Con un peso de 4 kilos en una persona de talla media y una superficie de unos 1,5 metros cuadrados, la piel es el mayor órgano del cuerpo humano. Cumple una doble función. Por un lado, es una barrera protectora contra la radiación ultravioleta y los microbios. Por el otro, tiene la capacidad de sentir el tacto, la temperatura, el placer, así como también el dolor. Y es en este punto es donde se entrecruzan cuerpo y mente.
Casi el 40% de las personas que van al dermatólogo tiene un trastorno emocional asociado. Lo que le pasa a la piel afecta al cerebro, y viceversa, formando un círculo vicioso, dicen los expertos.
El doctor Jorge Ulnik, médico psiquiatra (UBA) y psicoanalista didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), profesor asociado de Fisiopatología y Enfermedades Psicosomáticas de la UBA explicó a Infobae:
“Sí. Lo que pasa en la piel afecta al cerebro porque esta produce la mayoría de los neurotransmisores que también genera el cerebro, y envía mensajes que llegan a este órgano. Y por supuesto, el cerebro produce neurotransmisores y hormonas que impactan en la piel”, describió el especialista.
Por otro lado, el doctor Fernando Felice, cirujano plástico, director del Diplomado en Rejuvenecimiento Facial de la Universidad de Buenos Aires (UBA), docente de la UBA y director de Masterhub expresó a Infobae: “Es frecuente ver en nuestra consulta, pacientes que llegan con algún problema dermatológico al que no le encontramos una causa fisiológica. Alergias, manchas, brotes de acné… En la mayoría de los casos, solo una charla con el paciente nos alcanza para darnos cuenta de que tiene que intervenir otro tipo de profesional de la salud: un terapeuta, un psiquiatra o un dermatólogo que se haya especializado en lo que se conoce científicamente como Psicodermatología”.
¿De qué se trata? El doctor Felice explicó: “Es una rama de la medicina que investiga la interacción entre la mente y la piel. Varios estudios han demostrado que existe una conexión evidente entre el bienestar emocional de una persona y la salud de su piel. Es una relación compleja, que ya se ha visto en otros órganos como el intestino, llamado ‘el segundo cerebro’ o las vías respiratorias”.
Cuáles son los problemas emocionales que afectan la piel
La piel es muy reactiva a las emociones y muchas expresiones populares lo demuestran: por ejemplo, el miedo (“estaba blanco como un papel”), el pudor (“colorado de vergüenza”), la ansiedad (“empapado por los nervios”) o la ira (“violeta por la bronca”). Aunque casi no lo advirtamos, la piel refleja nuestras emociones constantemente.
A la vez, problemas como el acné, o la psoriasis, que comprometen la autoimagen, pueden terminar produciendo tristeza o depresión.
“Siempre es un círculo vicioso”, afirmó Felice. “Hacia un lado o hacia el otro. Lo que pasa en nuestra mente muchas veces nos afecta la piel y lo que sucede en la piel y en nuestra imagen, puede afectar directamente a nuestro estado de ánimo”, describió el experto.
Y agregó: “Los problemas emocionales que más impactan en la piel, se traducen en una sola palabra: estrés. Otras variables que juegan un papel negativo en quienes las padecen y que también pueden traducirse en lesiones en la piel son la ansiedad, los miedos o las fobias, los sentimientos de culpa, el enojo y la ira”.
Por su parte, la doctora Graciela Manzur, jefa de la División de Dermatología del Hospital de Clínicas (MN 63141), explicó a Infobae: “Las tristezas, la angustia, la depresión, el enojo, los miedos, muchas veces disparan reacciones cutáneas, y esto se explica por qué la piel y la psiquis están conectadas a través de su origen embrionario en común”.
Y añadió la experta: “Alrededor del 35 al 40% de los pacientes ambulatorios de dermatología padecen de síntomas psicológicos. Por ello, resulta muy importante que el dermatólogo esté familiarizado con este componente psicológico. Los factores psicológicos que afectan la piel son frecuentes pero poco reconocidos. Las psicopatologías subyacentes juegan un rol importante en el desarrollo de enfermedades cutáneas psicosomáticas como las del espectro obsesivo–compulsivo o la psicosis”.
De acuerdo al doctor Ulnik, los problemas de la piel afectan el estado de ánimo por muchas razones: “Algunas son puramente estéticas, pero otras son equivalentes de angustia, como la picazón. La enfermedad de la piel puede generar evitación social, depresión, angustia, estrés, autoagresión. Algunos casos graves pueden llegar a tener ideas de suicidio”.
La doctora Manzur manifestó: “Existe una relación bidireccional entre la piel y el estado emocional. La piel está visible, expuesta a la mirada de los demás y cualquier alteración puede provocar baja autoestima, afectando negativamente la salud mental, llevando a trastornos como la depresión y la ansiedad, dificultades en la relación con los pares, con efectos psicosociales severos. Esto ocurre, tanto en afecciones frecuentes como el acné, la rosácea, pacientes con vitíligo, o en enfermedades hereditarias como por ejemplo, la ictiosis”.
La especialista destacó que cualquier tipo de estrés emocional puede causar brotes o exacerbaciones de diversos trastornos, como por ejemplo la psoriasis o la dermatitis atópica. “Podemos concluir que los trastornos psicológicos influyen en nuestra salud cutánea y viceversa, las enfermedades de la piel, repercuten en la salud mental del individuo, creando un círculo vicioso”.
Y concluyó: “El estigma social asociado con lesiones cutáneas desfigurantes, la incapacidad por parte del paciente para reconocer el aspecto psicológico de lo que le está ocurriendo y la negativa del paciente a ver a un psiquiatra, a veces hacen que el mismo viva una verdadera pesadilla”.
Qué significa ser “pacientes de piel”
De acuerdo al doctor Ulnik, “todos somos pacientes de piel, porque nadie está a salvo de tener acné, eczemas, o verrugas, caspa, una uña encarnada, alopecia, daño solar, etc. Pero, por supuesto, no todos somos pacientes de piel de la misma manera, y hay algunos que tienen enfermedades crónicas inflamatorias, infecciosas, oncológicas, que pueden llegar a ser muy graves, tanto estéticamente como respecto de la salud general”.
El experto explicó que el “paciente dermatológico” es muy probable que sufra lo siguiente:
- Se sentirá “marcado”por su enfermedad. Puede equipararla a suciedad, y hablará de “manchas”, considerando su enfermedad o sus lesiones como un estigma.
- Se mirará y se sentirá mirado, aun en las lesiones que no se ven, porque el mismo paciente las ve cuando está solo, desnudo frente al espejo o al bañarse.
- Se activarán mecanismos psicológicos “como la transformación en lo contrario y la vuelta contra el propio sujeto, que derivarán en el par de opuestos: voyeurismo, exhibicionismo, o sadismo y masoquismo dirigidos a la piel”, explicó el doctor Ulnik.
- Habrá una serie de sentimientos que entrarán en juego: vergüenza, envidia o rabia.
- Lo acompañará un sentimiento de incomodidad. “Como el que cualquiera siente cuando una prenda le pica o le queda grande o chica, o se le mancha en una fiesta. Solo que aquí la “prenda” es la piel”, dijo Ulnik.
- Puede sentir enojo: “Contra el destino, contra los demás, contra sí mismo o contra su propia piel, que deseará arrancar, limpiar, pulir, borrar, pintar de mil maneras. Librará una batalla, en guerra con su piel”, describió Ulnik.
Cómo afrontar estos problemas
El doctor Felice explicó: “En el abordaje de estos casos deben trabajar en forma conjunta un psicólogo y un dermatólogo. Nunca se debe olvidar la parte clínica, ya que muchas veces se escinde una enfermedad de base. Digo esto porque algunos profesionales asocian estos cuadros de psicodermatología con enfermedades mentales o bien desconocen la asociación con la mente”.
En coincidencia, la doctora Manzur afirmó que “el abordaje de las psicodermatosis debe ser integral, combinando tratamientos dermatológicos con intervenciones psicológicas. La terapia cognitivo-conductual, las técnicas de relajación y, en algunos casos, la farmacoterapia, han demostrado ser eficaces para el manejo de estas condiciones”.
Para el doctor Ulnik, el primer paso es consultar al dermatólogo. “Luego, tratar de identificar cuáles son las situaciones desencadenantes y las emociones implicadas y trabajar sobre ellas en una terapia adecuada con profesionales con experiencia en psicodermatología”.
Algunas recomendaciones del doctor Ulnik:
- Dejar que la piel sea piel, “no la use como pantalla de los sentimientos que no se anima a expresar”, dijo Ulnik.
- “Evitar que la mirada sea el único canal de comunicación: hable, no muestre”, recomendó el médico.
- Modificar el estilo de apego. “Despegarse sin romperse en el proceso”, señaló el experto.
- “Evitar la dependencia extrema o aislamiento que por algo se llama ostra-cismo: porque es como vivir con un caparazón”, sugirió el doctor.
- Reconstruir la imagen corporal
Para la doctora Manzur, muchas veces la parte estética sirve de punto de partida para comenzar a romper el círculo vicioso. “No debemos olvidarnos que la piel es un órgano que vemos continuamente y la mejora del aspecto cutáneo, una vez instaurada la terapéutica, hace que los pacientes comiencen a sentirse mejor, presenten adherencia al tratamiento y su bienestar biopsicosocial crezca, mejorando día a día”.