Los accidentes cerebrovasculares (ACV) son una de las principales causas de muerte y discapacidad a nivel mundial. Un reciente estudio publicado en la revista Neurology identifica tres factores de riesgo principales que aumentan significativamente la probabilidad de que un ACV sea mortal o cause discapacidad grave. Estos factores son la presión arterial alta, el tabaquismo y la fibrilación auricular.
1. Presión arterial alta (hipertensión)
La hipertensión es uno de los factores de riesgo más importantes para sufrir un ACV grave. Según el estudio, las personas con presión arterial alta tienen más de tres veces más probabilidades de experimentar un accidente cerebrovascular grave que aquellas sin hipertensión. En particular, la hipertensión está vinculada a un tipo específico de ACV conocido como accidente cerebrovascular hemorrágico, que ocurre cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, lo que generalmente resulta en una mayor gravedad y tasa de mortalidad.
Joshua Z. Willey, profesor de neurología en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, explicó que la hipertensión contribuye a la ocurrencia de este tipo de accidente cerebrovascular debido al daño que causa en las arterias del cerebro, lo que puede llevar a la ruptura de vasos sanguíneos. “Es una de las principales causas de los accidentes cerebrovasculares hemorrágicos, que son mucho más graves y tienen una mayor mortalidad”, afirmó Willey.
2. Tabaquismo
El tabaquismo es uno de los factores de riesgo más reconocidos y ampliamente estudiados en relación con los accidentes cerebrovasculares. El reciente estudio publicado en Neurology confirma que fumar está asociado con un riesgo significativamente mayor de sufrir un ACV grave. Según los hallazgos, las personas que fuman tienen aproximadamente el doble de riesgo de experimentar un ACV que aquellas que no fuman. Esta relación se debe a varios efectos nocivos que el tabaco tiene sobre el sistema cardiovascular y las arterias.
Fumar acelera la formación de placas ateroscleróticas en las arterias, un proceso conocido como aterosclerosis. Estas placas son acumulaciones de grasa, colesterol y otras sustancias que se adhieren a las paredes de los vasos sanguíneos, restringiendo su capacidad para transportar sangre de manera eficiente.
Este estrechamiento de las arterias no solo aumenta el riesgo de obstrucción, sino que también favorece la formación de coágulos sanguíneos, que pueden desplazarse hacia el cerebro, bloqueando el flujo sanguíneo y causando un accidente cerebrovascular isquémico. Los accidentes cerebrovasculares isquémicos son los más comunes y ocurren cuando un coágulo interrumpe el suministro de sangre al cerebro, lo que daña las células cerebrales.
Además, el monóxido de carbono y las sustancias químicas tóxicas presentes en el humo del cigarro dañan las paredes de los vasos sanguíneos, lo que aumenta la inflamación y reduce su elasticidad. Esta menor flexibilidad de las arterias facilita la formación de coágulos, lo que contribuye a un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. Fumar también eleva los niveles de colesterol malo (LDL) y disminuye el colesterol bueno (HDL), lo que agrava aún más el daño en los vasos sanguíneos.
3. Fibrilación auricular
La fibrilación auricular, un trastorno del ritmo cardíaco, también está asociada con un riesgo significativamente elevado de ACV. Las personas que padecen esta afección tienen más de cuatro veces más probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular grave. Este trastorno provoca que el corazón lata de manera irregular, lo que favorece la formación de coágulos que pueden viajar al cerebro y obstruir el flujo sanguíneo. En estos casos, los anticoagulantes son esenciales para reducir el riesgo de sufrir un ACV.
La autora principal del estudio, Catriona Reddin, de la Universidad de Galway, destacó la importancia de controlar estos factores de riesgo modificables, ya que “son los más efectivos para prevenir tanto el accidente cerebrovascular como las consecuencias graves que pueden derivarse de él”.
Prevención y control de los factores de riesgo
El estudio enfatiza que estos factores de riesgo son modificables, lo que significa que las personas pueden tomar medidas activas para reducir sus probabilidades de sufrir un ACV grave. Controlar la presión arterial, dejar de fumar y tratar adecuadamente la fibrilación auricular son pasos esenciales para mejorar la salud cardiovascular y reducir la mortalidad asociada con los accidentes cerebrovasculares. Además, adoptar un estilo de vida saludable que incluya ejercicio regular y una dieta balanceada también es clave para prevenir futuros eventos cerebrovasculares.
El estudio participaron 27.000 adultos con una media de 62 años de media, la mitad de los cuales había sufrido un ictus. Entre los que sufrieron un ictus, unos 4.850 sufrieron un ictus grave, que el estudio definió como la incapacidad para caminar o realizar tareas cotidianas como comer o vestirse sin ayuda, hasta la muerte. La investigación se publicó en la revista Neurology y fue liderada por expertos de la Universidad de Galway y otros centros de investigación médicos.