestra campaña permanente utiliza los molinillos de viento como símbolo de protección infantil, un objeto cotidiano que evoca la inocencia y la alegría de la infancia, pero que también se convierte en un recordatorio visible de nuestro deber colectivo.

Acciones, como el autocuidado y mantener una vigilancia constante pueden generar un impacto importante en la prevención y lograr que los niños disfruten de las fiestas en un espacio seguro  (Imagen Ilustrativa Infobae)
Acciones, como el autocuidado y mantener una vigilancia constante pueden generar un impacto importante en la prevención y lograr que los niños disfruten de las fiestas en un espacio seguro (Imagen Ilustrativa Infobae)

Invitamos a la comunidad a sumarse a esta iniciativa colocando un molinillo en el árbol de Navidad o en un lugar visible del hogar. Este gesto simbólico no solo reafirma nuestro compromiso con la protección de niños, niñas y adolescentes, sino que también envía un mensaje claro de que en este espacio la infancia está protegida, y que no se tolerarán actos que vulneren su integridad, la atención está puesta en los niños y niñas.

Pequeñas acciones, como colocar un molinillo de viento, conversar al hacerlo sobre su significado y sobre autocuidado y mantener una vigilancia constante, pueden generar un impacto importante en la prevención.

Te invito a sumarte: crea tu molinillo, colócalo con tus hijos e hijas en tu árbol de Navidad o en un espacio visible de tu casa, y amplifica este mensaje de protección infantil.

Como decía el gran Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” y siempre se hace de a poco.

* Sonia Almada: es Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.

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